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Que el intenso ciclo electoral se alargará en Euskadi hasta mediados del próximo año era ya sabido porque, tras las municipales y forales de este ... 28-M y las generales previstas para principios de diciembre, tocan las autonómicas. La duda es cuándo se celebrarán los comicios al Parlamento vasco, que en 2020 se retrasaron hasta el 12 de julio, una fecha del todo inusual para una convocatoria de este tipo, por culpa de la pandemia.
Entonces, no quedó más remedio que anular la cita inicialmente prevista para el 5 de abril y esperar a que se levantase la emergencia sanitaria y corriesen los plazos preceptivos. Ahora, el lehendakari y el arco parlamentario al completo tienen claro que habrá un adelanto «técnico» respecto a la fecha de hace cuatro años para evitar que los comicios caigan en pleno verano y con buena parte de las familias vascas de vacaciones y fuera de sus domicilios.
La pregunta se reduce a cuánto se adelantarán las autonómicas y, tras el anuncio que hizo el miércoles la presidencia sueca de turno de la UE, la respuesta está algo más cerca. Las elecciones europeas, que se celebran cada cinco años, serán en esta ocasión entre el 6 y el 9 de junio de 2024, para que cada país pueda elegir la jornada que mejor se ajuste a sus necesidades. Lo que, en España, sitúa la fecha de los comicios que decidirán quienes ocupan los 705 escaños de la Eurocámara el segundo domingo de junio. Y, aunque el lehendakari Urkullu tiene la prerrogativa exclusiva de apretar el botón electoral y guarda silencio sobre el asunto, la fecha desvelada por Bruselas «acerca la posibilidad», según las fuentes consultadas, de un 'superdomingo' electoral ese 9-J en el que coincidan las europeas y las autonómicas vascas. «Es una opción viable», asumen.
Cansancio
Las razones son variadas pero hay una que destaca sobre las demás, el cansancio social ante tantas citas electorales seguidas, una sucesión de convocatorias que hace que, en la práctica, Euskadi vaya a estar en campaña permanente desde ahora hasta dentro de un año.
En un momento en que el temor a que la desmovilización del voto dispare la abstención es el principal dolor de cabeza de partidos con electorado heterogéneo –como el PNV– es difícil pensar que Urkullu se arriesgue a situar las autonómicas después del 9-J. Colocarlas antes pero lo suficientemente separadas de las europeas también ofrece problemas para el lehendakari, al acercarlas demasiado a las generales y no dar tiempo para 'desintoxicar' el debate electoral de los mensajes en clave nacional y de la pugna entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.
Otra ventaja de hacer coincidir ambas convocatorias es la posibilidad de reducir gastos y ahorrar recursos y enviar así un mensaje de austeridad en tiempos de incertidumbre económica. Además, Urkullu no pierde la ocasión en sus actos públicos de destacar su europeísmo y el de su partido, lo que le permitiría unificar mensajes en la campaña y elevar de paso la participación en los comicios transnacionales. En 2019, se elevó de manera notable y superó el 50% de media en la UE. En España, el porcentaje de voto se elevó por encima del 60% y se situó así a la cabeza de Europa en términos de concurrencia a las urnas.
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