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david Guadilla
Domingo, 28 de octubre 2018, 17:11
«Mire, hace unos meses se hizo una semblanza en una revista de Vitoria de un preso de ETA, de cómo era, de cómo trabajaba... Y de repente había un salto y se decía que estaba en la cárcel. Y no se decía por qué. ... Es una espina que tengo clavada». Quien habla es Sara Buesa, y el recluso a quien alude es Diego Ugarte, condenado por el asesinato de su padre, Fernando Buesa, y de su escolta, el ertzaina Jorge Díez el 22 de febrero de 2000.
Dieciocho años después de aquel crimen, la actual vicepresidenta de la fundación creada para recordar los valores que defendía el político socialista, que llegó a ser vicelehendakari, ofrece un discurso en el que combina la mano tendida a los miembros de ETA con la exigencia. No muestra reparos a un posible acercamiento de los reclusos alPaís Vasco pero también reclama «empatía hacia las víctimas» por parte de los colectivos de apoyo a los presos y a sus familiares.
Buesa, que esta semana compartió mesa en una jornadas en Vitoria sobre política penitenciaria con Joseba Urrosolo Sistiaga, considera fundamental explicar a las nuevas generaciones qué fue ETA y «no mezclar violencias». Y, en este sentido, admite que el programa 'Herenegun!' elaborado por el Gobierno vasco para llevar a las aulas lo sucedido en Euskadi «no me ha gustado».
– ¿Por qué?
– No quiero reabrir la polémica. Se van a incorporar nuevas aportaciones y nosotros estamos analizando qué cuestiones incorporar y cómo mejorar el programa. Seamos optimistas.
– Pero es evidente que no le dejó muy satisfecha.
– He participado en varias experiencias del Gobierno vasco y tanto mi hermana (Marta) como yo nos sentimos muy identificadas con ellas y creo que han sido muy positivas. Y también considero que hay que llevar la historia de ETA a las aulas. Otra cosa es cómo se aborde. Pero es verdad que personalmente no me ha gustado cómo se ha hecho y que la elección de vídeos no parece que haya sido la mejor.
– ¿Qué es lo que menos le ha gustado?
– Creo que es necesario hablar de todo lo que ha sucedido. Habrá que hablar de ETA en profundidad, pero también de los GAL y de otras cuestiones. Pero no se pueden mezclar todas las violencias que ha habido en Euskadi. Cada una debe tener su lugar. Y la sensación que tengo es que la contextualización que se ha hecho de lo que fue ETA genera confusión.
– ¿Teme que a las nuevas generaciones les llegue un relato distorsionado?
– La sociedad va pasando página y las personas que estamos implicadas en este tema nos damos cuenta de lo importante que es cerrar todo esto bien. Si no conseguimos que los jóvenes deslegitimen de forma absoluta a ETA habremos fracasado.
– ¿Y se está consiguiendo?
– Yo he ido a aulas a contar mi experiencia personal a los jóvenes, y cuando les hablas de lo que sucedió en 2000 te das cuenta de que ni habían nacido. Afortunadamente no han vivido todo por lo que tuvimos que pasar nosotros. Es imposible que sean conscientes de todo lo que hizo ETA. Pero su mirada, el corazón que ponen... Es muy positivo. No tienen ese lastre que hemos tenido nosotros. Son capaces de empatizar contigo, ver claros los valores y rechazar la violencia. Y hay algo muy importante. Antes no se hablaba de ello ni en las casas, ni en las cuadrillas ni en los trabajos ni en los colegios. Y hay que hacerlo, explicarlo...
– ¿Y cómo hay que abordar la reinserción?
– Si en ese proceso no hay una reparación para las víctimas sería un fracaso y para eso es necesaria la autocrítica por parte de los presos. Reconocer los actos terribles y empezar por ahí. Tiene que ser un viaje personal o íntimo, que se demuestre que se ha hecho un recorrido para desmarcarse de la violencia.
– ¿Cree que la izquierda abertzale está dando los pasos suficientes?
– La postura de la izquierda abertzale es claramente insuficiente. Los colectivos de presos y Sortu no han hecho ese proceso de autocrítica. Es verdad que han dicho de que de cara al futuro no se puede utilizar la violencia para obtener réditos políticos, pero lo importante es analizar de forma correcta lo que sucedió en el pasado.
– ¿Y sabe por qué no lo hacen?
– No lo sé, supongo que tienen sus propias presiones y que es complicado porque tendrán que hacer toda una serie de reflexiones personales, políticas y colectivas. Pero la sensación que tengo es que hacen un reconocimiento del daño causado de forma muy generalista.
