Felipe VI no pudo abstraerse en su primer discurso de Navidad como Rey -centrado en la lucha contra el paro y la corrupción, la garantía del estado de bienestar y el reto soberanista catalán- de la situación judicial en la que se encontraba en diciembre ... de 2014 su hermana Cristina, procesada como cooperadora necesaria del fraude fiscal cometido por su marido, Iñaki Urdangarin. Si bien don Felipe, que se dirigió a la nación desde un salón de Zarzuela, evitó mencionarla de forma explícita, como también había hecho Juan Carlos I en 2011, cuando dijo que «la justicia es igual para todos», el Rey pidió confianza en el sistema. Y abogó por «una profunda regeneración de nuestra vida colectiva» y la implicación de todos para «cortar la corrupción de raíz y sin contemplaciones», al hacer suyos la «indignación» y el «desencanto» de los ciudadanos.
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El Rey invocó el «espíritu de reconciliación» solo cuatro días después de las elecciones del 20-D que dejó un país tan fracturado que, de hecho, obligó a una repetición de los comicios ante la imposibilidad de formarse gobierno (Rajoy renunció a presentarse a la investidura y Sánchez lo intentó sin éxito). En su segundo discurso de Navidad, grabado en el salón del trono del Palacio Real y plagado de referencias a Cataluña, Felipe VI intentó transmitir confianza en la unidad de España. «Las instituciones han de saber caminar al paso del pueblo, ser sensibles a las demandas de rectitud», dijo. «Haremos honor a nuestra historia, de la que hoy somos protagonistas y cuyo legado tenemos la responsabilidad de administrar y fortaleceremos nuestra cohesión nacional, que es imprescindible para impulsar nuestro progreso político, cívico y moral, para impulsar nuestro proyecto común de convivencia», comentó.
Don Felipe, esta vez desde su despacho en Zarzuela, abogó en las navidades de 2016, tras un año convulso de inestabilidad política, con repetición de elecciones y Rajoy reelegido casi sobre la bocina, por una España de «brazos abiertos y manos tendidas» en la que la convivencia democrática esté basada «en el respeto a la ley, en la unión y en una voluntad decidida y leal de construir y no de destruir». Sin mencionar expresamente a Cataluña, el jefe del Estado remarcó que no son tiempos «para fracturas» y avisó de que vulnerar las leyes que garantizan la democracia solo conduce «a tensiones y enfrentamientos estériles» que no resuelven los problemas, y que también lleva al «empobrecimiento moral y material de la sociedad».
Convivencia, diálogo y respeto a las leyes y a la pluralidad. Es el camino que trazó el Rey en la Navidad de 2017, tres días después de los comicios que se celebraron en Cataluña, convocados por Mariano Rajoy tras la aplicación del artículo 155 con el que se trató de poner fin al desafío soberanista de octubre de ese año con el referéndum ilegal. Las urnas dibujaron ese 21-D una sociedad dividida entre independentistas y constitucionalistas. Tras advertir de que la vía unilateral solo puede llevar de nuevo «a la exclusión y el enfrentamiento», Felipe VI llamó a recuperar «la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo» y alentó a superar el clima de fractura social mediante el diálogo y la ley.
Felipe VI apeló en 2018, el año en que una moción de censura puso fin a la etapa de Rajoy y condujo a Sánchez a la Moncloa, al espíritu de la transición, que sentó las bases de la democracia y la libertad en España. «Es el mayor patrimonio que tenemos. La obra más valiosa de nuestra democracia y el mejor legado que podemos confiar a las generaciones más jóvenes», remarcó. Reclamó además «el respeto a las personas, las ideas y los derechos de los demás» para impedir que renazcan «el rencor y el resentimiento que forman parte de nuestra peor historia». El Rey reconoció también que el país tenía (y tiene) una deuda con las nuevas generaciones y aludió a la realidad de esos jóvenes sin empleo o con 'trabajos basura'.
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En medio de un panorama de incertidumbre y con la legislatura en ese momento pendiente del sí de ERC para sumar una mayoría suficiente con la que investir a Sánchez, el Rey se valió de su discurso de Nochebuena para trasladar a todos los partidos que en sus manos está la responsabilidad de desencallar la actual situación política. «Nos encontramos inmersos en el procedimiento constitucional previsto para que el Congreso de los Diputados otorgue o deniegue su confianza al candidato propuesto para la Presidencia del Gobierno», remarcó el Monarca. Felipe VI optó por blandir la Constitución, y recordar que esa «voluntad de entendimiento» y de integrar las «diferencias» debe hacerse «dentro del respeto» a la Carta Magna.
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