Domingo, 22 de diciembre 2024, 00:12
El Parlamento vasco vivió el viernes una jornada excepcional. Y no porque lo sucedido en el pleno fuese algo del todo sorprendente o inesperado, sino porque se salió del guion fijado en las últimas semanas en Euskadi. EH Bildu anunció que no apoyaba los Presupuestos del Gobierno vasco tras mantener el suspense hasta el último momento. En la práctica no pasa nada porque Imanol Pradales tenía garantizada la aprobación de sus primeras Cuentas públicas gracias a la mayoría del PNV y el PSE, pero el portazo de la coalición soberanista sí ofrece una imagen diferente: el Ejecutivo vasco será la única institución que saque adelante su principal proyecto anual sin el respaldo de un tercer socio. Euskadi se ha abonado a los pactos transversales a la espera de lo que suceda en los próximos meses con otro reto no menor: la reforma fiscal.
Publicidad
Las conversaciones para sacar adelante los Presupuestos de 2025 para Euskadi son una buena demostración de hasta qué punto para los partidos es tan importante el fondo como la forma. Se han negociado acuerdos en los que se han cerrado partidas y enmiendas, pero todo ha tenido un gran componente táctico y estratégico. Porque todos los grupos comparten un mismo análisis. En la Euskadi del posterrorismo, lo que renta es el consenso y la estabilidad, no la bronca.
A mediados de octubre, Pello Otxandiano compareció para explicar su oferta de «pacto global» para toda Euskadi con una serie de exigencias entre las que se incluía la creación de un Salario Mínimo Interprofesional «propio». En aquel momento parecía complicada la aproximación porque, además, Otxandiano hablaba de dar un giro de 180 grados a las políticas actuales. Pero empezaron a llegar los gestos.
La coalición soberanista primero evitó presentar una enmienda a la totalidad –algo que sí hicieron el PP, Sumar y Vox– para luego ir cediendo en sus posiciones más maximalistas. El Departamento de Hacienda también se movió y por un momento parecía que habría fumata blanca. Pero, en realidad, lo que se estaba jugando era una partida de ajedrez en la que nadie quería aparecer como el que rompía la baraja. EH Bildu, sobre todo, para reforzar su imagen institucional. Una jugada que la alianza independentista ha llevado al límite, no desvelando sus cartas hasta última hora, incluso cuando ya desde el Gobierno vasco se insistía desde hace una semana en que no había nada que hacer.
Todo ha transcurrido por caminos independientes, pero a la vez interconectados. Porque cada movimiento en un territorio ha sido observado de reojo en el resto. Primero llegó el pacto con el PP enGipuzkoa, luego el de Álava con EH Bildu y el tercero fue en Bizkaia con la coalición soberanista también de protagonista. Los tres tableros tienen sus matices. En Gipuzkoa los populares necesitan ganar influencia para salir de la irrelevancia, en Bizkaia son los de Arnaldo Otegi los que están obligados a romper con su imagen tradicional y Álava es donde se esbozan más claves de lo que está por venir.
Publicidad
Porque en este juego de estrategia, el diputado general, Ramiro González, tampoco estaba dispuesto a quedar atrapado en el lazo de EH Bildu. Y el sábado de la semana pasada se hizo público el acuerdo alcanzado con el PP para subir un 10% las deducciones del IRPF. La geometría variable llevada al máximo.
Lo sucedido en Álava es el prólogo de lo que puede venir en los próximos meses alrededor de la reforma fiscal, siete años después de consensuarse la última modificación. Aquel fue un pacto de alto calado político entre el Gobierno del PNV-PSE con el PP que también se extendió a las Cuentas del Ejecutivo para 2018.
Publicidad
El contexto era muy importante. A Iñigo Urkullu le faltaba un escaño para la mayoría absoluta y jeltzales y populares estaban consolidando una relación que tendría su punto de inflexión meses después con el apoyo que dio el PNV a los Presupuestos de MarianoRajoy y la actualización y renovación del Cupo y del Concierto. Días después llegó la moción de censura de Pedro Sánchez y aquella entente se rompió en unos pedazos que se han empezado a recomponer.
Ahora el escenario apunta a un nuevo pacto que fije las reglas tributarias para los próximos años. A finales de octubre, EL CORREO desveló que el PNV y el PSE habían cerrado un acuerdo tras dos años de negociaciones, entre cuyas medidas –aunque todavía no se conocen en su totalidad toda la letra pequeña del documento– incorpora reducir la deducción por la compra de vivienda para las rentas más altas.
Publicidad
Marcar perfil
El objetivo que está sobre la mesa es lograr un texto que armonice el mismo modelo para los tres territorios, por lo menos, en líneas generales, aunque no se descarta que pueda haber pequeños matices. Y eso, al menos en principio, obligará a pactar en Gipuzkoa y en Álava con el mismo socio: o EH Bildu o el PP.
La idea es alcanzar un acuerdo en el primer semestre de 2025 y el proceso negociador da la sensación de que se va a parecer mucho al que se ha dado alrededor de los Presupuestos. Por ahora, todos los jugadores han empezado a mover sus fichas en una partida que puede dividir a los dos socios de Gobierno.Porque el PSE-EE no oculta que se sentaría más cómodo cerrando un acuerdo con EH Bildu y no con el PP. Algo que en el caso del PNV no está tan claro.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.