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jorge alacid
Sábado, 13 de noviembre 2021, 12:06
Yolanda Díaz sale del acto convocado en Valencia bajo el título de 'Otras políticas' como la alternativa a Pedro Sánchez, después de ser aclamada como «presidenta» por el público asistente al Teatro Olympia. Díaz ha intentado durante su intervención buscar el equilibrio entre su condición de miembro del gabinete de coalición y mantener la lealtad hacia su (en teoría) jefe, con la reivindicación de un espacio propio que le permita liderar la reinvención de Podemos para competir con los socialistas por el espacio ideológico de izquierdas. Una complicada paradoja que ella ha materializado de manera desconcertante: haciendo suyos, incluyendo la primera persona, los buenos datos recientes de las cifras de paro y lanzando a la vez dardos hacia sus compañeros de Gobierno, como los reproches que le merece José Luis Escrivá al frente de Seguridad Social. «Algunas fórmulas de las que se está hablando sobre las pensiones son extrañas al mandato constitucional y lo digo alto y claro», ha proclamado.
Con este contradictorio discurso, aclamada en cada intervención, Díaz ha conseguido acaparar el protagonismo de un acto concebido de manera coral que ha acabado sin embargo discurriendo en una única dirección: que la cumbre de Valencia sirviera para entronizarla como relevo de PabloIglesias en ese mismo nicho político huérfano desde la salida de Moncloa del exvicepresidente. Díaz se ha sobrepuesto a los leves incidentes ocurridos durante la mañana (una protesta de camioneros disuelta por la Policía a la entrada del teatro, lanzamiento de huevos incluida, y la interrupción de dos espontáneas mediado el acto) para enhebrar un mensaje de tono moderado por contundente en el fondo: «Esto es el comienzo de algo maravilloso». Una frase que ilustra sobre sus ambiciones.
Su papel estelar ha eclipsado al resto de intervinientes. Mónica Oltra, que ejercía de anfitriona y ha sufrido una indisposición que le ha obligado a ratos a abandonar el escenario, ha abonado ese mismo terreno del difícil encaje en gobierno de coalición que le distingue a ella tanto como a Díaz. «Ya sabes que tienes que ceder, aunque me tranquiliza saber que hay cosas en que nunca cederé», ha explicado. «El PSOE llega hasta donde llega», ha añadido, «y hasta donde le tiramos».
Unas palabras que han contado con la aquiescencia del resto de protagonistas. Perfil bajo para a menos conocida, Fátima Hamed Hossain, la concejal ceutí que ha cerrado el acto prometiendo que el espíritu del Olympia encarna «la política de la gente para la gente», un nivel superior de minutaje para Mónica García, dirigente de Más Madrid («Estamos aquí todas porque creemos que la política es la mejor herramienta, la política es transformadora») y mayor relevancia para Ada Colau. La alcaldesa de Barcelona ha enardecido a sus incondicionales cuando ha empezado por confesar que «en Valencia me siento como en casa», entre elogios a Díaz («La mejor ministra de Trabajo de la historia») y reivindicación del feminismo, «que ayuda a las mujeres pero también a los hombres».
Sus respectivas intervenciones han ejercido como el telón de fondo contra el que resonaba el mensaje central de Díaz, como si operasen de invitadas especiales a la entronización de la vicepresidenta. Cuyas palabras finales sirven para resumir sus intenciones: «Lo mejor siempre está por llegar».
La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, ha vuelto a defender la rebaja del derecho de sufragio de los 18 a los 16 años como «la mejormedida para hacer efectiva y real la participación» de la juventud española. Se trata de uno de los puntos que recoge el programa electoral de Unidas Podemos y que otras formaciones como Más País o ERChan llevado ya al Congreso en esta legislatura.
«Es tal la convicción que tiene este Gobierno de que es imprescindible escuchar a la juventud y que participe en nuestra sociedad, que nos comprometimos en el Acuerdo de Gobierno a abrir el debate sobre el voto a los 16 años, que sin duda sería la mejor medida para hacer efectiva y real la participación de los y las jóvenes», subrayó.
La última vez que se modificó la edad mínima para ejercer el sufragio electoral en España fue con la entrada en vigor de la actual Constitución en 1978. Entonces la mayoría de edad –que en España lleva aparejado el derecho al voto– se redujo desde los 21 a los 18 años. La medida, que ya se aplica en otros países de la Unión Europea como Austria, afectaría en España a 926.323 jóvenes, según datos del INE.
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Silvia Cantera, David Olabarri y Gabriel Cuesta
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