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IÑIGO FERNÁNDEZ DE LUCIO
Domingo, 20 de febrero 2022, 14:52
Más de una década después del fin de la violencia de ETA, la gran asignatura pendiente para la sociedad vasca es afrontar la memoria de ese pasado reciente tan traumático. Y hay dos opciones. «Podríamos no hacer nada, dejar pasar el tiempo y olvidar, o ... abordar este capítulo oscuro de nuestra historia para sanar, aprender de nuestra experiencia y no cometer los mismos errores».
La reflexión es de Sara Buesa, hija de Fernando Buesa y vicepresidenta de la asociación que lleva el nombre del político asesinado por ETA. La institución homenajeó ayer en el Palacio Europa de Vitoria a quien fuera vicelehendakari y líder socialista en el 22 aniversario del atentado que acabó con su vida y la de su escolta, el ertzaina Jorge Díez. Al acto acudieron representantes de los gobiernos vasco y central, así como de asociaciones y colectivos de víctimas y de todos los partidos, incluido Bildu.
Más de dos décadas después del atentado, a la hija de Buesa aún le asaltan preguntas. «¿Cómo podemos liberarnos, reconstruir nuestra comunidad a partir del trauma y abrir paso a un nuevo futuro?». Es una de tantas cuestiones que aún necesitan respuesta para superar un pasado «doloroso que pesa como una mochila llena de piedras». Y cuando parece que se avanza, «reaparecen los fantasmas». «Y volvemos al bucle agotador».
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No lo pone fácil parte de una sociedad, cree Buesa, en la que «todavía sigue existiendo una épica en torno al terrorismo de ETA». Aún se suceden actos de apoyo a quienes estuvieron al frente de la banda. Ha pasado, por ejemplo, con 'Mikel Antza', a quien más de un centenar de escritores, así como miembros de la izquierda abertzale, han mostrado su apoyo público ante un nuevo proceso judicial. O con Antton Troitiño, que falleció a finales del año pasado a causa de un cáncer. Fue autor de 22 asesinatos, pero la cúpula de Sortu y de Bildu le despidió como una «víctima del conflicto».
«La empatía con las víctimas no es compatible con el apoyo a las acciones violentas de los victimarios», afirmó Buesa. «Es muy doloroso para las víctimas pero también hace daño a la sociedad». Por eso, pidió «no dejar atrás la memoria y construir un futuro en el que ningún proyecto político excluyente tenga cabida».
Buesa compartió escenario con el exdirigente socialista Eduardo Madina, quien también sufrió la violencia terrorista hace 20 años. Salvó la vida pero perdió una pierna cuando estalló la bomba lapa que llevaba adosada a su coche. A su juicio, una de las claves que explican que la violencia durase tanto tiempo fue «la indiferencia» de un gran sector de la sociedad. Para Buesa «hoy en día sucede algo parecido. A quienes el terrorismo nos toca más de cerca es algo que nos ocupa y nos preocupa, pero la sociedad está a otras cosas», lamentó.
«No hay ninguna idea que valga más que ninguna vida», subrayó Madina. Esa premisa es, a su juicio, la que hay que transmitir a las nuevas generaciones «para protegerlas». «La clave no es cómo le contamos todo lo que pasó a nuestros hijos y nietos, sino cómo nos lo contarán ellos a nosotros», señaló. En la construcción de ese relato juegan un gran papel las instituciones, empezando por «el Gobierno vasco y el Parlamento vasco». Todo ello para que, señaló Buesa, «las cicatrices del pasado se conviertan en fuerza del presente e impulso para el futuro».
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