Urkullu y Pradales se saludan efusivamente a su llegada a Sukarrieta. Ignacio Pérez

«Soy hombre de partido y sé cómo es esto. El PNV tenía que ser libre para decidir», asume Urkullu

El lehendakari, aplaudido en su primera aparición tras conocerse que no repetirá, da a entender que hubiera seguido

Domingo, 26 de noviembre 2023, 12:55

No estaba previsto que el lehendakari hablara en Sukarrieta, así que el hecho de que se decidiera a hacerlo ya es en sí mismo significativo. Cuarenta y ocho horas después de que EL CORREO desvelara en exclusiva que el PNV le había comunicado su decisión ... de no proponerle para aspirar a un cuarto mandato y apenas veinticuatro desde que se conociera el nombre de su sucesor, Imanol Pradales, Iñigo Urkullu rompió la costumbre de no atender a la prensa en los actos de partido y lo hizo para enviar mensajes claros y contundentes, algunos de palabra y otros por omisión.

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Desde luego, aunque no respondió directamente si su deseo era repetir como candidato, de sus palabras, a preguntas de los periodistas una vez finalizado el homenaje a Sabino Arana en el 120 aniversario de su muerte y el acto político posterior, se dedujo sin el más mínimo resquicio para la duda que la decisión la ha tomado el PNV sin contar con su opinión y que él se limita a acatarla -con «respeto absoluto», apostillan en su entorno- como «hombre de partido» que ha sido siempre y buen conocedor por lo tanto de la disciplina que implica la militancia en una organización política. Él mismo recordó, con respuestas escuetas pero con fondo y medidas al milímetro, que fue, antes que lehendakari, presidente del EBB.

«No entro en esas cuestiones personales, cuando uno pertenece a un partido...», deslizó al ser preguntado si tenía «ganas de continuar» al frente de la Lehendaritza, que ha encabezado durante tres legislaturas consecutivas, las dos últimas en coalición con el PSE, un «trabajo ímprobo» que Andoni Ortuzar le había agradecido y reconocido durante su discurso. Las dos cabezas de la no siempre pacífica bicefalia jeltzale se fundieron entonces en un abrazo y los asistentes saludaron la mención del presidente del EBB a la trayectoria de Urkullu con un sonoro aplauso al que el aludido reaccionó con visible emoción.

Después, Urkullu agradeció el gesto pero no tuvo empacho en recordar que él ya había dicho que el PNV «tenía que ser libre para tomar la decisión que estimara pertinente». Y añadió: «Soy un hombre de partido, he sido el máximo representante del PNV y sé cómo es esto. Sé que las cosas tienen su principio y su final», zanjó, además de recordar en varias ocasiones que la legislatura aún no ha acabado, que queda trabajo por hacer y que él se encuentra «con todo el ánimo» para seguir «cumpliendo el programa».

«Es interno»

Una manera de mantener la incógnita sobre la fecha de las eleciones -todo apunta a que serán en marzo- y, sobre todo, de ratificar que ha sido el EBB el que ha decidido apartarle. Que él habría estado dispuesto a pelear por una última legislatura en Ajuria Enea, en las elecciones más abiertas de los últimos años por la fuerte competencia de EH Bildu, que llega a las urnas con viento de cola y en ascenso frente a un PNV duramente castigado por la desmovilización de su electorado. De otro lado, el PP pugna por el voto de centro derecha que el valor refugio que encarnaba Urkullu le había arrebatado y que ahora puede estar en disputa por el alineamiento jeltzale en el bloque de investidura que respalda a Pedro Sánchez. Tampoco quiso referirse a la reunión del pasado jueves en Vitoria en la que Ortuzar y los presidentes de los consejos territoriales le confirmaron su relevo: «Es interno», se escudó. «Pero relevante», le rebatió un periodista. «Sí, pero interno».

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Pero su intervención tenía otro importante propósito, éste sí, en clave interna, el de cortar de raíz cualquier tentativa de proponer su nombre en las juntas municipales contra el del oficialista Pradales y abrir así una batalla de imprevisibles consecuencias. El abrazo con el todavía diputado foral, al que deseó «lo mejor» y al que se mostró dispuesto a brindar su «ayuda» cuando concluya la consulta a las bases, era, en realidad, una forma de, ahora sí, dar un paso al lado y abogar por una transición pacífica con su «brillante» alumno en los tiempos de la ikastola Asti Leku.

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