La construcción de un centro de acogida de refugiados en Vitoria con capacidad para 350 personas por parte del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones ha desatado una tensión desconocida en los últimos años entre el PSE y el PNV, interiorizando los socialistas vascos ... desavenencias que en principio debería afrontar el Gobierno central. Reproches porque las instituciones presididas por los jeltzales -Ayuntamiento, Diputación y Gobierno vasco- habrían estado perfectamente informadas mucho antes de expresar su oposición al proyecto de manera sorpresiva. Reproches porque el proyecto habría sido ocultado tras una propuesta genérica de incrementar plazas de acogida en Euskadi por parte del ministerio de Escrivá. Defensa de un modelo propio de acogida, individualizado, frente a la idea de un macrocentro. Duras palabras del secretario general del PSE, Eneko Andueza, hablando de «xenofobia», «mezquindad», «extrema derecha» y «electoralismo» en relación a la posición del PNV. La contestación política y social a un proyecto así encierra, con toda seguridad, motivaciones muy diversas. Pero el efecto inmediato del conflicto perjudica sobre todo a los refugiados, y más a quienes aspiren al asilo sin conseguirlo. La discutible gestación de un centro de esas características podría acabar siendo insostenible sin un mínimo entendimiento entre las administraciones concernidas.
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La llegada de Eneko Andueza a la dirección de los socialistas vascos hace dos años anunciaba la toma de distancias respecto a un PNV en el que ve «síntomas de agotamiento». Distancias que eran imposibles de adoptar para la vicelehendakari Idoia Mendia al simultanear ambos cargos. Denis Itxaso parece haber asumido también ese papel crítico desde la Delegación del Gobierno, con declaraciones sobre si el PNV no distingue entre Sánchez y Feijóo, lamentando el «escapismo» de los jeltzales en los descuentos del transporte, declarando «me preocupa la Sanidad pública vasca, no que se desgaste el PNV», o «el marco quejica del PNV, más que irritación y enfado, lo que me produce es pereza y hastío». El inicio del año electoral, al que le seguirá 2024 con los comicios autonómicos, explicaría los encontronazos entre las formaciones coaligadas en el gobierno de las instituciones vascas más relevantes. Un pulso que se ha manifestado especialmente en Vitoria, afirmando Andueza que «el PNV está preocupado porque va a perder su alcaldía».
El temor lógico del PSE a aparecer como socio subsidiado y eterno del PNV alienta periódicamente la eventualidad de una alianza de las izquierdas en Euskadi que prescinda de los jeltzales para su gobernación. Pero mientras esa alianza no se produzca, contando para ello con una izquierda abertzale absolutamente blanqueada y dispuesta a ceder posiciones mucho más ventajosas que las actuales a los socialistas, que aflore la tensión entre los socios y lo haga hasta acaparar la atención de la política comportará un desgaste mutuo que desacredite la fórmula de coalición y a sus dos integrantes.
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