– Desde Sortu se subraya que ya están dando pasos, que se les exige demasiado.
– Y es verdad que se están haciendo cosas, pero no llegan con la suficiente fuerza. No he visto ningún mensaje contundente de la izquierda abertzale contra ETA. Sí contra los GAL y la tortura, pero no contra ETA. Van pasando los años y a la izquierda abertzale no se le acaba de oír que ETA estuvo mal, que nunca hubo ETA buena, son mensajes que nunca son capaces de hacer con rotundidad.
– A pesar de esas dudas, usted se ha mostrado favorable a modificar la política penitenciaria, a favorecer la reinserción y no ve problemas en acercar a los presos a cárceles próximas al País Vasco. Una postura que no es compartida por todas las víctimas.
– Entiendo las reticencias que puede provocar una nueva política penitenciaria en algunas víctimas, y por eso es importante aclarar todo lo que se vaya a hacer y generar confianza. Pero es evidente que no todo el mundo va a estar de acuerdo porque es normal que surjan muchas dudas.
– ¿Sobre qué principios se tiene que mover la nueva política que desarrolle el Gobierno de Sánchez?
– Son unos principios muy claros y evidentes. El respeto al principio de legalidad y el reconocimiento y reparación del daño injusto causado a las víctimas.
– ¿Es optimista? ¿Cree que habrá una evolución positiva por parte de los presos de ETA?
– Creo en la reinserción, y más en la Justicia restaurativa que en la vengativa. La pregunta que nos tenemos que hacer es cómo queremos que los presos de ETA salgan a la calle, porque lo van a hacer. Y la cuestión es si queremos que queden en libertad tras haber realizado un proceso de reflexión o pensando que son unos héroes. Pero claro, para favorecer un cambio en la política penitenciaria hay que generar confianza.
– ¿A qué se refiere?
– Pues a que muchos mensajes que llegan desde el mundo de la izquierda abertzale o desde el entorno de los presos van en sentido contrario. (Alude al artículo sobre uno de los etarras acusados de asesinar a su padre).
– ¿Cree que sería positivo recuperar la 'vía Nanclares' o algo similar?
– No sé si se debe recuperar esa iniciativa, pero sí aportó cosas valiosas.
– ¿Por ejemplo?
– Pues que personas que habían sido miembros de ETA y que habían cometido crímenes dieron un paso al frente, se desvincularon de la banda, reconocieron que el daño fue injusto e irreparable y fueron muy críticos con su pasado e incluso con la cobertura que dio la izquierda abertzale. En la labor de deslegitimación que necesita este país su declaración me parece importante. La reparación completa nunca la vamos a tener, pero de alguna forma ayuda.
– ¿Por qué?
– Porque para una víctima lo más doloroso es oír cómo se legitima la violencia. Que haya personas que puedan transmitirte que aquello estuvo mal es sanador. De alguna forma ayuda.
– ¿Apoya el acercamiento de presos al País Vasco?
– Lo importante es que cumplan la condena por lo que han hecho. Personalmente no tengo ningún problema en que la cumplan cerca de sus casas. Esa petición de acercamiento la puedo comprender desde el punto de vista de sus familiares. Pero hay otras cuestiones que también me parecen relevantes y que desde ese mundo se tienen que tener en cuenta porque no ayudan.
– ¿A qué se refiere?
– Pues a los 'ongi etorris' y a los presos de ETA. Son una incongruencia y generan mucha desazón. Tienen que ser conscientes de que cualquier acto que legitime la violencia dinamita los puntos de encuentro y genera desconfianza.
– Desde los colectivos de apoyo a los presos se suele decir que los familiares tienen derecho a recibirles. ¿Cree que desde ese entorno no se es consciente del daño que provocan ese tipo de actos?
– Entiendo sus peticiones para el acercamiento de los reclusos, pero nunca les he oído nada sobre nosotros, nunca hay un mensaje de empatía hacia las víctimas. Pueden reconocer que uno de sus familiares actuó mal...
– ¿No ve ningún gesto por su parte?
– Quiero pensar que tienen una mínima conciencia, pero el primer paso para cualquier acercamiento es no ofender.
– ¿Es optimista sobre el papel de la sociedad vasca a la hora de cerrar las heridas?
– Soy positiva por naturaleza. Tengo cierta esperanza. Pero también le digo que en algunas cuestiones no se acaba de avanzar.
– ¿Satisfecha con la sentencia dictada por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo?
– Tengo un profundo respeto al Estado de Derecho y a los tribunales. Respeto esta sentencia judicial, como también respeté la sentencia que ese mismo tribunal dictó en su día en relación a la doctrina Parot.
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