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david guadilla
Domingo, 16 de octubre 2022, 01:57
Las tensiones que genera dentro de EH Bildu el debate sobre qué política energética debe impulsarse en Euskadi se vieron con toda su crudeza el martes en Azpeitia. Allí una empresa noruega quiere instalar un parque eólico y la coalición soberanista, que gobierna con mayoría ... absoluta, no lo ve mal. Pero la izquierda abertzale sabe que es un tema sensible internamente porque algunos sectores no comparten esa postura. El Ayuntamiento convocó una asamblea informativa, acudieron cientos de personas y la alcaldesa, Nagore Alkorta, y su 'número dos', Josu Labaka, tuvieron que escuchar de todo.
«Nagore, me dirijo a ti como vecino de Azpeitia y votante de EH Bildu. ¿De dónde ha salido esta propuesta, del pueblo o de la dirección de Bildu? Como en su día enseñaste los dientes a Arantxa Tapia, enséñaselos a Arnaldo Otegi y a Mikel Otero. Han traído un monstruo al pueblo, y nos va a destruir a todos». La frase, lanzada por uno de los asistentes y dirigida al coordinador general y al portavoz en materia energética de Bildu, ejemplifica de forma clara el clima que se vive dentro de la coalición. Con el añadido de que la tormenta está estallando a ocho meses de las elecciones de mayo. Porque lo que podría parecer una cuestión local, trasciende de largo las fronteras municipales.
Desde la dirección de EH Bildu se subraya que nada ha cambiado. Que la filosofía sigue siendo la misma. Que nunca ha rechazado la instalación de parques eólicos, que lo único que siempre ha exigido es un análisis serio y la elaboración de un Plan Territorial Sectorial. Y ahí centra sus críticas en el Gobierno vasco. Pero el simple hecho de que EH Bildu se vea obligada a hacer un enorme esfuerzo pedagógico evidencia que hay algo que parte de sus bases no acaban de entender o que no formaba parte de su 'cultura política'.
Tanto durante la asamblea como en intervenciones posteriores, Alkorta habló de «energía limpia» y se esforzó en explicar que «si no queremos usar la energía nuclear y queremos dejar de consumir combustibles fósiles, es necesario hacer una transición energética y tiene que venir sí o sí vía renovables». Labaka, teniente de alcalde, lo resumió con otra frase muy gráfica: «No podemos decir no como antes decíamos no a la nuclear».
¿Cuál es el problema? Que aunque es verdad que la coalición soberanista defiende las energías renovables, siempre se ha mostrado muy crítica con la instalación de grandes parques. Y el que está planeado para Azpeitia y que podría entrar en funcionamiento en 2027 no es pequeño: se prevé instalar cinco molinos de 205 metros de altura. Para intentar diluir las evidentes contradicciones, desde EH Bildu se subraya que la empresa noruega, Statkraft, es pública, que ha prometido «socializar» la energía...
Pero ese interés en desarrollar una transición energética «limpia» forma parte de algo más amplio. La apuesta por la «institucionalización». EH Bildu, y dentro de ella la izquierda abertzale, no oculta que uno de sus principales objetivos en estos momentos es «acumular poder», gobernar en el mayor número de sitios. Y para eso es necesario ofrecer una imagen de alternativa creíble, no de partido antisistema. La consecuencia es que eso hace aflorar las paradojas de un discurso que durante décadas se ha alimentado más de la movilización popular que de las instituciones.
Un veterano militante recuerda una metáfora muy utilizada durante años por los dirigentes de la izquierda abertzale cuando se les criticaba por no romper de forma radical con la violencia. «Lo de que era un trasatlántico que necesitaba su tiempo para virar. Pues ahora lo ha hecho a lo grande y algunos igual se caen por la borda». En EH Bildu, en todo caso, asumen que hay tensión, que pueden surgir problemas de cohesión, pero que no hay vuelta atrás, a pesar de que también son conscientes de que estas contradicciones serán aprovechadas por el PNV.
Las críticas internas a la nueva estrategia vienen desde diferentes frentes. Hay ecologistas ortodoxos, militantes e históricos dirigentes que creen que la apuesta por la vía institucional está siendo demasiado radical y se está perdiendo «el pulso de la calle», disidentes que ven cualquier oportunidad para atacar a la dirección y también el incipiente movimiento comunista aglutinado en GKS. Un colectivo que en 2019 organizó precisamente su primer encuentro nacional en Azpeitia, una localidad en la que la izquierda abertzale ha vivido anteriores tormentas, como la que se produjo tras el asesinato de Inaxio Uria.
El mayor problema para EH Bildu es que el debate no ha hecho más que empezar. El parque de Azpeitia también afecta a Zestoa y Errezil, las dos gobernadas también con mayoría absoluta por la coalición. En Zestoa, cuyo alcalde es Mikel Arregi, exmiembro de la mesa nacional de HB, se va a celebrar una asamblea parecida a la de Azpeitia en breve. Statkraft ha planteado, además, otros dos parques, en Eskoriatza y Aramaio, y en la segunda también gobierna EH Bildu. Los opositores a los proyectos mantienen sus movilizaciones, mientras la coalición trata de maniobrar. En enero, durante la asamblea general de Bildu, Otegi resumió el escenario: afirmó que su formación estaba dispuesta a salir de su «zona de confort», y que es ahí donde surgen esas «contradicciones», pero sobre todo, pidió a sus bases «ambición para gobernar».
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