El Gobierno vasco y Bildu se acercan al momento decisivo de la guerra de nervios que mantienen en torno a la negociación de su hipotético acuerdo presupuestario, un pacto que aritméticamente es irrelevante porque PNV y PSE cuentan con mayoría absoluta -41 escaños- para sacar ... adelante las primeras Cuentas del Ejecutivo de Imanol Pradales, que nacieron ya con el plácet de serie. Políticamente, sin embargo, que los de Arnaldo Otegi entren o no en la jugada puede condicionar, en un sentido o en otro, el relato de la legislatura.
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Los contendientes de este particular juego de las sillas, en el que pierde el que se levante primero, encaran esta semana los últimos compases de la coreografía negociadora antes de que deje de sonar la música: este martes se votan las enmiendas de totalidad que han presentado PP, Sumar y Vox y el jueves se debaten las alegaciones parciales y la comisión vota, y aprueba, el dictamen. Aunque la ley no recibirá la luz verde definitiva en Pleno hasta el viernes 20, el límite real para que se materialice el acuerdo o salten por los aires las conversaciones es este jueves 12.
Ambas partes llegan a la semana clave con posiciones notablemente alejadas, aunque las declaraciones de unos y otros evidencian que, más allá de las dos cuestiones troncales para Bildu -un salario mínimo vasco y un mayor intervencionismo en el mercado de la vivienda-, hay un tercer espacio de negociación, más intangible y esencialmente táctico, que pasa por hacer cargar con la responsabilidad de la ruptura, si se produce, al otro. «Al final, como nadie quiere quedar como el malo, igual acabamos llegando a un acuerdo», ironizaba hace unos días un cargo gubernamental. Otras fuentes han barajado la posibilidad de que Bildu acabe absteniéndose y la hipótesis del portazo con reparto mutuo de culpas sigue siendo plausible.
El miércoles pasado, el lehendakari Pradales instaba a la coalición soberanista a «mojarse» y a aclarar si su posibilismo es real o mero maquillaje con el que quieren «aparentar» mano tendida. La abierta desconfianza del jefe del Ejecutivo vasco provocó malestar en EH Bildu. En la siguiente cita de los equipos negociadores, el jueves, ambas partes pactaron no hacer pública la nueva propuesta que los de Arnaldo Otegi llevaron a la mesa ni la contraoferta del Gobierno vasco.
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Este fin de semana, sin embargo, en una entrevista en 'Grupo Noticias', la portavoz parlamentaria de Bildu, Nerea Kortajarena, devolvía la pelota al lehendakari al interpretar la negociación de las Cuentas como una especie de 'prueba del nueve' para dilucidar si Pradales «es esa 'Euskadi berria' que dice ser» o un mero punto y seguido a Urkullu.
Ambos usan el acuerdo para instar al rival a demostrar que ha cambiado y que es de fiar, en definitiva, mientras Bildu lidia con presiones notables, como la del sindicato ELA. Su secretario general, Mitxel Lakuntza, censuró ayer sin paliativos que los de Otegi no hayan enmendado a la totalidad unos Presupuestos que calificó de «continuistas» y «sin cambios estructurales». Para la central, es «algo inexplicable», igual que la decisión de la coalición de orillar de momento sus exigencias en Osakidetza para facilitar el acuerdo. «No es una buena noticia», concluyó Lakuntza en Radio Euskadi, que las izquierdas «rebajen sus planteamientos».
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