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Iñigo fernández de lucio
Domingo, 19 de septiembre 2021, 23:45
El 4 de septiembre se bailó un aurresku en Rentería en honor de tres personas vinculadas a ETA. Una de ellas era Pablo Gude Pego. 37 años antes, el 23 de febrero de 1984, Gude, miembro de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, descerrajó quince tiros sobre ... Enrique Casas, senador socialista y líder del PSE en Gipuzkoa. Estaba en su propia casa y sus hijos fueron testigos del crimen. Fue el primer asesinato premeditado de un dirigente socialista. El periodista y escritor Pedro Ontoso recupera su memoria con el libro 'Enrique Casas. Un socialista entre balas' (Catarata), promovido por la Fundación Ramón Rubial.
- ¿Qué clase de líder era Enrique Casas?
- Era carismático, tenaz. Un abanderado del pactismo. Puso las bases del socialismo guipuzcoano. Era un líder que se hacía querer y servía para guiar.
- Su asesinato provocó una conmoción enorme.
- Fue en plena campaña electoral. Tuvo un eco internacional, incluso la Casa Blanca emitió un comunicado. Y aquí hubo una huelga general. Hasta la izquierda abertzale lo condenó.
- ¿Por qué le mataron?
- Porque era la figura más importante para el futuro del socialismo vasco y una voz incómoda para los violentos. Fue un atentado de caza mayor, el más grave desde el de Carrero Blanco. Si la sociedad vasca era capaz de digerirlo, se abría la veda para seguir matando a líderes socialistas.
- Y la sociedad vasca lo digirió.
- Efectivamente, y la cosa fue 'in crescendo'.
- ¿Qué consecuencias tuvo la muerte de Casas?
- Abrió una grieta en el santuario francés. Él pensaba que ETA no se atrevería a matar dirigentes socialistas porque Miterrand gobernaba en Francia. Después del asesinato, el socialismo francés se bajó del caballo.
- Tres días más tarde, el PSE dobló sus escaños en el Parlamento vasco. ¿Es una especie de metáfora? ¿Votos contra balas?
- En realidad, ya lo tenían previsto. El día de su asesinato, Casas llevaba encima una cuartilla con los últimos sondeos electorales, que les daban los 19 escaños que obtuvieron. Un mes después, el CIS hizo una encuesta para ver en qué medida su asesinato influyó en el voto. Apenas el 2% reconoció que lo había tenido en cuenta.
- ¿El éxito de González hizo que ser socialista en Euskadi fuera especialmente peligroso?
- Fue una campaña electoral a cara de perro. En vez de plantear temas como la crisis económica, se hablaba mucho de la guerra sucia. Se fijó a los socialistas como objetivo a batir. Lo hacía la izquierda abertzale, diciendo que había una connivencia entre los GAL y el PSOE, pero también lo hacían Euskadiko Ezkerra y el PNV. El gatillo del pistolero que asesinó a Casas lo apretó más gente.
un atentado «de caza mayor»
revictimización
- Ha hablado con la viuda de Casas, sus hijos, compañeros... ¿Cómo ha sido la experiencia?
- Dolorosa. Enrique y Bárbara tenían cuatro hijos. Los dos últimos sólo tenían unos meses. Es algo muy duro, sobre todo para Bárbara. Para ella fue como caer en un pozo oscuro. Y luego no solo es el dolor personal; también tienes que soportar las miradas de la gente, como diciendo: «algo habría hecho». Pocas semanas después del asesinato, todavía le llamaban para insultarla, o le ponían el sonido de una ráfaga de metralleta. Eso es brutal. Y eso se hacía. No te asesinaban una vez. Lo hacían dos, tres, cuatro veces.
- En libros anteriores ha tratado el papel que jugó la Iglesia vasca durante los años del terrorismo. Una crítica que realiza es la equidistancia con que trataba a víctimas y verdugos. Ese equilibrismo, en el caso del asesinato de Casas, se plasma en José María Setién.
- Fue lamentable, desagradable. Txiki Benegas le llamó para que les cediera la catedral del Buen Pastor en San Sebastián. Pero Setién aplicó la praxis, que era cierta, de que a cada muerto le correspondía su parroquia. No lo hizo por razones ideológicas, porque también negó el templo para el funeral de Leizaola. Pero la razón que dio fue que, si al día siguiente le llamaba la familia de un miembro de ETA, tampoco la podía ceder.
- Puso al mismo nivel a víctimas y victimarios...
- Fue humillante. Un episodio que todavía supura.
- ¿Es posible un relato en el que encajen víctimas y verdugos?
- Eso es una ficción. ¿Cómo va a ser compatible el relato del crimen horroroso contra Casas y su familia con el relato de miembros de ETA que mataron, asesinaron, extorsionaron, y que encima salen de la cárcel y les reciben como a héroes? Los 'ongi etorri' pretenden recuperar el mito, la épica de los etarras como luchadores revolucionarios, nobles y heroicos. Pero cuando en Rentería homenajean a Gude Pego... Eso sí es humillante. Para Bárbara tiene que ser como si le volvieran a matar.
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