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A. GONZÁLEZ EGAÑA
Jueves, 2 de febrero 2023, 07:23
El próximo 8 de febrero se cumplirán 20 años del asesinato a tiros, a manos de ETA, de Joxeba Pagazaurtundua mientras tomaba un café en el bar Daytona de Andoain. Jefe de la Policía Local y socialista, tenía 45 años, estaba casado con Estíbaliz Garmendia ... y era padre de Alain y Ander, de 9 y 14 años. Su hermana Maite, actual eurodiputada de Ciudadanos recuerda aquel día y las consecuencias del crimen. Como muchas víctimas de ETA tuvieron que marcharse de Euskadi. «Nos hemos ido huyendo, una y otra vez. Es la realidad dura y descarnada», expresa mientras recuerda que «a Joxeba, por pelear por todos, se lo quitaron todo».
–Vuelve a Andoain este domingo para homenajear a su hermano Joxeba. ¿Qué significa para la familia este regreso cada año a la localidad donde fue asesinado?
–Para entender la relación de hoy con Andoain, hay que entender la relación del pasado. Por el tipo de amenaza que sufría Joxeba, su hijo mayor no podía estudiar en Andoain. Y cuando le mataron, su hijo pequeño también tuvo que salir a estudiar a San Sebastián. Y aún y todo, tuvo algunos episodios de acoso, de burla... Muchos de los compañeros eran estupendos, pero el ambiente era el que era, había jóvenes radicales, muy, muy jóvenes. Tuvieron que marcharse de Andoain para poder respirar un poco, se fueron a San Sebastián y también terminó por volverse irrespirable. Había momentos de tal presión que, en mi caso, cuando vimos que empezaba a afectar al ámbito de los críos, nosotros también nos fuimos. Nos hemos ido huyendo, una y otra vez. Esa es la realidad dura y descarnada.
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–Es un regreso que cuesta el primer año, el segundo... ¿Y sigue costando veinte después?
–Afortunadamente desde hace algunos años no nos acosan cuando regresamos. Cuando te han desarraigado, te vas acostumbrando, hemos aprendido a tener otras raíces, a vivir en otros lugares y a volver a Andoain para utilizar la palabra e intentar dejar algún tipo de huella que pueda servir a otras generaciones.
–¿Cómo se plantean el acto del domingo?
–Los seres humanos necesitamos símbolos y veinte años significan en este caso una generación, recapitular todo lo que nos quitaron y, por otra parte, también significa que nunca consiguieron quitarnos la ilusión de pensar que los asesinos no eran invencibles. Nuestro regreso a Andoain es una vuelta política porque a Joxeba por pelear por todos se lo quitaron todo.
–¿En qué va a consistir exactamente el homenaje?
–Queremos completar un ciclo y vamos a hacer algo que es muy simbólico y especial para nosotros, que es pedir a unos jóvenes del colectivo Ego Non que hablen en este homenaje. También queremos liberar al árbol del 'buzón de la memoria' para entregárselo al Centro Memorial. A nosotros nos obligaron a marchar pero nos sentimos involucrados y comprometidos con el futuro de todos y nos gustaría poder cerrar algún día bien el duelo colectivo. El duelo personal lo hemos encarado y nos hemos apoyado entre todos e ido ayudando a Alain y a Ander, –los hijos de Joxeba y Estíbaliz Garmendia–. Somos una familia piña y hemos ido avanzando siempre juntos ayudando a crecer a la siguiente generación, en la que ya hay también dos nietas de Joxeba, Elaia y Haizea.
–¿Pesa todavía la ausencia?
–Las personas a las que les ha sido arrebatada la vida de una forma tan cruel y con una intención tan dañosa tienen un tipo de duelo distinto a las que fallecen por causas naturales o por un accidente, porque en nuestra conciencia está que debía haber tenido su vida y se la han arrebatado. Hay una especie de necesidad de recuerdo adicional muy intenso.
–Joxeba y usted también eran un piña.
–Los tres hermanos éramos una piña. Joxeba, además, por sus características personales, era una persona tan bondadosa y tan generosa que, como hermana pequeña le debo mil cosas y le recuerdo millones de veces. Yo era mucho más pequeña que mis hermanos y ellos era mis héroes.
–¿Qué ocurrió aquella mañana en el bar Daytona, donde Joxeba acudía muy a menudo a tomar un café y a leer la prensa?
–Joxeba, igual que López de la Calle, su grandísimo amigo, era un gran lector de periódico de papel, la mejor manera de leer la prensa. El de mi hermano fue un asesinato muy local. El asesino de Joxeba era vecino de Hernani, trabajaba en Andoain y los chivatos eran vecinos de la zona.
–El etarra Gurutz Agirresarobe, condenado a 32 años como autor del crimen, le esperaba en el Daytona tomándose un café y le disparó tres tiros...
–Así es. Gracias a que la custodia de la prueba de la huella que dejó en la taza fue perfecta, el asesino pudo ser condenado.
–Una camarera del bar tuvo los reflejos y la sangre fría de pedir que no se tocara nada.
–Ella hizo todo de una forma absolutamente extraordinaria.
–¿En estos años han llegado a hablar con la camarera?
–Pudimos darle las gracias.
–Ese día usted no estaba en Andoain, ¿cómo se enteró de que algo le había pasado a Joxeba?
–Yo había ido, de parte de la familia, a Madrid a visitar a un amigo enfermo. Recibí una llamada telefónica y no tuvo que decirme nada, supe inmediatamente qué había pasado. Fue tremendamente desolador. Fueron unas horas complicadas y las recuerdo como una especie de pesadilla horrorosa que no tiene todos los límites claros. Me resulta muy complicado regresar a ese momento.
–¿Por qué cree que ETA convirtió a su hermano en objetivo?
–Es clarísimo, porque la estrategia de control social se basaba en matar a una persona para asustar a muchos, y si esa persona tenía la capacidad de hacer visible una manera de pensar distinta, era muchísimo más importante intentar asesinarla. Joxeba tenía todas las papeletas para estar en el ranking de persona muy asesinable, ejercía su libertad constantemente.
–¿Ahora, con ETA disuelta, cómo se puede seguir recordando a personas como Joxeba?
–Hay que contar a los jóvenes que los ciclos de identidad excluyente se pueden repetir, que los restos de la identidad excluyente están todavía entre nosotros, que hay muchos techos de cristal con respecto al post terrorismo en el País Vasco y Navarra. Y que todavía está el tabú en la familias vascas de contar cosas, de explicar lo que los padres y abuelos vieron, escucharon y sintieron. Y no se está contando. No se puede pensar que las aulas son el lugar en el que tenemos que depositar algo, que son las familias las que pueden transmitirlo correctamente. En segundo lugar, la manera de desaparecer de ETA tiene muchas trampas, los testaferros políticos no disimulan. Arnaldo Otegi es jefe de los que son 'lobbystas' de los presos de ETA y no disimulan en ninguna de las cosas que pretenden: blanquear su pasado y que les tengamos que dar la razón y si se puede, que les pidamos perdón. Es una atrocidad histórica.
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