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Federalistas. Partidarios del ‘no’ en el referéndum de 1995 celebran su victoria en Montreal. mike blake
Las grietas en el espejo del Quebec al que viaja Urkullu

Las grietas en el espejo del Quebec al que viaja Urkullu

El lehendakari se desplazó este domingo a la región canadiense en defensa de su modelo de consulta legal y pactada. Pero la fractura social y el declive del secesionismo han sido también parte de su realidad

Olatz Barriuso

Domingo, 29 de octubre 2017, 19:51

Curiosamente, la última ‘tumba’ del soberanismo quebequés fue la reclamación de la independencia. La exprimera ministra Pauline Marois, del Partido Quebécois (PQ), impulsó hace cuatro años la candidatura del magnate de los medios de comunicación Pierre Karl Péladeau, el Rupert Murdoch ... de Quebec. Pero PKP, como se le conoce popularmente, cometió un error de libro: dar rienda suelta a sus ansias separatistas en la campaña para sorpresa de sus propios ‘padrinos’ y de los sectores económicos que le habían aupado a la cúspide. El electorado de la provincia francófona canadiense le dio la espalda y llevó al PQ al peor desastre electoral de su historia: apenas un 25% de los votos y el segundo resultado más raquítico desde su estreno, un batacazo sin duda traumático para quienes habían rozado con las yemas de los dedos su objetivo secesionista. Tanto ha caído la pulsión separatista tras dos referendos fallidos -en 1980 y en 1995- que el sucesor de PKP, Jean-François Lisée, ha aparcado la posibilidad de convocar un nuevo referéndum de independencia al menos hasta 2022. Eso, si el PQ llegara a recuperar el poder, ahora en manos de los liberales, a cuyas filas pertenece el actual primer ministro, Philippe Couillard.

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