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En meteorología se conoce como 'efecto Foehn'. Una masa de aire cálida avanza firme hasta que se topa con un relieve montañoso. Para salvar ese obstáculo, se enfría, incluso precipita. Pero una vez traspasado, desciende vigorosa la ladera y recobra su temperatura. Bien lo debe ... de saber Fran Hervías (Tossa de Mar, Girona, 1983), geógrafo y meteorólogo de formación, quien después de dirigir con puño de hierro el aparato de Ciudadanos con Albert Rivera, pasó temporalmente a la retaguardia con Inés Arrimadas antes de encontrar acomodo en el PP para proseguir con su fulgurante carrera política.
Hervías es uno de los protagonistas de la tormenta en el centroderecha nacional; es más, la dirige. Representa el puente que ha tendido Génova a los liberales decepcionados con el viaje de Cs hacia la descomposición. Su agenda vale oro porque conoce prácticamente mejor que nadie las flaquezas intestinas de un partido que él mismo construyó desde la siempre nebulosa secretaría de Organización. Una ardua tarea a la que ha dedicado la mayor parte de su trayectoria profesional y que ahora presenta como hoja de servicios a Pablo Casado.
Tenía 23 años cuando se afilió a Ciutadans, una plataforma recién creada en Cataluña contra el «nacionalismo obligatorio». Ese gen ya lo tenía este hijo de un guardia civil granadino y criado en una casa cuartel de Girona durante los años de plomo de ETA. Compaginó su militancia con trabajos como recepcionista de hotel, hombre del tiempo en una televisión local y técnico del Meteocat. Hasta que en 2009 Rivera le encomendó la dirección del aparato de un partido que todavía era una pequeña fuerza autonómica pero que soñaba ya con dar el salto nacional.
Su misión equivaldría a partir de entonces al jefe de la temida unidad de Asuntos Internos que investiga con lupa a los policías. Ahí empezó a forjar su leyenda negra que pronto le hizo valer puertas adentro el mote de Señor Lobo, en referencia al personaje de 'Pulp Fiction' que se dedicaba a solucionar los problemas más sucios con gran profesionalidad. El apodo se lo puso Juan Carlos Girauta y no solo no le molestó, sino que se dedicó a pregonarlo para engrandecer su propio mito. «Mi papel es ser el malo de la película, acabar con las ovejas negras», se jactaba en una entrevista en 2016.
En los años de crecimiento nacional de Ciudadanos, se recorrió toda España al volante de su Mazda 3. Igual que el Señor Lobo, se plantaba con inusitada rapidez allí donde hubiera una mancha que limpiar. Y no le faltaba trabajo entre trepas que aprovechaban para conseguir un cargo bien remunerado, marcas electorales que imitaban a los naranjas en las municipales y extraños pactos fruto de la heterogeneidad ideológica de los militantes. De la máxima confianza de Rivera y con una estructura muy centralizada, todo pasaba por él.
SECRETARIO DE ORGANIZACIÓN
También fue una pieza clave en la batalla perdida por liderar la derecha. Trató de pescar a dirigentes del PP en una operación similar a la que años antes había culminado con la extinta UPyD. Algunos dieron el paso, como Ángel Garrido y José Ramón Bauzá, pero también hubo negativas como la de Roberto Bermúdez de Castro, el delegado de Soraya Sáenz de Santamaría para aplicar el artículo 155 en Cataluña. Aquella pugna, como se sabe, acabó con el batacazo electoral del 10-N, la dimisión de Rivera y el paso de Hervías a la segunda línea como senador por Andalucía.
Pero nunca abandonó los trabajos de fontanería y siguió tirando de agenda en la sombra durante su discreta estancia en la Cámara alta. Pronto, antes que nadie, empezó a divisar la borrasca en el cielo naranja y fue preparando el terreno. Se apresuró a llamar a la puerta de Génova, donde le recibieron con los brazos abiertos. El PP es consciente de que su fichaje no es un filón electoral porque apenas es conocido, pero sí dispone de información privilegiada para dinamitar definitivamente el proyecto político que él mismo apuntaló.
Hervías se dedica ya a tiempo completo a desguazar los restos de Ciudadanos para disfrute de Casado. «Yo en casas ajenas no trabajo», decía hace años, cuando era el PP el que flaqueaba. Desengañado ante la «muleta del sanchismo» en la que se habría convertido Cs, ya cuenta con despacho propio en la cuarta planta de Génova 13. Ya es su casa.
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