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david guadilla
Sábado, 4 de septiembre 2021, 23:49
Fue una imagen que no se veía desde hacía tiempo. Subido en un atril, Carlos Garaikoetxea, puño en alto, cargaba hace justo siete días en Vitoria contra la izquierda abertzale, hablaba de «marxistoides» y recuperaba la figura de un político que ha marcado gran parte ... de la historia de Euskadi en los últimos 40 años. El exlehendakari irrumpía de nuevo en la escena pública para hablar de su 'criatura política', de Eusko Alkartasuna, una formación que ayer cumplió 35 años, que estuvo cerca de dar el 'sorpasso' al PNV, liderar el Gobierno y que hoy vive inmersa en una nueva crisis de identidad.
Quienes le conocen bien sostienen que en estos momentos Garaikoetxea está más «preocupado que desilusionado». Pero que un cierto poso de tristeza también le acompaña porque más allá de las disputas internas entre los dos sectores que conviven dentro de EA en estos momentos «a nadie le gusta ver cómo un proyecto que pones en marcha para crecer acaba metido en estas historias».
EA nació el 4 de septiembre de 1986. Aquel día se hizo oficial lo que era inevitable. Que el PNV se quebrase en dos, en una escisión traumática que partió familias y separó amigos. «Con perspectiva, y desde un punto de vista emocional, no creo que haya sucedido nada parecido ni en Euskadi ni en toda España», afirma un testigo de aquella época. Fue, además, una tormenta política en la que el juego sucio también tuvo un papel importante, con escuchas ilegales de por medio.
Garaikoetxea lo había sido todo. Lehendakari, presidente del PNV entre 1977 y 1980 y una figura que en la Euskadi gris de los ochenta levantaba pasiones. Muchos creen que ese tirón popular y una personalidad algo «difícil» es la que a veces le ha hecho cometer errores de cálculo que al final han hecho que EA esté ahora donde está. Lo que algunos definen como la defensa acérrima «de unos ideales» otros califican como «un toque de rigidez» y una «intolerancia» que le hacía pensar que «cualquier cesión en una negociación era un renuncia».
Garaikoetxea puso en marcha un partido convencido de que iba a dar el 'sorpasso' al PNV. Tenía razones para creerlo. Junto a él se fueron dirigentes carismáticos como José Ángel Cuerda. En el momento de la escisión el PNV quedó «descalabrado». En Gipuzkoa prácticamente laminado en lo orgánico. «Él creía que representaba un nacionalismo moderno, más vinculado con una socialdemocracia entonces al alza frente a un PNV caduco, asociado a una democracia cristiana que ya empezaba a decaer en toda Europa», afirma un buen conocedor de aquellos años.
Rafa Larreina
Exparlamentario
«Es un político de raza, alguien que se guía por la honestidad». Rafa Larreina, histórico miembro de EA, no oculta su admiración por Garaikoetxea. En una línea similar se expresa Gorka Knörr, hoy delegado de la Generalitat catalana ante la UE y en su momento encargado de los temas de comunicación en el primer Gobierno de Garaikoetxea. «Creo que será recordado por varias cosas, y por una no menor: poner en marcha una administración de la nada y negociar el Concierto». Una tarea en la que fue fundamental Pedro Luis Uriarte.
Aquellos años frenéticos no ocultaban, sin embargo, las cada vez más evidentes diferencias sobre el futuro de Euskadi que existían en el PNV. Larreina da una explicación: «Durante todo el franquismo el partido se convirtió casi en un movimiento en el que convivían diferentes sensibilidades. Y eso durante una dictadura no importa, pero cuando se instala la democracia, sí».
Según quien fuera parlamentario de EA durante muchos años, las diferencias salpicaban muchas cuestiones: la puesta en marcha de la central de Lemóniz -«Arzalluz estaba a favor, Garaikoetxea no»-, la entrada en la OTAN, pero sobre todo el «modelo de país». «Él apostaba por dotar al Gobierno vasco de una personalidad fuerte frente a otro sector que quería que las diputaciones tuviesen un papel relevante», añade Knörr.
La tensión fue en aumento y llegó un momento en el que la situación se hizo insostenible. Garaikoetxea fue relevado como lehendakari y fue sustituido por José Antonio Ardanza a finales de 1985. El 12 de julio de 1986 acabó convirtiéndose en una fecha clave. El PNV celebró su asamblea nacional en Artea en un ambiente de enorme tensión y todo estalló.
Gorka Knörr
Exparlamentario
Fue una especie de punto de no retorno. Mes y medio después nacía EA. La primera idea de sus fundadores fue Eusko Abertzaleak, pero el nombre estaba registrado. Menos de tres meses después se celebraron elecciones al Parlamento vasco. En votos ganó el PNV, pero en escaños, el PSE. Nunca ha vuelto a pasar. EA sacó 13 escaños y se empezó a negociar un tripartito entre ellos, los socialistas y EE. Se le conoció como «el Gobierno de la Seguridad Social» porque la clave de su formación era que se traspasase a Euskadi esa competencia. Fue imposible -lo sigue siendo-, y llegó el pacto PNV-PSE. «Cometió un error de cálculo. Podía haber sido lehendakari»
¿Se arrepintió alguna vez Garaikoetxea de no haber cedido? «No lo creo, hubo gente que planteó haber firmado el acuerdo sin haber cerrado el traspaso. Había muchos intereses en juego, muchos posibles puestos de trabajo en juego... Pero eso hubiera ido en contra de sus ideales», responde Larreina.
A partir de ese momento EA comenzó un recorrido irregular. Situado entre dos trasatlánticos como el PNV y la izquierda abertzale, esa 'tercera vía' siempre ha tenido problemas para ubicarse. La última vez que se presentó en solitario a unas elecciones al Parlamento fue en 2009. Obtuvo un escaño. Lo intentó dentro de EH Bildu, una fórmula que en un inicio Garaikoetxea vio con buenos ojos. Pero al final llegó el abrazo del oso. Para muchos, ya es demasiado tarde. Ayer, en un mensaje de felicitación a los afiliados, el 'padre' de EA afirmó que «la virtud de estas coaliciones» es que «posibilitan un amplio abanico electoral, que se reduce si se confunde con la integración en un partido único donde, por otra parte, no pueden fundirse ideologías tan diversas como la socialdemocracia y su moderación, e izquierdas dogmáticas radicales».
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