![Un nuevo tiempo político](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/11/26/opi-silvan-k2tB-U210832681980wQB-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Semanas antes de que se celebrasen las elecciones municipales y forales del 28 de mayo, los datos preelectorales vaticinaban unos resultados que podían impactar en la distribución del poder en Euskadi. Pocos parecían prestar atención a unos datos que hablaban de un porcentaje elevado de ... indecisos dentro del electorado del PNV y una fortaleza inusual de EH Bildu. Se confirmaba así que contar con información y buenos datos no siempre es sinónimo de ser capaz de anticipar los cambios. Hay que querer y saber analizarlos para poder identificar les corrientes de fondo que anticipan.
El PNV perdía 86.000 votos, confirmaba las tendencias y dejaba al partido en estado de shock y sin tiempo para la reacción tras el adelanto electoral de Pedro Sánchez. El marco en el que se celebró la campaña estatal no ayudaba a su recuperación. La disyuntiva era clara: gobierno del PP con Vox o una coalición de partidos liderados por el Partido Socialista. El 23 de julio el PSE-EE ganaba las elecciones en Euskadi y el PNV quedaba como tercera fuerza política tras EH Bildu (contando Navarra). Pese a estos resultados, los acuerdos de gobierno con el Partido Socialista y el perfil bajo de EH Bildu durante el proceso de negociación para la investidura, permitían al partido jertzale mantener el protagonismo en la agenda estatal.
Tras el paréntesis de la investidura, las miradas volvían a Euskadi. Si tradicionalmente el éxito del PNV se había basado en su capacidad de hibridación con la sociedad vasca, el partido no podía mantenerse aislado, por más tiempo, de las señales que mandaban los resultados de las dos elecciones celebradas este año.
La noticia adelantada por este diario de que el EBB había decidido que Iñigo Urkullu no repita como cabeza de lista en las próximas elecciones autonómicas colocaba a la sociedad vasca ante un escenario imprevisto, no tanto por el fondo, sino por las formas. El PNV sorprendía a todo el mundo con una noticia destapada un viernes, que continuaba con la designación, un sábado a mediodía, de Imanol Pradales como candidato a lehendakari. Si ahora se trata de hacer las cosas de manera diferente, lo han conseguido.
El cambio de la sociedad vasca es real y el partido jeltzale ha de ser consciente de la dimensión del cambio. Las gafas del pasado no sirven para interpretar el presente. Por un lado, la competencia electoral es más exigente, lo que hace que haya más opciones de voto competitivas para el electorado. Por otro, la sociedad vasca requiere de nuevos liderazgos que den respuesta a una agenda política y social que poco tiene que ver con la del pasado. La sociedad es mucho más diversa y plural de lo que reflejan las estructuras, las mujeres claman por compartir el espacio y tomar el relevo, y la población joven, que piensa y vive en otras claves, reclama que sus necesidades sean atendidas.
Escuchar y conectar es ahora más importante que nunca. Escuchar para renovar ideas y discursos, ajustar los retos y responder a las necesidades desde una visión más actual. Ello requiere de una renovación del capital humano que empieza en la figura del lehendakari. El tiempo dirá si la selección del candidato del PNV responde a un contexto actual muy cambiante y si da sus frutos. Lo que sí sabemos es que el nuevo tiempo político ya es una realidad en Euskadi.
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