Pablo Echenique, Rafael Simancas y Adriana Lastra conversan a su llegada al Congreso de los Diputados. ep

Los incendios políticos más sensibles son para el verano

El PSOE considera desleal el 'doble juego' de Unidas Podemos, pero si los morados renuncian a la calle abandonarían su ADN existencial

alberto surio

Viernes, 13 de agosto 2021, 01:34

La coalición PSOE-Unidas Podemos no tiene alternativa factible y eso es la garantía de que la sangre no va a llegar al río y de que, en el último momento, los dos socios llegarán a una solución que evite que los conflictos terminen estallando ... en víspera de la negociación presupuestaria. Pero el problema de la subida escandalosa de la luz toca un nervio muy sensible, quizá el más sensible en lo que vamos de legislatura, un terreno social extraordinariamente inflamable en el que no solo se dirime la capacidad de las izquierdas en el poder para encauzar las cuestiones más espinosas, sino que también pone de manifiesto el rompecabezas de la lealtad y la responsabilidad entre los aliados.

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Unidas Podemos cree que no puede abandonar el terreno de la movilización social en esta cuestión, que forma parte de su ADN existencial. Aquí resuena una frase lapidaria de Manuel Castells antes de ser ministro: «Podemos no nació para ocupar ministerios, sino para cambiar la política». Otro tanto ocurre con la ley de vivienda, otra patata muy caliente, o con todas las medidas sociales derivadas de la pandemia, fruto de un encaje de bolillos y de una mutua presión entre ambos partidos. La salida de Pablo Iglesias del Ejecutivo ha reducido los decibelios y la llegada de Yolanda Díaz ha puesto un prisma de responsabilidad y ha amortiguado las tensiones, pero los morados tienen el convencimiento de que si se renuncia a salir a la calle en esta cuestión, incluso para poner el foco en el papel de las eléctricas, el alma de Podemos recibiría un torpedo mortal.

La lectura del PSOE es la opuesta y se insiste en señalar que no se puede estar en misa y a la vez repicando. Es decir, que no es leal compartir las tareas de gobierno y, a la vez, ponerse en la primera fila de la pancarta de la protesta. No es ético ni es políticamente correcto. Los socialistas no excluyen que, en un momento dado, el presidente Pedro Sánchez tenga que llamar al orden a uno de los socios del Ejecutivo. No se trataría tanto de hacerlo a los ministros de Unidas Podemos, sino de una advertencia al partido, que, por otra parte, tiene un considerable margen de maniobra y que va a esgrimir que sus actuaciones se mueven en el marco de los compromisos pactados. Ni más ni menos. El PSOE teme que, en el fondo, Unidas Podemos exhiba una deslealtad de libro al pretender colocar la pelota en el tejado de los socialistas para que el desgaste no les afecte. «Demuestran poca inteligencia, porque en esa operación de desgaste salimos erosionados los dos», admiten.

La salida de Iglesias del Gobierno ha amortiguado las tensiones internas entre los ministros pero no las ha desactivado

Tanto la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, como los secretarios de Estado Nacho Álvarez y Enrique Santiago están poniendo toda la carne en el asador para evitar que el incendio se propague fuera de los límites de lo controlable. Que ese temor siempre existe, en especial en verano. La cohabitación entre el poder y la calle provoca fricciones; cuando en este caso se produce entre dos polos, pueden reactivarse todas las alarmas. Para este tipo de escenarios está previsto la comisión de seguimiento del pacto de gobierno, encargada de apagar los fuegos. El enfrentamiento deja al descubierto el limitado margen del Ejecutivo en el foco más delicado.

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