Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El Gobierno de María Chivite lleva dos semanas inmerso en un mar de contradicciones. La designación de los senadores autonómicos, con reproches públicos entre Geroa Bai y Ezkerra, y las importantes discrepancias en política fiscal, con Podemos e Izquierda Unida haciendo causa común frente a ... los planteamientos del PSN, han sacado a relucir la endeblez de un Ejecutivo de coalición que todavía necesita tiempo para asentarse.
El último capítulo se vivió ayer en el Parlamento foral en un asunto tan sensible como la ley de símbolos, una normativa derogada la pasada legislatura por el Gabinete de Uxue Barkos para eliminar la prohibición de que la ikurriña ondeara en las balconadas de los ayuntamientos junto al resto de banderas. Su anulación hace dos años provocó un enorme revuelo, hasta el punto de que más de 25.000 personas se manifestaron por las calles de Pamplona en una marcha apoyada por UPN, los socialistas y el PP para exigir su recuperación.
El día a día del partido de Chivite es un juego de equilibrismo muy complicado, producto de la necesidad que tiene su Gobierno de ganarse la confianza de algunos de los grupos de la oposición para poder sacar adelante sus proyectos. Navarra Suma llevó ayer a la Cámara una proposición con el objetivo de abrir un debate sobre la conveniencia de que la legislación sobre los símbolos oficiales, u otra similar, vuelva a tener vigencia. Lo hizo a pesar de que el Ejecutivo le había hecho llegar un informe hace unos días en el que sostenía que esa iniciativa resultaba innecesaria porque la protección de los emblemas forales estaba garantizada.
El guión parecía estar escrito. La entente integrada por los regionalistas, Ciudadanos y los populares se quedaría sola en la defensa de la propuesta. Pero los socialistas dieron un giro inesperado -sobre todo para sus aliados en el Ejecutivo-, obviaron el documento interno encargado por su propio Gabinete y unieron sus once votos a los veinte de Navarra Suma para que prosperara una iniciativa que persigue «preservar la identidad navarra».
El encargado de justificar la postura del PSN fue Ramón Alzórriz. Lo tuvo muy difícil y generó perplejidad en todo el hemiciclo porque intentó situarse en el centro del debate como garante de la necesidad de impulsar el diálogo en un tema tan espinoso. La extrañeza caló en las bancadas de sus socios, a los que el viraje de los socialistas les pilló con el pie cambiado. Pero también en la de Navarra Suma, a la que Alzórriz criticó con dureza -«esto desmonta su (la de la coalición) campaña de descrédito y de mentiras»- antes de anunciar su voto afirmativo. «Este Gobierno defiende los símbolos de Navarra», proclamó el parlamentario del PSN, quien advirtió de que su partido dará un paso atrás si comprueba que UPN sólo quiere «confrontar» o promover una «guerra de banderas».
Los portavoces de Geroa Bai, Podemos y Ezkerra cargaron contra Navarra Suma, mientras que EH Bildu destacó que los socialistas vayan «en contra» de su propio Gobierno. «Vaya papelón», afirmó.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.