El eterno burukide guipuzcoano
Dilatada trayectoria ·
Clave en la historia del PNV, su peso político, pese a la derrota frente a Imaz, se explica por su férreo control del 'aparato' en este territorio tras firmar la paz internaSecciones
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Dilatada trayectoria ·
Clave en la historia del PNV, su peso político, pese a la derrota frente a Imaz, se explica por su férreo control del 'aparato' en este territorio tras firmar la paz internaSin duda, la figura de Joseba Egibar Artola (Andoain, 1959) es de las que merecen explicación. No porque abandone la primera línea, algo a fin de cuentas inevitable teniendo en cuenta el carácter cíclico de la política y de la vida, sino por cómo ha ... logrado perpetuarse en ella más que ningún otro dirigente vasco (y seguramente europeo), hasta el punto de que su adiós es más una cuestión de formas que de fondo. El burukide más longevo, el eterno portavoz parlamentario, el férreo líder firme en sus lealtades pero implacable con sus enemigos, el guardián de las esencias soberanistas del PNV se marcha, pero su poder permanece y se perpetúa en un legado que trasciende lo político y se adentra en lo personal. Se va, sí, pero no se irá del todo.
«Eso de que se retira... No estará físicamente pero tiene a toda su gente en el Parlamento y en el GBB. Él pone y él quita. Como siempre», evoca un veterano alderdikide, que no se cuenta precisamente entre sus partidarios. «Una cosa es jubilarse cuando cumpla 65 años (los hace ahora en noviembre) y otra dejar la política. De eso no pienso retirarme nunca», confesó el pasado mayo en la radio público vasca.
La gran pregunta es el porqué de su ascendiente y de su poder en el partido. Y, sobre todo, las razones de su supervivencia política de décadas a pesar de haber sufrido una de las derrotas internas más dolorosas que se recuerdan, la que le infligió Josu Jon Imaz en 2003, hace ya veinte años. Dolorosa porque si de algo estaba convencido Egibar, que se sacó la plaza de funcionario en el Ayuntamiento de su pueblo antes de ser casi todo en política, era de ser el sucesor natural de Xabier Arzalluz al frente del EBB.
Una transición que se alargó en el tiempo y que los audaces 'jobuvis' capitaneados, entre otros, por Iñigo Urkullu, aprovecharon para convencer a Imaz de que le disputara la heredad. Cuando el hoy consejero delegado de Repsol dio un paso atrás en 2007 para evitar que el partido saltara por los aires, Egibar, lejos de emularle, se quedó.
Siempre se vio como el continuador de una estirpe que llevaba marcada a fuego por las hondas raíces nacionalistas de su familia. Por ser el nieto de Pablo Egibar, alcalde de Andoain y miembro histórico del GBB y del EBB. Por sentir que, nada más coger las riendas, había contribuido como el que más a salvar a la sigla en Gipuzkoa tras la traumática escisión de EA. Por su papel fundamental y entusiasta en la fallida aventura de Lizarra, de la que Sabin Etxea hoy reniega, pero que, en su lógica política, era un escalón más, el de la acumulación de fuerzas abertzales, para culminar el viejo sueño independentista. «A partir de Lizarra su peso en el partido creció», analiza un cargo jeltzale.
Pese a los fracasos y a los tropiezos, pese a lo minoritario de sus tesis dentro del partido, Egibar siempre ha salido a flote, aferrado a la portavocía del grupo parlamentario que ha ejercido desde 1990 y que le daba visiblidad más allá de Gipuzkoa. Ni sapos como el que tragó cuando su candidato a presidir la Diputación, Jon Jauregi, tuvo que retirarse al hacerse público que no había declarado a Hacienda dos de sus seis casas le tumbaron. Tampoco el abrazo en el Parlamento con Alfredo de Miguel, condenado a más de doce años de cárcel por corrupción, y cuya inocencia siempre defendió hasta bien avanzado el proceso, le ha pasado factura.
El secreto, el pacto en pro de la paz interna al que llegó con el sector de Urkullu cuando el hoy lehendakari se aupó a la presidencia del EBB y Egibar aún conservaba al ABB de su lado. La filosofía, la de los bomberos: no pisarse la manguera. «Era un pacto cogido con alfileres, pero ha funcionado todos estos años», admiten en el partido. ¿Seguirá funcionando? Porque Egibar se va, pero su poder y, sobre todo, su influencia seguirán dominando el PNV guipuzcoano.
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