La división en EA llega a los tribunales en un juicio que decidirá su liderazgo

El juicio tenía que haberse celebrado el pasado mes de marzo, pero la crisis generada por la Covid-19 obligó a aplazarlo. Además de la vista de este miércoles, está previsto que se celebren otras dos sesiones la semana que viene. Están citados como testigos un nutrido número de dirigentes del partido y los denunciantes son algo más que militantes de base: Maiorga Ramírez, Iratxe López de Aberasturi, Mikel Goenaga y Miren Aranoa. El primero fue el candidato que perdió contra Pello Urizar en el congreso de 2017 por 14 votos y los otros tres son los líderes territoriales de Álava, Gipuzkoa y Navarra. Esta es la fractura que vive el partido.

La guerra viene de lejos, pero se agudizó tras la marcha de Urizar en junio del año pasado. Se convocó un congreso y Ramírez volvió a presentar su candidatura. Pero enseguida denunció que jugaba en desventaja porque, aseguró, no podía acceder al censo en igualdad de condiciones. Al final no superó el corte de avales -según los afines al sector oficial de forma justa y según Ramírez con artimañas- y ni siquiera se llegaron a celebrar las primarias.

Blanco fue elegida secretaria general de Eusko Alkartasuna el 18 de noviembre, pero de forma provisional, porque una semana antes la titular del Juzgado de Primera Instancia número 7 de Vitoria acordó suspender de manera cautelar su nombramiento a la espera de que se analizase el fondo de la cuestión. Y eso es lo que ocurrirá a partir del miércoles.

Si la Justicia da la razón a Blanco, el futuro de EA discurrirá por caminos muy similares a los actuales. Pero la gran pregunta es qué ocurrirá si son los demandantes los que salen victoriosos y se desautoriza el nombramiento de la actual secretaria general. Para enredar aún más el embrollo, el juicio se celebra a un mes de las elecciones vascas, y Blanco está incluida en las listas de EH Bildu. La otra representante de EA en la plancha soberanista es Leire Pinedo, también afín al sector que en estos momentos dirige el partido.

Nadie quiere hablar de la celebración de un nuevo congreso en un partido que parece vivir de forma permanente en un estado de tensión. Aunque desde ambos sectores se habla de tender puentes y de una futura reconciliación, la realidad es que se trata de una tarea casi imposible por varios motivos.

El conflicto político viene también de lejos, de cuando hace tres años EH Bildu inició una refundación que tenía por objetivo reducir el papel de las fuerzas que integran la coalición -Sortu, EA y Alternatiba- para dotar a Bildu de una estructura autónoma con sus propios militantes. Las tres formaciones siguen teniendo un papel importante, pero menor al de hace unos años. El problema para los afines a Garaikoetxea es que esa fórmula lo que provoca es que la izquierda abertzale se haga con el control total de la alianza, que no haya contrapesos. Urizar, Blanco y quienes apoyan sus tesis, sin embargo, consideran que era necesario dar ese paso para ampliar la base social de Bildu.

Aquel debate que ya se puso sobre la mesa en 2017 ha desembocado en choques personales de difícil arreglo.