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«Perdonar es de cristianos, olvidar es de tontos». Maribel Franco, viuda del coronel José María Martín Posadillo, por cuyo asesinato cumple condena Henri Parot, resumía así el nuevo tiempo abierto tras el cese de la actividad armada por parte de ETA. Su marido fue ... asesinado en 1989 cuando salía del Cuartel General del Ejército de Tierra en Madrid.
Ayer, Maribel honró su memoria, y la de aquellas personas a quienes la sinrazón terrorista arrebató la vida. Se sumó al homenaje que los gobiernos central y vasco rindieron a las víctimas de Parot, nada menos que 39 asesinados y 240 heridos. Un acto, junto al Memorial de Vitoria, que nació en respuesta a la marcha que Sare y Elkartasun Eguna habían convocado para este sábado en Mondragón con el fin de pedir la excarcelación del recluso de ETA y que finalmente ha mutado en un llamamiento a concentrarse en los diferentes pueblos de Euskadi para criticar «las cadenas perpetuas» a los presos terroristas.
El paso dado por las organizaciones convocantes del acto en Mondragón fue interpretado en Vitoria como una especie de 'mano' ganada gracias a la presión social e institucional. Y es que hacía tiempo que un homenaje de este tipo no concitaba tanta reprobación en forma de 'contra-actos'. Pero también sobrevoló la idea de que el cambio de pie suponía tan solo quitar el foco de la figura de Parot para situarlo sobre todo el colectivo de internos de la banda.
«Queda mucho por hacer», coincidieron los presentes, porque «cuando se aproxima el décimo aniversario del fin de ETA, constatamos que las consecuencias de la violencia siguen afectando y condicionando tanto a las víctimas directas como al conjunto de la sociedad», dijo el director del Memorial por las Víctimas del Terrorismo, Florencio Domínguez. O lo que es lo mismo, porque «el derecho a la libertad de expresión ampara la posibilidad de reclamar la excarcelación de los presos, pero no deja de ser profundamente humillante para sus víctimas elevar a la condición de mártir» a quien tanto daño ha causado, añadió el delegado del Gobierno en Euskadi, Denis Itxaso.
Al tributo celebrado junto a la plaza de la Memoria se sumaron, entre otros, la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal; el alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran; y la directora general de apoyo a los damnificados del Ministerio del Interior, Montserrat Torija.
También se acercaron hasta la capital alavesa el delegado del Gobierno en Navarra, José Luis Arasti, y el responsable de Derechos Humanos del Ejecutivo foral, Martín Zabalza.
Numerosos fueron los colectivos de víctimas que quisieron mostrar su solidaridad hacia quienes sufrieron los atentados de Henri Parot. Fue condenado por el asesinato de 39 personas. En 2001, estando en la prisión de Córdoba, envió una carta a ETA en la que le emplazaba a cometer atentados más brutales. Aquello le valió una nueva pena de 11 años. Contó el homenaje con representantes de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Asociación Cuerpos y Fuerzas de Seguridad Víctimas del Terrorismo, Zaitu (amenazados), ASERFAVITE (ertzainas), la Fundación Fernando Buesa, Covite y Gogoan-por una memoria digna. Especialmente significativa fue la presencia de Marian Romero y Sandra Carrasco, viuda e hija del exconcejal del PSE Isaías Carrasco, asesinado por ETA, precisamente, en Mondragón.
La parte más emotiva la protagonizaron tres víctimas. Maribel Franco, Sandra Carrasco y Tomás Caballero dieron lectura a los nombres de todas las personas asesinadas por el preso de ETA, con un recuerdo especial a los heridos. A la par, los asistentes depositaban rosas blancas junto a un mosaico con las fotografías de las 39 personas a quienes Parot arrebató la vida. Estaba prevista la asistencia de Pascual Grasa, superviviente del atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, si bien finalmente no pudo acudir. «Que piensen en las víctimas», pedía después Maribel a quienes defienden a los presos de la banda. «No pueden decir que lo que hacen son homenajes, pero nosotras los vemos y los sentimos así», añadió.
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«Lo que una sociedad madura y éticamente sana debe poner en valor es la memoria, la justicia y la reparación para con todas las víctimas. Es sobre ellas sobre quienes debe ponerse el foco y la atención, y en ningún caso sobre el victimario», defendió Itxaso. El delegado del Gobierno consideró que la suspensión del acto original convocado por Sare demuestra que «la presión social y política de víctimas organizadas e instituciones es un inmejorable instrumento para sembrar convivencia y evitar ofensas hirientes». «La pedagogía que venimos haciendo en el terreno de los derechos humanos y la exigencia pública de empatía con quienes más han sufrido el zarpazo de la violencia representa el camino a seguir», reivindicó.
En un discurso leído a tres voces, significativas resultaron las palabras de la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales. En puertas de que Euskadi asuma en octubre la gestión de Prisiones, Beatriz Artolazabal recordó que existen «varios mecanismos» para lograr la reinserción de los presos, pero -advirtió- es «una responsabilidad individual dar los pasos para lograrla». Y ahí, subrayó la consejera vasca, existen unas «condiciones ineludibles»: «la autocrítica por el daño causado, el reconocimiento de la injusticia perpetrada y la asunción de la ilegitimidad de la violencia para conseguir objetivos políticos».
«En el camino de la construcción de la convivencia, las instituciones y el conjunto de la ciudadanía estamos interpelados, pero sobre todo -apostilló Florencio Domínguez-, lo están aquellas personas que ejercieron directamente la violencia y también las que procuraron su sustento político y legitimación social».
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