Denis Itxaso, 'número dos' de la Diputación de Gipuzkoa, será el nuevo delegado del Gobierno

El perfil de Loza (Vitoria, 1952), hematólogo y experto en materia de víctimas, es radicalmente diferente al de Itxaso, que se convertirá en el primer delegado del Gobierno que habla euskera. Este es, precisamente, uno de los principales objetivos de Sánchez, que quiere dar nuevos bríos al PSOE apostando por jóvenes promesas ya consolidadas. Porque el nombramiento, según las fuentes consultadas, ha sido a iniciativa de Moncloa previa concertación con los socialistas vascos.

Itxaso deberá abandonar su actual responsabilidad como diputado foral de Cultura, Cooperación, Juventud y Deporte de Gipuzkoa en el gobierno de coalición formado entre el PNV y el PSE después de las últimas elecciones forales de mayo de 2019. También ostenta el cargo de teniente de diputado general, el 'número dos' del peneuvista Markel Olano.

La elección de Itxaso constituye una sorpresa por el perfil diferente del futuro delegado del Gobierno, que volverá a ser guipuzcoano, algo que no ocurría desde 1989. Hasta ahora y al margen del cargo en la Diputación de Gipuzkoa, también ocupado diferentes responsabilidades en el Ayuntamiento de San Sebastián, donde entró en 2003 de la mano de Odón Elorza, entonces alcalde y ahora diputado en el Congreso. Es su 'padrino' político. Hasta ahora, los delegados del Gobierno acostumbran a ser cargos en el tramo final de su carrera política. No es el caso. El nuevo delegado da un salto relevante en su trayectoria pública.

Con esta elección, Moncloa busca un perfil nuevo, representante del recambio generacional en el socialismo vasco, un dirigente euskaldun, bregado en la política foral y municipal de los gobiernos de coalición, con talante negociador y que busca engrasar las relaciones del Ejecutivo PSOE-Unidas Podemos con el Gobierno vasco en un momento clave para la culminación del Estatuto mediante la negociación de las transferencias pendientes –como la de Prisiones y la Seguridad Social–, la culminación de proyectos señeras como la 'Y' ferroviaria y el diseño de la política penitenciaria para una Euskadi sin terrorismo.

Cogerán el testigo de Loza, un férreo defensor de la llamada 'vía Nanclares' para la reinserción. Ha trabajado codo con codo con las víctimas del terrorismo y se ha involucrado de lleno en la batalla del relato combatiendo los 'ongi etorris'. De hecho, en una entrevista concedida a este periódico en agosto de 2019, llegó a advertir de un posible rebrote del terrorismo, lo que le valió durísimos ataques de la izquierda abertzale. El reto sigue ahí y no será nada sencillo de gestionar por Denis Itxaso, que siempre ha estado en primera fila defendiendo la paz y la libertad en Euskadi.

Itxaso, cuya capacidad es bien valorada desde el PNV, da un paso notable en una trayectoria política que había iniciado en 2002 como concejal en Pasaia, localidad en la que su hermano Bixen fue alcalde en su día por el PSE, que gobernó por primera vez esta localidad gracias a un tripartito con el PNV y EA. En 2003, se incorporó en la lista municipal de Elorza en el puesto once y terminó de concejal, donde ha sido delegado de Cultura, Deporte, Medio Ambiente y Turismo en diferentes ejecutivos locales.

Licenciado en Ciencias Políticas y Máster en Dirección de Empresas por la Universidad del País Vasco y colaborador habitual en medios de comunicación, fue en su día presidente de la Mancomunidad de San Marcos, que tuvo que hacer frente al conflicto de las basuras. En las últimas forales, Itxaso revalidó los nueve junteros y obtuvo 62.850 votos, 3.700 sufragios más que en los comicios de 2015.

Con su elección, Moncloa busca un perfil que engrase las relaciones con Sabin Etxea en un momento clave para la culminación del Estatuto. En todo caso, la apuesta expresa de Sánchez por Itxaso encierra toda una estrategia política en la búsqueda de perfiles políticamente más potentes que sirvan para renovar la imagen del Estado español en el País Vasco, sobre todo de cara a las nuevas generaciones que no han conocido la violencia y que son hijos del autogobierno. Sobre todo en una coyuntura histórica en la que, después del terrorismo de ETA, se intuye cierto riesgo de desmovilización del electorado no nacionalista.