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La etapa de Jonan Fernández en el Gobierno vasco toca a su fin... De momento. El que fue secretario de Paz y Convivencia, después responsable de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación y finalmente secretario general de Transición Social y Agenda 2030 fue cesado este martes ... en un Consejo de Gobierno en el que se dio luz verde a los nombramientos y destituciones que dibujan el Ejecutivo de Imanol Pradales.
Jonan Fernández (Tolosa, 1962) llegó a Lakua en 2013 de la mano del lehendakari Iñigo Urkullu en una elección que fue criticada por el resto de las fuerzas políticas, salvo EH Bildu. Varios asociaciones de víctimas del terrorismo mostraron su oposición. Estuvo durante las dos primeras legislaturas al frente de todos los planes presentados por el Gobierno sobre el final del terrorismo, el desarme de ETA y el acercamiento a cárceles vascas de los presos de la banda, un objetivo que se alcanzó finalmente a finales del año pasado. También lideró las políticas de víctimas y memoria, tanto en relación a grupos terroristas como al franquismo. Sus discrepancias con Txema Urquijo, mano derecha de Maixabel Lasa y referente de las víctimas, concluyeron con el cese de Urquijo.
Su presencia y su trabajo fueron polémicos desde el principio. Hombre de la máxima confianza de Urkullu, muchos censuraban su pasado. Fue concejal de Herri Batasuna en Tolosa entre 1987 y 1991 y luego su trayectoria estuvo ligada a dos plataformas. Fue portavoz de la agrupación ecologista Lurraldea, conocida por la polémica que rodeó la construcción de la autovía de Leizaran, objetivo de ETA. Pero se hizo un nombre posteriormente, como coordinador general de Elkarri, cargo en el que estuvo catorce años.
Aquella vía abierta por Elkarri fue polémica. Hasta entonces, los movimientos pacifistas se movían en la órbita de Gesto por la Paz, reclamando el fin de la violencia sin contraprestaciones. Elkarri levantó ampollas porque, cuando la izquierda abertzale todavía no renegaba del uso del terrorismo, empezó a explorar cauces para buscar acuerdos que condujeran al final de la actividad terrorista. Fernández lideró aquellas tesis y, desde aquel púlpito pasó a integrar una suerte de «comité de sabios» que asesoraba a Juan José Ibarretxe. El propio Ibarretxe inauguró en 2006 Baketik, el Centro por la Paz de Arantzazu, que fue el último destino del tolosarra antes de llegar al Gobierno de Urkullu.
Cuando ETA desapareció definitivamente en mayo de 2018, el lehendakari Urkullu dio por concluida su etapa al frente de la Secretaría de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación pero lo mantuvo en su núcleo duro. Fernández era ya una figura muy cuestionado por los socialistas, socios del Ejecutivo, por su labor en relación al terrorismo y la memoria. Sin embargo, Urkullu puso pie en pared. Ni siquiera le afectó cuando en 2020 se acometió una importante reducción de la estructura, de los tentáculos del Ejecutivo. De hecho, en esa remodelación, Fernández acabó en el núcleo duro de Urkullu, el departamento de Presidencia. La conexión personal entre ambos fue automática y se ha mantenido hasta el final. Su último puesto fue el de secretario general de Transición Social y Agenda 2030, una tarea que tenía hasta este martes.
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