Fernanda Lahera y otro familiar escuchan las explicaciones de la consejera Beatriz Artolazabal en Begoña. a. Gorriz

Gogora hará 18 pruebas de ADN a familiares tras el hallazgo de la fosa común de Begoña

Localizan la chapa identificativa de Fernando Lahera, un combatiente republicano desaparecido en la batalla de Artxanda

Jueves, 14 de abril 2022, 00:25

En Gogora no deja de sonar el teléfono desde que se conoció que el cementerio de Begoña alberga una gran fosa común de la Guerra Civil, la mayor de Euskadi. El hallazgo de 42 restos de milicianos y gudaris ha relanzado las esperanzas de muchas ... familias que tienen desaparecidos entre sus ancestros. Un centenar de personas se han puesto en contacto con el Instituto de la Memoria que dirige Aintzane Ezenarro. De ellos, una veintena reúne los requisitos para hacer un cotejo de ADN y Gogora ha encargado ya la realización de 18 pruebas de este tipo. Los otros dos casos estaban ya recogidos en la base de ADN de Gogora como combatientes desaparecidos en Artxanda y serán cotejados también.

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¿Cuáles son esos requisitos que permiten enviar el kit de recogidas de muestras? Básicamente, que el familiar al que se busque haya participado en las batallas que se libraron poco antes de la caída de Bilbao, especialmente en los combates de Artxanda y que esté «en situación de desaparecido» en 1937. Entre ese centenar de personas que llaman, hay desaparecidos de la batalla de Bizkargi o de Lemoa.

A veces, la suerte da un volatín como el que acaba de vivir Fernanda Lahera, de 84 años, una de las familiares que acudió al cementerio de Begoña el día que arrancaron las exhumaciones. Estaba «muy emocionada», aunque sabía que era muy difícil que aparecieran los restos de su padre en los primeros días. Fernando Lahera murió en 1937 poco antes de que Bilbao cayera en manos de los nacionales.

Investigación

«El análisis de toda la fosa será un trabajo que nos llevará varios meses», explica Roberto Palacios

«Nunca supe qué día murió, dónde lo mataron, ni dónde lo enterraron. Un tío mío pasó mucho tiempo intentando buscar datos pero no lo pude saber». Una parte de aquel vacío pudieron llenarlo los técnicos de Gogora con las partidas sacramentales y los registros. Así supo que su padre murió con 25 años durante la batalla de Artxanda el 14 de junio de 1937 y que fue enterrado en el cementerio de Begoña pocos meses antes de que ella naciera, según consta en el registro civil de Sopuerta.

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Análisis forense

Fernanda había dejado su muestra de ADN en 2017 por si aparecían restos compatibles. Y todo apunta a que habrá suerte. En Begoña, la fosa más grande de la guerra civil en Euskadi, ha aparecido una placa identificativa que le acerca al objetivo que ha tenido toda su vida, encontrar los restos de su padre.

Es una chapa de un combatiente republicano, hallada por los arqueólogos de Aranzadi, donde puede leerse «Bernardo Lahera Urrutia». «Es la suya, son sus dos apellidos. Ya sabíamos que estaba mal registrado en otros listados de la guerra, donde aparecía como Bernardo en lugar de Fernando», cuenta a este diario Fernanda Lahera. «¿Que si me emocioné? Cuando me llamaron, me puse a llorar yo sola por la calle».

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Gogora

Un centenar de personas se han puesto en contacto con el Instituto de la Memoria

Ahora toca confirmar que el cuerpo que apareció en la fosa junto a esa chapa es, efectivamente, el de Fernando Lahera, algo que puede dilatarse todavía un par de meses. Roberto Palacios, técnico de Memoria Histórica en Gogora, explica que «las pruebas de toda la fosa será un trabajo de varios meses». «Cada caso particular depende de como estén los restos exhumados. No es fácil sacar muestras de ADN», añade.

En estos momentos, Aranzadi está haciendo «el análisis forense y antropológico de los restos que darán pistas de la circunstancias de la muerte, el sexo, la edad y la altura». En ocasiones aparecen orificios de bala en los huesos. Si coincide, se procederá al cotejo del ADN que salga de esos restos con el de su hija Fernanda.

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En caso de que sean iguales, entregarán los restos a la familia, que decidirá qué hace con ellos. Su hija lo tenía claro desde el primer día: «Incinerar y llevarlo a Otxaran, a Malabrigo, donde nació y vivió».

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