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«Estaba claro que EH Bildu iba a saltar del barco. La única duda era cuándo». El desmarque de la izquierda abertzale del acuerdo que los expertos designados por PNV, PSE y Podemos ultiman en el seno de la comisión redactora del nuevo Estatuto se ... interpreta en Sabin Etxea y en el Gobierno vasco como la historia de un desenlace anunciado. Como una mera cuestión de tiempo, una vez que los jeltzales decidieron «ensanchar» el consenso alcanzado en su momento con la formación de Arnaldo Otegi, con la que pactaron unas bases para la reforma de la Carta de Gernika de contenido netamente soberanista.
En la práctica, esos intentos de ampliar las adhesiones a la propuesta de texto articulado que llegará al Parlamento vasco a partir del próximo día 30 se han traducido en una rebaja del sesgo abertzale del documento para atraer a socialistas y morados y en un airada escenificación de EH Bildu. La izquierda abertzale acusa al PNV de haber traicionado el mandato de la Cámara de redactar un borrador fiel al espíritu de los principios pactados por las dos fuerzas nacionalistas y de desnaturalizar la reforma al reducir el derecho a decidir a un mero elemento «retórico», entre otras cosas. Fuentes del EBB replican a la izquierda abertzale con la necesidad de preservar la «pluralidad» de la sociedad vasca. «Una cosa es el Parlamento vasco, donde claro que sumamos mayoría, y otra una sociedad poliédrica y compleja como la nuestra. No puedes imponer un 100% de abertzalismo. Queremos integrar esas otras sensibilidades y cuanto más amplio sea el acuerdo, mejor. La pelota está en su tejado», apuntan los jeltzales, que recuerdan a Bildu que la encomienda de la Cámara no decía que «todos se adhieran 'gratis et amore'».
La batalla está servida, y con visos de recrudecerse a medida que se acerquen las próximas elecciones autonómicas. De hecho, el PNV interpreta la posición de EH Bildu, que ya se descolgó con un texto propio en la campaña de las municipales y forales de mayo, como un movimiento puramente «electoralista» dentro de su estrategia de «ni agua» al PNV. Entonces, para no perder comba en su pugna por la hegemonía abertzale y, ahora, por el «vértigo de quedarse fuera junto con el PP, como en el 79 en Gernika». Entonces, AP defendió el 'no' y HB la abstención. Sabin Etxea vaticina que la izquierda abertzale «una vez más se equivocará» -como erró al no desmarcarse de la violencia en Txiberta- pero se bajará del acuerdo porque lo contrario «sería una enmienda a la totalidad a su trayectoria histórica de cuarenta años». «Echará la culpa al PNV y se volverá a equivocar. Se demostrará que todos los males que nos achacan eran aciertos. Se ve ahora que quieren ser influyentes en Madrid tras despreciarlo durante décadas», opinan en el EBB.
Vuelta de tuerca
El PNV no tiene, por lo tanto, ninguna intención de dejarse influir por la presión de EH Bildu y sí de seguir impulsando un «acuerdo integrador» que incluya a PSE y Podemos, lo que supone en la práctica una rectificación de fondo a la estrategia maximalista que siguió Joseba Egibar en la ponencia de Autogobierno y que alumbró unas bases duramente criticadas por las fuerzas no abertzales. Entre otras cosas, por su tratamiento del derecho a decidir, la territorialidad o por la controvertida distinción entre ciudadadanos y nacionales vascos.
Tanto el lehendakari, Iñigo Urkullu, como el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, han abogado desde entonces por «ensanchar» aquel acuerdo en sentido transversal. La duda es si ahora Egibar saltará al ver como aquel documento de máximos que él pilotó se queda en papel mojado. Fuentes consultadas en el partido creen que el EBB mantendrá una posición monolítica porque la dirección en pleno tiene claro que, en un momento dulce como el que viven gracias a su estrategia moderada, sería suicida acudir a Madrid con una propuesta rupturista de la mano de EH Bildu. «No podemos reproducir un órdago al estilo de Cataluña. A nadie se le pasa por la cabeza algo así», abundan.
De hecho, la otra razón de fondo por la que el PNV defiende su acercamiento a PSE y Podemos es la necesidad de garantizarse una mayoría que pueda pasar el corte en Madrid. Por ese mismo motivo, y a la espera de que los redactores remitan el texto definitivo, los aspectos que se están puliendo con más mimo hacen referencia al carácter «legal y pactado» del derecho a decidir o a la necesidad de que el nuevo estatus se ajuste al marco constitucional. Si el Gobierno PSOE-Podemos se materializa finalmente, un futuro Estatuto vasco necesitaría mayoría absoluta en el Congreso, que debería ratificarlo como ley orgánica. Y los soberanistas catalanes serían una vez más decisivos. En todo caso, el Estatuto en ningún caso se tramitará esta legislatura en Euskadi -no hay tiempo material- y tendrá que esperar a después de las autonómicas de 2020.
Los diferentes puntos de vista que tiene el PNV sobre la reforma del Estatuto se visualizarán el próximo jueves. Jeltzales y EH Bildu han presentado una enmienda a la totalidad a una proposición no de ley registrada por el PSE en la que defienden el derecho a decidir y un nuevo modelo de relación con el Estado basado en la bilateralidad. El texto está firmado por Joseba Egibar y Maddalen Iriarte.
Los dos partidos soberanistas defienden «la incorporación del consiguiente régimen o sistema de garantías, tal y como se recoge en las bases y principios acordados en la ponencia de autogobierno», que fueron suscritas por PNV y Bildu, y subrayan que, al igual que en otros países del entorno europeo, se «dará cauce al ejercicio del derecho a decidir».
El texto del PSE pone en valor el Estatuto y aboga por su actualización por «procedimientos legales vigentes».
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