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España se asoma a un territorio desconocido
Polarización ·
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Los disturbios frente a la sede del PSOE y los discursos que sugieren una asonada escenifican de forma gráfica las amenazas que rodean a la convivenciaEspaña ha vivido esta semana una sucesión de imágenes y declaraciones que en apenas un párrafo resumen el clima tóxico que se extiende por el país y cala todos los estamentos. La Policía ha tenido que intervenir ante grupos radicales que trataban de asaltar Ferraz ... mientras otras sedes del PSOE en diferentes puntos de España han sido vandalizadas; periodistas de diversos medios han sido increpados, insultados y en algunos casos agredidos; dirigentes de Vox han asegurado que en otros países los líderes del 'procés' habrían sido «abatidos»; una diputada de los comunes ha lanzado una peineta en plena sesión parlamentaria; al vicepresidente de Castilla y León, de Vox, le han acusado de hacer el gesto de una felación; todas las asociaciones de jueces sostienen que el acuerdo entre el PSOE y Junts supone «un riesgo evidente de quiebra de la democracia»; se habla de «golpe de Estado»; de que España se acerca «a una dictadura»; se anuncian movilizaciones... Esto es España 2023.
Las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez y, sobre todo, la concesión de una amnistía a los principales implicados por el 'procés' están llevando la tensión social a niveles alarmantes. En un país acostumbrado a la polarización, la crispación lo contamina todo. No hay debate que no termine en insultos de brocha gorda o institución que no esté dañada. Al menos, es lo que reflejan todas las encuestas, incluido el CIS. Las costuras se van deshilachando y la pregunta es hasta cuándo aguantará el traje creado con la Constitución de 1978. Si no llegará la gota que desborde el vaso de la convivencia.
«Lo que se está viviendo estos días no es algo anecdótico, es muy grave». Luis Miller, doctor en Sociología, científico titular del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC y autor del libro 'Polarizados. La política que nos divide', es de los que observa el futuro con grandes dosis de preocupación. Sobre todo, porque el actual escenario no surge de la nada ni es algo espontáneo. En realidad, es todo lo contrario. Algo que ha ido creciendo poco a poco. Una «progresión lógica» que, recalca, ya se ha dado en otros países.
Su mirada se dirige a Estados Unidos, Brasil o Argentina. Al asalto al Capitolio de Washington, al Congreso de Brasilia, al intento de asesinato de Cristina Kirchner. Tres acontecimientos maximalistas pero que no pasaron de repente. Se fue creando un caldo de cultivo, se polarizó al máximo la sociedad, en lugar de adversarios se construyeron enemigos, se extendieron los discursos «populistas» y al final se abrió la puerta a lo que antes parecía imposible.
«Todo es susceptible de estallar en cualquier momento. La cuestión no es si llegará la violencia, sino cuando», augura Miller. A su juicio, hay «mucho comentario pirómano y las condiciones para que actúen elementos extremos son muy altas». Y con estas dos premisas, se asoma a un escenario traumático. «Es verdad que vivimos en un país occidental, en un Estado de Derecho y que hace tiempo que no hay muertos, pero estamos en un proceso de máxima polarización».
El problema, añade, es que no se esboza ninguna solución. Porque, entre otras cuestiones, la tensión forma parte de «estrategias deliberadas» puestas en marcha por los partidos para «movilizar a la gente». Para Miller, a corto plazo, «nadie va a levantar el pie del acelerador» porque la experiencia en otros países demuestra que solo se recupera la calma cuando una de las partes gana de forma clara, «pero aquí hay un empate».
En este sentido, el filósofo Gonzalo Velasco -autor de 'Pensar la polarización'- no ve tanto problema en los incidentes generados por «pequeños grupúsculos sociales que persisten en Madrid» -en alusión a los ultras-, como en algunas «peligrosas declaraciones políticas» cada vez más «desinhibidas». «Hay una negativización de los demás. El PP diciendo que nos acercamos a una dictadura y el PSOE aprovechando para acusar de no querer la convivencia a todo aquel que pone algún matiz a la amnistía».
Sobre esa polarización también alerta María Silvestre. La directora del Deustobarómetro es algo más optimista. Pero advierte de los evidentes peligros de moverse sobre tierras movedizas y de que la respuesta de una ciudadanía a la que se la bombardea de forma continuada con discursos extremos desborde los cauces democráticos. «No hablaría de riesgo real de fractura de la convivencia, pero sí alertaría de los riesgos de agitar a la gente, porque, una vez activada la sociedad civil, ya no es controlable por quien inició el llamamiento o la convocatoria».
«Todo es susceptible de estallar. La cuestión no es si llegará la violencia, sino cuándo»
«No hablaría de riesgo real de fractura de la convivencia, pero sí del peligro de agitar a la gente»
«Quien recurre a la violencia incurre en una regresión histórica»
«El peligro son algunas declaraciones políticas. No pequeños grupúsculos sociales»
Silvestre considera que la principal amenaza es que cualquier reivindicación legítima pase de la simple «manifestación de un descontento» a «una deslegitimación de las instituciones». En su opinión, es fundamental que los partidos velen por el cumplimiento de la legalidad y le pega un tirón de orejas al PP. «Debería haber condenado los incidentes en Ferraz desde el principio, pero, por el contrario, les ha dado oxígeno y, de facto, los ha favorecido».
El filósofo Javier Gomá -que acaba de publicar 'Universal concreto'- cree que es pronto para extraer conclusiones sobre si lo que se está viviendo estos días es un punto de inflexión en la ruptura de la convivencia o un suma y sigue. Lo que hace es una defensa del Estado de Derecho. «Significa que matan a mi hijo o violan a mi hija y presento un papel en ventanilla con la denuncia oportuna. Es una pasión fría: la renuncia a la violencia y a la venganza privada, confiando la solución a un juez predeterminado para que dictamine lo que convenga». O lo que es lo mismo, «quien recurre a la violencia incurre en una regresión histórica».
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