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Ni el arrepentimiento ni la reconciliación forman parte del discurso de los antiguos miembros de ETA», que además, utilizan la excusa del franquismo y la ... genérica referencia al «Régimen del 78» para seguir justificando la violencia pese a la disolución de la banda. Esta es una de las reflexiones que aparece en un artículo académico publicado por el 'Journal of Iberian and Latin American Research' elaborado por dos expertos españoles a partir de entrevistas a miembros de la organización terrorista. El trabajo pone de relieve que en el argumentario que utilizan de forma interna los etarras mantienen un discurso en el que se insiste en la necesidad de los crímenes y los atentados por lo que la reconciliación «es difícil de vislumbrar».
El informe se titula 'Nada de qué arrepentirse: violencia y reconciliación en el discurso de la militancia de ETA' y ha sido elaborado por Jerónimo Ríos y Egoitz Gago a partir de entrevistas a miembros de la banda que han cumplido penas de más de 19 años de prisión por su pertenencia a distintos comandos. Los dos expertos en violencia política, tanto en España como en Latinoamérica, ya habían publicado en 2021 el libro 'La lucha hablada. Conversaciones con ETA', en el que realizan un análisis del discurso interno de los terroristas.
El trabajo de Ríos y Gago tiene un punto de partida claro: cómo el relato se construye de forma totalmente personal y casi emocional, también entre los terroristas. «Las narrativas nunca suponen realidades objetivas. Cada mirada por parte de los entrevistados representa una estrategia retórica de lo que supuso la violencia desde la pertenencia a ETA. Por tanto, si las narrativas son enunciaciones subjetivas, cabe esperar un sesgo traducido en estereotipos, falacias, hipérboles o eufemismos, que alimentan el relato legitimador del terrorismo», escriben. En este sentido insisten en que los terroristas necesitan «un discurso legitimador de la violencia» en el que se busca «convencer de que solo la 'lucha armada' es la opción válida».
A partir de ese análisis, los autores destacan cómo los presos de ETA han construido todo un discurso para justificar sus crímenes en el que se entienda «la necesidad del terrorismo como instrumento». En una de las entrevistas, uno de los terroristas asegura: «Yo entré en el año 89 a ETA (...) en un contexto de represión donde existía una organización armada desde hace bastante años y en el cual la única forma política en que podíamos avanzar es a través de la lucha armada».
El discurso etarra busca la justificación de los atentados en ese contexto. «La contribución de ETA ha permitido que este país no desaparezca, que no haya sido absorbido por el Régimen del 78 y que aquí paz y después gloria. Lo hemos pagado mucho y el precio ha sido muy alto, pero la lucha armada ha conseguido que este pueblo siga vivo», señala otro terrorista entrevistado.
El artículo científico de los expertos fue publicado el pasado 10 de julio, cuando ya había estallado la polémica por el pacto alcanzado por el PSOE con EH Bildu para aprobar la Ley de Memoria Democrática y que ha servido a la izquierda abertzale para abonar el relato de que los crímenes del franquismo se extendieron hasta 1983, un año después de la victoria socialista de Felipe González y ocho años después de la muerte del dictador. Esta iniciativa legal ha provocado un fuerte malestar en la oposición, en las asociaciones de víctimas y en sectores históricos del partido socialista.
El estudio de Ríos y Gago pone el acento en que ese tipo de discurso que se recoge en la Ley de Memoria Democrática es el que emplean los miembros de la banda para justificar sus crímenes. «Las interpretaciones de la actual situación política parecen construirse para los exintegrantes de ETA desde un nivel de confrontación que dificulta cualquier escenario de integración. Esto es, el Estado español se sigue definiendo, casi unívocamente, como un Estado fascista», relatan. En este punto citan una frase de un terrorista entrevistado: «El Estado español es un Estado franquista. Aunque el dictador esté sepultado en una losa que quieren quitar ahora, la percepción sociopolítica del franquismo sigue siendo muy importante», afirma.
Ríos y Gago describen como ETA tuvo que modificar su discurso legitimador a lo largo de la Transición. «Sus dos primeras décadas de existencia habían quedado marcadas por una impronta antifranquista que ya no tenía sentido. Elementos como la Ley de Amnistía o el Estatuto de Gernika no aminoraron un activismo terrorista que se intensificó, especialmente, hasta el año 1982, en lo que se denominó vulgarmente como los 'años de plomo», agregan. Para los autores del informe, el relato de los terroristas en esos años «se centró en mostrar cómo el mito de la Transición es una aparente transformación del autoritarismo disfrazado de democracia porque continúa cercenando los derechos y libertades del pueblo vasco».
Según el artículo académico de los dos expertos, este tipo de discurso no solo tiene un efecto legitimador de la violencia perpetrada por ETA una vez fallecido Franco e iniciado el camino hacia la democracia. Según Ríos y Gago, la «ortodoxia» del discurso de los presos etarras «sigue observando el sentido crítico a cualquier atisbo de arrepentimiento». «No solo no tiene cabida en el universo semántico de los entrevistados, sino que tampoco lo tiene la idea de la reconciliación», afirman.
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