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El espíritu de Gernika en Tokio

El espíritu de Gernika en Tokio

Urkullu visita en la embajada española una exposición de lienzos en la que niños de ciudades masacradas plasman su visión de la paz

Sábado, 14 de octubre 2023, 12:51

A unas horas de que la delegación vasca que encabeza el lehendakari Urkullu partiera en tren bala hacia Hiroshima, donde este domingo visitarán el Museo Conmemorativo de la Paz en honor a las víctimas de la bomba atómica que destruyó la ciudad el 6 de agosto de 1945, un violín sonó en Tokio. Y no era un violín cualquiera, sino un instrumento cargado de historia y simbolismo porque sobrevivió intacto a la devastadora radiación. Procedente de Ucrania –aún se pueden ver los caracteres en cirílico grabados en su interior– y propiedad de un maestro ruso que no estaba en Hiroshima cuando el Enola Gay descargó la bomba, fue hallado en perfectas condiciones cuando su dueño regresó.

Este sábado, una joven violinista japonesa hizo sonar el 'Txoriak txori' de Mikel Laboa en las cuerdas de ese violín en honor al lehendakari y al resto de miembros de la delegación vasca, que visitaron en la embajada española en Tokio la exposición de Kids of Gernika, una ONG creada en Japón en 1995, con motivo del 50 aniversario del ataque atómico que marcaría el final de la Segunda Guerra Mundial. Fue la última pieza interpretada por la instrumentista, que antes tocó el 'Canto para la paz' de Pau Casals y una pieza compuesta tras el terremoto de 2011 que acabaría desencandenando el desastre nuclear de Fukushima.

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El espíritu original de la iniciativa buscaba que niños en edad escolar plasmasen su visión de la paz en un lienzo del tamaño del famoso cuadro de Picasso. Desde entonces, el proyecto ha ido creciendo y los murales han viajado por los cinco continentes –también se expusieron en la fachada del Museo de la Paz de Gernika hace unos años– para impulsar la «cultura de la paz» en la infancia de distintos países del mundo.

Este sábado, el embajador de España en Japón, Fidel Sendagorta, ha hecho de anfitrión del lehendakari y el consejero de cultura de la legación española, Jesús Sanz Escorihuela, se ha encargado de explicar a Urkullu, a su esposa, Lucía Arieta-Araunabeña, a los consejeros Arantxa Tapia y Javier Hurtado y al resto de miembros de la delegación los pormenores de las pinturas, casi todas coloristas y brillantes en señal de «esperanza». En la solapa de la chaqueta del agregado cultural, una grulla blanca, un ave que simboliza en el país nipón la resiliencia y que también adornaba alguno de los dibujos.

El lehendakari ha podido admirar una de las obras pioneras, la que pintaron escolares de la villa foral en 2003 y otras más recientes, como el mural creado este año por niños de Bucha, el pequeño pueblo cercano a Kiev donde las tropas rusas perpetraron la primera gran matanza de la guerra de Ucrania. También tuvo ocasión de contemplar la creación de alumnos de la propia Hiroshima y de Nagasaki, en la que habitantes de la otra ciudad sobre la que cayó la bomba atómica estamparon las huellas de sus manos como si fueran flores de un almendro. En el lienzo los alumnos pedían que ese fuera el último 'hibakuchi', la palabra japonesa con que se nombra el ataque atómico.

La alusión a Nagasaki dio pie al interés del lehendakari sobre la llegada de la religión católica a Japón de la mano de la Compañía de Jesús y de San Francisco Javier en 1549 y sobre los intercambios entre la Universidad de Deusto y otras universidades privadas de los jesuitas en el país nipón.

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