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Los primeros pasos de Aitor Esteban como presidente del PNV fueron, sobre todo, protocolarios -la foto de su ejecutiva con la dirección saliente de Andoni ... Ortuzar en las escalinatas de Albia, su asistencia al homenaje en Gernika a los pioneros del Parlamento vasco- pero también marcaron el rumbo por el que quiere transitar. Sus primeras palabras y sus primeras decisiones suenan a declaración de intenciones, que corroboran distintas fuentes jeltzales consultadas por este periódico, la de dar más voz al partido para marcar posición con nitidez en cada uno de los asuntos candentes y no dejar todo el hilo de la cometa a las instituciones.
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Una nueva forma de entender la bicefalia, que el propio Esteban corroboró en una entrevista en la radio pública vasca, en la que avanzó que desde Sabin Etxea «vamos a ser propositivos» y a «transmitir más allá de lo que transmiten las instituciones». «Vamos a comunicar desde la ejecutiva y a tener un contacto directo con los medios. No lo vamos a dejar todo a declaraciones institucionales», avanzó Esteban, que prometió, al mismo tiempo, trabajar «de la mano» del lehendakari Pradales, con quien se reunirá en los próximos días.
¿Un intento de marcar territorio? ¿Un reproche velado a la anterior dirección, que de forma implícita había depositado en Pradales la tarea de echarse el partido a la espalda para remontar? Internamente, la filosofía de Esteban, más allá de la tentación de achacar el desgaste de la sigla a los socorridos problemas de comunicación, se interpreta como un intento de ganar músculo y presencia pública, de recuperar el pulso perdido. Y tendrá una primera consecuencia inmediata, la recuperación de la figura del portavoz del EBB, que había caído en desuso desde hace diecisiete años, desde que Iñigo Urkullu tomase las riendas de la ejecutiva jeltzale en sustitución de Josu Jon Imaz, en cuya dirección él mismo había desempeñado ese papel. Antes del exlehendakari, Joseba Egibar fue el portavoz de la ejecutiva que presidía Xabier Arzalluz.
Y ahora está por ver quién ocupará ese cargo, aunque todo apunta a la burukide vizcaína Maitane Ipiñazar, de 34 años, integrante hasta ahora también del BBB y parlamentaria en Vitoria desde hace cinco años. Con formación académica en el ámbito de las Relaciones Laborales y los Recursos Humanos y exconcejal en su localidad natal, Igorre, Ipiñazar es la persona más cercana a Esteban en el nuevo EBB. «Es, de hecho, la única que él ha avalado directamente», apuntan medios internos, que se refieren así al pacto tácito que allanó el camino a la retirada de Andoni Ortuzar, que ayer exhibió sonrisas y buen humor en la escenificación definitiva del relevo junto a Sabin Etxea.
El paso al lado del exburukide de Sanfuentes fue posible tras aceptar Esteban que, excluidos los presidentes de las territoriales, tres de los cuatro representantes vizcaínos en la nueva dirección -Miren Martiarena, Manu Tejada y Andoni Busquet- se propusieran a las bases con el plácet del anterior presidente. El resto llegaron con el aval de sus respectivos territorios o bien como miembros natos.
Así las cosas, fuentes cercanas a la dirección corroboran que Ipiñazar será la «persona fuerte» de la nueva dirección, si bien Esteban apostilló ayer, para alejar los fantasmas de grietas y divisiones, que todos los nuevos burukides son de su máxima «confianza». Aun así, en el partido se prevé que el papel de Ipiñazar no se limite al de portavoz, sino que pueda ocupar también la secretaría, con funciones específicas de coordinación entre áreas y peso político reforzado.
Por lo pronto, Esteban dio muestras ayer de no arredrarse y marcó posición en dos asuntos espinosos. Para empezar, sobre el nuevo Estatuto, un acuerdo sobre el que Ortuzar había alentado notables expectativas. Esteban las rebajó de manera drástica, no tanto por las dificultades de alcanzar un acuerdo en Euskadi, sino por las «dificultades» para que ese hipotético acuerdo a tres bandas entre PNV, Bildu y el PSE pase el filtro en Madrid. «Está encauzado pero no a la vuelta de la esquina», enfrió. El otro asunto sobre el que quiso pronunciarse fue la conexión del TAV con Navarra: si se hace una «raya», dijo, la solución sería Ezkio, aunque conviene tener en cuenta, aconsejó los factores medioambientales y económicos.
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