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david guadilla
Lunes, 9 de septiembre 2019, 00:01
Este pasado miércoles se cumplieron 33 años desde la fundación de Eusko Alkartasuna. No hubo mucha fiesta. El partido se asoma al que puede ser su septiembre más negro. En una formación acostumbrada a sobrevivir a sus habituales tensiones estructurales, la fractura abierta entre ... las dos corrientes que cohabitan en su interior se ha transformado en una batalla cruenta que amenaza con acabar en los tribunales y desembocar en una guerra por quién es el heredero legítimo de la marca creada por Carlos Garaikoetxea.
La situación es tal que el propio exlehendakari rompió su silencio hace justo una semana en un homenaje que se le tributó en Deba. El fundador de EA alertó del riesgo de «desaparición», pidió un congreso -a celebrar en fecha indeterminada tras la dimisión el pasado mes de junio de Pello Urizar- con «limpieza y transparencia» y puso el foco sobre el quid de la cuestión: el papel que debe tener EA dentro de EH Bildu. «No puede ser una integración». Aunque ha evitado declaraciones públicas altisonantes, Garaikoetxea nunca ha ocultado su cercanía al sector crítico, aquellos que ven con ciertos -o bastantes- recelos el devenir de EH Bildu.
Que Garaikoetxea hiciera estas declaraciones ya demostraba cómo está el ambiente. Pero el certificado final lo dio días después Iker Ruiz de Egino, portavoz de la ejecutiva nacional. «El señor Garaikoetxea está un poco desconectado y no colabora para nada en la línea de dirección que se lleva en EA», afirmó el dirigente en un hecho insólito porque nadie en el partido recuerda un ataque así contra su fundador. Ruiz Egino no ahorró críticas y restó valor a las palabras de Garaikoetxea: «Por las circunstancias que sea, vive en donde vive, está en su retiro político»
El tono y las formas empleadas por Ruiz de Egino han encendido todavía más los ánimos en el sector opositor. Desde el entorno del exlehendakari se recalca que nada de eso es cierto, que acude a las asambleas de Pamplona y que está «muy al tanto» de todo lo que se mueve en el partido.
El origen de la trifulca es cuál debe ser el encaje de EA dentro de EH Bildu. El debate se abrió hace dos años, cuando la coalición puso en marcha su refundación. El pilar del nuevo proyecto se asentaba sobre la base de que los partidos que la integran -Sortu, EA y Alternatiba- irían cediendo protagonismo para que la propia EH Bildu se fuese convirtiendo en un sujeto político vivo con sus propios militantes.
Quienes defienden esta propuesta dentro de Eusko Alkartasuna consideran que es la mejor forma de impulsar el movimiento soberanista; los críticos creen que favorece el control por parte de la izquierda abertzale y, a medio plazo, provocará la desaparición de EA. En todo caso, no se plantean romper EH Bildu.
Carlos Garaikoetxea | Exlehendakari
El primer asalto se dio hace dos años, en un congreso celebrado en San Sebastián en el que Pello Urizar se impuso a Maiorga Ramírez por solo 14 votos. Fue una victoria que no cerró ninguna herida porque los críticos sostienen que la ponencia que salió de aquel cónclave refrenda sus tesis. A esto hay que añadir que los opositores no son un grupo 'guerrillero' reducido: están al frente de las ejecutivas de Álava, Gipuzkoa y Navarra.
La 'guerra fría' latente desde 2017 se ha convertido en abierta desde la dimisión de Urizar. Se eligió a un sucesor provisional, Joseba Gezuraga, otro histórico de EA, para que pilotase un periodo de transición y pusiese en marcha un proceso de primarias de cara a un nuevo congreso. Los críticos pidieron acceso al censo de todos los militantes. La solicitud no fue aceptada y hace unos días cumplieron su amenaza de acudir a los tribunales. La respuesta del sector oficial fue rotunda: a los líderes territoriales 'díscolos' se les ha abierto expediente.
¿Y a partir de ahora? Fuentes de ambas partes admiten que el horizonte no es halagüeño porque nadie parece dar su brazo a torcer. Si la actual dirección «se empeña» en seguir adelante «nosotros no reconoceremos a quien salga elegido», admiten los críticos. «Tenemos toda la legitimidad, el problema es que no asumen quién ganó la última asamblea», apuntan los que hasta hace unos meses estaban junto a Urizar. Si nadie frena antes de tiempo, EA se precipitará por un abismo judicial en el que ambas partes se presentarán como los legítimos herederos de las siglas fundadas por Garaikoetxea hace justo 33 años. Y EA vivirá su propio cisma.
La integración dentro de EH Bildu ha tenido para Eusko Alkartasuna sus claroscuros. La parte positiva es nítida. Formar parte de la coalición soberanista le ha garantizado su futuro como partido, le ha dado visibilidad pública y ha permitido que muchos de sus dirigentes accedan a cargos públicos en ayuntamientos, diputaciones, Parlamento... Fuera de EH Bildu hubiera supuesto intentar navegar entre dos trasatlánticos: el PNV y la izquierda abertzale. Y pocos apostaban por ello. Pero eso ha tenido un precio. Asumir que el hermano mayor de Bildu es Sortu y que el margen de maniobra de EA es estrecho. Eso ha dado lugar a algunos roces; por ejemplo, con los homenajes a ex presos de ETA.
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