

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Mucho se ha escrito sobre la batalla que librarán hoy en las urnas Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso, aunque el primero no se presente ... a las elecciones. Pero menos se habla del pulso soterrado en el seno de la izquierda y de los efectos, incluso más dañinos que los de una eventual victoria aplastante de la baronesa popular, que el resultado de esa otra pelea puede tener para el presidente del Gobierno.
Si algo ha dejado claro esta campaña hiperbólica -mañana amanecerá y ni los fascistas habrán pasado si se impone la derecha ni habrá menos libertad en España si la izquierda sumase 69 escaños- es que Sánchez tenía razones de sobra para alegar problemas de insomnio como argumento contra la coalición electoral con Podemos.
El desempeño de Pablo Iglesias desde su salida del Gobierno para salvar a Madrid del fascismo (entiéndase la ironía, como Almeida cuando dijo lo de 'seremos fascistas pero gestionamos mejor') ha sido un lastre para La Moncloa. El presidente y su mano derecha, Iván Redondo, no han sabido, o no han podido, desembarazarse del radicalismo con que el todavía líder morado impregna todo lo que toca, pese al notorio mutis de Sánchez en los compases finales de la campaña tras un arranque en el que se implicó hasta para poner en duda la veracidad de los datos de contagios de Madrid.
Si algo concita práctica unanimidad en los círculos políticos madrileños (y vascos) es la soledad de Pablo Iglesias en estas horas postreras de su trayectoria política. «Nadie le traga, ni en la derecha ni en la izquierda», se dice, sin paños calientes. «La sombra del chalé es alargada», se apostilla. Las acusaciones de grueso calibre que ha vertido sobre oscuros manejos de las cloacas del Estado para destruir la democracia mientras salía a la luz la detención de dos trabajadores en nómina de Podemos por agredir a la Policía en un mitin de Vox han dado la puntilla. Resultan peligrosas para un Sánchez que, en su afán por no pisar la manguera de las fuerzas de izquierda, se ha visto arrastrado al relato exacerbado de su exvicepresidente. Y a la sospecha de que hechos tan graves se han tratado de tapar mientras se exhibían balas y navajas enviadas por correo postal.
Solo Más Madrid ha sabido zafarse de esa narrativa para adoptar un discurso mucho más amable, que pretende sembrar la semilla de una izquierda alternativa inspirada en los verdes europeos. Iglesias ya ha perdido porque no va a lograr uno de sus grandes objetivos cuando desembarcó en Madrid, humilllar y fagocitar a Iñigo Errejón. Yolanda Díaz hereda el desafío de reconstruir lo que quede de las cenizas del 15-M del que ahora se cumplen diez años. El éxito de Mónica García, si se confirma, podría poner en evidencia a las otras dos siglas de la izquierda y a Sánchez, que saldría así debilitado del 4-M y aferrado ya solo a las vacunas y al 'maná' europeo, con sus socios de uñas y el PP crecido. El 'efecto Iglesias' puede ser letal, a la postre, para el PSOE. Como para dormir tranquilos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Pastillas, cadáveres en habitaciones distintas... la extraña muerte de Gene Hackman y su mujer
Oskar Belategui | Mercedes Gallego
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.