Iñigo fernández de lucio
Viernes, 7 de enero 2022, 00:32
Óscar Alzaga (Madrid, 1942) fue un destacado miembro de la oposición al franquismo desde las filas de la democracia cristiana, y posteriormente participó en el proceso de desarrollo de la Constitución como portavoz de UCD, partido que contribuyó a fundar. Jubilado de su cátedra de ... Derecho Constitucional, publica 'La conquista de la Transición (1960-1978). Memorias documentadas' (Ed. Marcial Pons). Fruto de diez años de trabajo, el libro nace por el «deber moral» de su autor de denunciar la quema, en 1977, de archivos con información sobre la represión del régimen contra la oposición democrática.
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- ¿Por qué se quemaron aquellos archivos?
- Un sector de quienes aterrizaron en UCD desde el franquismo tenía natural interés en sostener que ellos habían logrado y ganado la Transición para toda nuestra ciudadanía. Para sostener esta tesis era todo un problema los miles de documentos que acreditaban que ellos habían tenido una actitud resistente hacia el desembarco en la democracia.
- ¿Qué papel jugó el exministro del Interior Martín Villa?
- La documentación conservada en archivos policiales de la Brigada Social y de otros organismos que habían asumido la represión franquista, y que contenían información de las actividades de los opositores al régimen, se llevaron a la sede central de la Guardia Civil, donde se instaló una gran caldera para quemarlos. Esto se supo gracias a las filtraciones por parte de policías y archiveros. Se le pidieron explicaciones al Ministro en el Senado, y se comprometió a salvar lo que tuviera interés histórico, pero solo conservó folios intranscendentes sobre una veintena de opositores.
- ¿Habría que revisar la Transición o, al menos, el protagonismo de Suárez y la UCD?
- Hay varias lecturas que se pueden hacer de esa realidad, pero sin duda una de ellas es la que han intentado desplegar los miembros de aquel equipo que venía del Movimiento Nacional. Pero la Transición, como me permito rotular en el título de la obra, fue una conquista por parte de los demócratas, sin duda.
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- Afirma en su libro que al régimen le preocupaba más la cuestión universitaria que la obrera.
- Y es así. Son dos terrenos muy distintos. El universitario es donde se cuece la alternativa al régimen y su enterramiento, mientras que en el mundo obrero hay unas reivindicaciones respaldadas por huelgas significativas y sonoras, pero en las que se intenta optimizar las condiciones del nuevo convenio colectivo. Al régimen esto segundo no le parece tan grave como la universidad, en donde se cuestiona la lógica y conveniencia del mantenimiento del régimen franquista.
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- ¿Ve muchas diferencias entre aquella universidad y la actual?
- La universidad debe formar a la juventud, porque le va a tocar ser la nueva generación protagonista de la sociedad. No debe haber una visión egoísta de formar al estudiante para que gane dinero con su profesión individualmente. Y ese rol no tiene nada que ver con el de una universidad que se encuentra con un régimen totalitario que no reconoce la libertad de prensa, ni de expresión, ni derecho de asociación... Y los jóvenes decidimos saltarnos esas leyes totalitarias y arriesgarnos para la conquista de un régimen genuinamente democrático. Son dos situaciones diferentes y dos reacciones distintas.
- Participó en el proceso estatutario. ¿Cree que la Constitución debe reformarse?
- El sistema constitucional no es un dogma religioso. Las constituciones, en los países en los que las democracias son excelentes, están permanentemente siendo objeto de un análisis. Se busca constantemente su mejora. Pues bien, el país de la UE que menos reformas por año lleva a cabo en su Constitución es España. El que más, Alemania.
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- ¿Por qué pasa eso?
- Tenemos menos tradición democrática, eso sin duda ninguna. Y en segundo lugar, un debate sobre optimización de las vías de la vida constitucional requiere de una clase política altamente preparada que conozca las vías que funcionan en otros países occidentales. Si el nivel de la clase política no incluye esa cualificación, ese tipo de debates constructivos no se lleva a cabo.
- ¿Y la actual no la incluye?
- Yo soy una persona diplomática y le he dicho a usted todo lo que tenía que decir sobre eso.
- Para escribir el libro tuvo que acudir a archivos privados, a su propia documentación y a la prensa extranjera por la escasez de documentación oficial. Suena muy parecido a la queja de quienes critican la actual Ley de Secretos Oficiales. ¿Diría que España tiene un problema con su pasado documentado?
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- Yo creo que sí que lo tiene, honradamente. La ciudadanía tiene derecho a que se conserve su patrimonio documental histórico. Lo que se ha hecho en España yo prefiero no calificarlo. Es más, de todas las grandes dictaduras totalitarias que ha sufrido Europa durante el siglo XX, la única que ha destruido su documentación es la nuestra.
- Hoy en día la Monarquía vive una crisis de legitimidad. ¿Qué futuro le augura?
- La Corona no necesariamente vive una crisis de legitimidad. Lo que es evidente es que una Monarquía no tiene inconvenientes para una sociedad moderna y democrática si el monarca sabe respetar la sensibilidad de la ciudadanía, ser neutro políticamente y representar lo más profundo que tiene esa comunidad. Yo diría que el rey Felipe es un ejemplo de esto. Cuando una Monarquía se desenvuelve con rigor, no hay razones objetivas para decir: 'vamos a sustituirla por una República', porque no aporta nada esa sustitución.
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