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«Recuerden que la memoria y el honor de las víctimas no son negociables ni mucho menos renunciables». El tradicional homenaje que el Congreso rinde cada 27 de junio a los afectados por el terrorismo volvió a convertirse este lunes en una muestra de división ... y reproches. Primero, por las ausencias, ya que asociaciones como la AVT y Covite declinaron participar ante la «cínica» presencia de EH Bildu. Y segundo, por las críticas que se pudieron escuchar en el hemiciclo entre los damnificados que sí acudieron, «inquietos» ante lo que ven como ruptura de la «unidad democrática» frente a la violencia.
Una semidesierta Cámara baja acogió un sencillo pero solemne acto al que asistieron miembros del Gobierno y diputados y senadores de todos los grupos salvo Vox. El PP sí participó, aunque con una delegación limitada a sus miembros en la Mesa. Por el PNV acudieron Aitor Esteban y Estefanía Beltrán de Heredia, mientras que por EH Bildu lo hizo Mertxe Aizpurua. También el Gobierno vasco estuvo presente con Monika Hernando, directora de Derechos Humanos y Víctimas. La representación de los afectados estuvo encabezada por Tomás Caballero, presidente de la Fundación Víctimas del Terrorismo.
En su intervención, el hijo del concejal de UPN asesinado por ETA ensalzó el papel de las Cortes Generales en la lucha contra la violencia y en el reconocimiento de los afectados para «ir acorralando todo el entramado armado e ideológico de los terroristas». Sin embargo, también se quiso hacer eco de las «inquietudes» del colectivo de víctimas. «¿Ustedes creen que nos acercamos a la justa normalización de la convivencia con un claro reconocimiento de víctimas y victimarios? ¿Consideran que la memoria que las víctimas merecen es la que estamos construyendo?», lanzó. «La respuesta a mis preguntas no es afirmativa», se contestó inmediatamente a sí mismo.
El presidente de la FVT recordó la celebración de homenajes a presos de ETA recién salidos de la cárcel, «algo objetivamente indigno e inmoral», y la «ocupación» de espacios públicos con manifestaciones «que blanquean lo acontecido y disfrazan la única realidad, la provocada por victimarios y sufrida por víctimas». También mencionó los más de 300 crímenes de la banda terrorista aún sin resolver, para lo cual exigió que las instituciones españolas pongan en práctica las recomendaciones recogidas en el informe del Parlamento Europeo: «En lugar de tejer argumentos para defenderse de él, busquen mecanismos para implementar sus propuestas». Además, reclamó que se equiparen las indemnizaciones a víctimas de atentados independientemente de que exista o no sentencia judicial firme.
Tras su discurso, que fue aplaudido por los participantes, la presidenta del Congreso se congratuló de que «los pulsos ordinarios de la vida parlamentaria, marcados por el debate, la contraposición y la crítica, se paran en un día como hoy». Meritxell Batet describió el testimonio de las víctimas como «el nervio moral de una memoria compartida que rinde tributo a aquellos ciudadanos que llegaron a pagar con su vida la defensa de los valores democráticos de los que hoy disfrutamos». «La política se muestra como una actividad más noble cuando está del lado de las víctimas, protegiéndolas y amparándolas», concluyó.
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