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david guadilla
Lunes, 29 de agosto 2022, 00:41
La pelea que mantienen abierta la izquierda abertzale y los grupos aglutinados alrededor del Movimiento Socialista, con GKS como marca principal, tiene en el mundo de la cultura un nuevo campo de batalla. Y no es menor. Se trata de un terreno cargado de simbolismo ... y en el que cada gesto cuenta. A pesar de su discurso comunista ortodoxo, los colectivos que pelean por romper la hegemonía de EH Bildu y Sortu han conseguido penetrar con fuerza en ámbitos que para la izquierda abertzale tienen un importante peso histórico.
Quizás uno de los mejores ejemplos de cómo los grupos disidentes -aunque rechazan esa etiqueta muchos provienen del entorno de Sortu- empiezan a romper barreras y entrar en lugares casi monopolizados hasta la fecha por la izquierda abertzale es lo que sucedió en fiestas de Vitoria hace unas semanas. Convocados por GKS, cientos de jóvenes se reunieron para denunciar el «veto político» al que, según denuncian, les somete EH Bildu para que no puedan poner txosnas.
El acto principal era la actuación de tres bertsolaris de primer nivel: Amets Arzallus, Andoni Egaña y Oihane Perea, aunque finalmente esta última no pudo acudir y en su lugar fue Iratxe Ibarra. Hubo mensajes de apoyo y críticas al hecho de que no se les deje colocar una barra en los recintos festivos. Se trata de cuatro de las voces más destacadas de ese mundo.
Su presencia no significa que respalden los postulados de GKS, pero sí ha servido para que el Movimiento Socialista la utilice para lograr un barniz de respetabilidad. En un mundo en el que el simbolismo y el uso de los movimientos culturales pesa mucho, desde la izquierda abertzale se admite que «se han apuntado un tanto».
La colocación de las txosnas tiene para GKS una doble importancia. Una es económica, ya que sirve para recaudar fondos. La otra es que supone una importante herramienta de socialización y proselitismo. Una manera de dejarse ver y entrar en un terreno dominado de forma tradicional por colectivos afines a la izquierda abertzale.
Decidir quién tiene derecho a colocar una txosna en el recinto festivo suele corresponder a las comisiones de fiestas de cada localidad, y es ahí donde la izquierda abertzale está demostrando su fortaleza para limitar al máximo la presencia de GKS, que a su vez también han sido acusado de coacciones por otros grupos.
Los conflictos han sido constantes durante el verano. La expresión más visible de esa pelea se produjo a finales de junio en Hernani, uno de los ayuntamientos más importantes en manos de EH Bildu. Miembros de GKS ocuparon las oficinas municipales y al final instalaron una txosna junto al recinto oficial. La guerra sigue abierta y el cruce de ataques no ha cesado. «Se trata de un grupo profundamente sectario y reaccionario bajo una retórica pseudo-revolucionaria», definió hace unos días Arkaitz Rodríguez en una entrevista en 'Público' a los miembros de GKS.
En este contexto es donde la presencia de los bertsolaris en Vitoria cobra importancia porque son algunas de las figuras más respetadas en el mundo de la cultura en euskera. Han obtenido numerosas 'txapelas' en diferentes campeonatos y Arzallus, además, ha traspasado fronteras. El Papa reconoció haber leído su libro 'Hermanito', coescrito con Ibrahima Balde, en el que se narra el viaje a Europa de este inmigrante guineano. Francisco fue más allá, e incluso recomendó su lectura a los periodistas durante un viaje oficial a Malta.
«Para ellos ha sido un subidón, porque les está sirviendo para demostrar que no son un grupo residual, que están enraizados, y para extender el mensaje de que son víctimas de una campaña de boicot, de que los malos somos los de Sortu», afirma un miembro de la izquierda abertzale.
En realidad, si algo ha demostrado GKS desde el principio es que su discurso de ultraizquierda, comunista ortodoxo y basado en doctrinas marxistas puras que habían desaparecido de la escena pública hace décadas, no es incompatible con una importante penetración en mundos que en principio podrían resultar ajenos como el del bertsolarismo. De hecho, varios de sus principales referentes proceden de ese ámbito.
No se trata de una cuestión anecdótica. La cultura, en todas sus expresiones y sobre todo cuando se ha realizado en euskera, siempre ha sido un elemento central para la izquierda abertzale y es donde ha demostrado un notable poder de movilización. Y lo sigue siendo.
Joseba Sarrionandia se convirtió en un emblema; 'Mikel Antza' ejerce ahora de escritor, da conferencias y apadrina encuentros literarios; Ibon Muñoa, exedil de HB condenado por dar cobijo a los asesinos de Miguel Ángel Blanco, ha escrito libros y ha intervenido en la feria de Durango... Ahora GKS quiere jugar en ese terreno.
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