La izquierda abertzale diseña la vuelta a España de los miembros de ETA fugados de la Justicia

Desde el verano han regresado media docena de activistas tras asegurarse de que las causas pendientes no tenían recorrido

David Guadilla

Sábado, 11 de marzo 2023, 00:35

La izquierda abertzale está acelerando el proceso para facilitar el retorno al País Vasco de los miembros de ETA que siguen huidos de la Justicia, la mayoría de ellos refugiados en países como Venezuela y Cuba. Los reclusos vuelven una vez que reciben la confirmación ... de que los procesos por los que están perseguidos o han prescrito o no tienen demasiado recorrido legal. En estos momentos, al menos una treintena de etarras siguen instalados fuera de España.

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El último ejemplo ha sido el de Anartz Aranbarri, detenido a mediados de febrero nada más aterrizar en Madrid procedente de Caracas al tener en vigor una orden de detención por su relación con la banda terrorista. Su caso es paradigmático. Llevaba huido de la Justicia desde 2011 y en el momento de volver a España seguía figurando en el listado de la Guardia Civil de los más buscados. Sin embargo, apenas unas horas más tarde quedó en libertad sin mayores explicaciones y su fotografía fue retirada del catálogo.

Sólo unas semanas antes había sucedió algo parecido con Luis Roncero Retortillo, al que tras la tregua de Lizarra se le situaba como responsable de explosivos de ETA. Durante años estuvo viviendo en Venezuela. Regresó a mediados de enero sin ningún problema. El goteo es constante. En septiembre del año pasado aterrizaron en España desde Cabo Verde y Cuba Emilio Martínez de Marigorta, Félix Manzanos e Iñaki Rodríguez Muñoa. Los tres formaban parte del colectivo de «deportados», los miembros de la banda que fueron trasladados a varios países tras las fallidas conversaciones de Argel en 1989.

Pero quizá el caso más emblemático es el de Arturo Cubillas. Considerado el jefe de los etarras en Venezuela durante más de una década, llegó a trabajar para los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Sobre él se abrió una disputa legal entre ambos países, con una solicitud de extradición por parte de la Audiencia Nacional que nunca se llegó a concretar. Pero en agosto de 2019, fue directamente Sortu la que desvelaba que había vuelto a San Sebastián sin que sobre él pesase ninguna causa penal.

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En estos momentos hay alrededor de treinta miembros de la banda residiendo en el extranjero. Pero no se trata de un grupo heterogéneo. En el actual listado de la Guardia Civil hay históricos como Iñaki de Juana Chaos, Eusebio Arzalluz o José Luis Eciolaza.

El encartelado en Caracas

Muchos de ellos han rehecho sus vidas en otros países y tienen familia, pero buscan regularizar su situación para poder regresar a Euskadi en cualquier momento, aunque solo sea de visita. Y es la izquierda abertzale, todo su entorno y en especial su equipo de abogados los que preparan el aterrizaje una vez que los procesos han prescrito o entrado en vía muerta. De hecho, la mayoría de los que han regresado son terroristas que llevaban más de 30 años fugados. Esa es una de las principales críticas de las asociaciones de víctimas: que los etarras regresan cuando ya no pueden ser juzgados. Otro grupo de etarras no tiene ninguna intención de volver a Euskadi.

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Pero en el retorno a España no sólo intervienen cuestiones procesales. También el deseo de muchos militantes de la banda de salir de unos países en los que su situación personal ha ido empeorando con el paso de los años a medida que la crisis económica de Venezuela y Cuba se ha agravado. Lo que antes eran refugios en los que se lograba protección e incluso facilidades para encontrar trabajo, se han convertido en países donde la vida para este colectivo se ha ido deteriorando. Un ejemplo es Asier Guridi.

Durante años estuvo protegido por el Gobierno de Hugo Chávez, pero ahora denuncia que Venezuela no respeta sus «derechos humanos» porque no le dejan sacarse el DNI de ese país ya que necesitaría un pasaporte español en vigor que, como está fugado, no tiene. Aun así, ha llegado a estar en el Consulado de Caracas y en un medio venezolano admitió que el representante de la legación diplomática había sido «muy amable». Lleva 115 días encartelado frente a un edificio oficial con una pancarta que pone 'Soy refugiado vasco, exijo cédula de identidad'. Venezuela no sabe qué hacer con él.

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