Si pensaban que la post Semana Santa nos podía deparar unos días de cierto relax político -hasta que los franceses confirmen el domingo en las urnas que el suyo es uno de los pocos Estados europeos en que funciona el cordón sanitario a la ultraderecha ... y que Macron será el sucesor de Macron en el Elíseo- ya se habrán percatado que nada más alejado de la realidad.
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El último seísmo se llama escuchas a varias decenas de independentistas catalanes y también de EH Bildu, incluidos los cuatro últimos presidents. Presuntas escuchas, para ser más precisos, para las que se habría usado el sistema espía israelí Pegasus, que sólo se vende a gobiernos y que aquí parecen tenerlo los servicios secretos.
Los supuestos afectados no albergan dudas. Ni Unidas Podemos tampoco. Sus miradas se dirigen al CNI. Y exigen a Pedro Sánchez explicaciones y cabezas.
En España las escuchas están prohibidas salvo que medie una autorización judicial debidamente justificada. El sector socialista del Ejecutivo ha dejado claro que ellos no han cometido ninguna ilegalidad. Lo que parece muchísimo más complicado es que desde Moncloa se llegue a admitir, si fuera así, que el CNI ha podido vigilar las comunicaciones de estos dirigentes con el plácet judicial, por ejemplo, para evitar nuevos desafíos secesionistas ilegales, como el fallido 'procés'.
Resultado. El president Aragonès y ERC advirtieron ayer a Sánchez que interrumpen su colaboración con el Ejecutivo español hasta obtener explicaciones. Eso sí, evitaron amenazar con una ruptura que sería casi tan letal para el PSOE como para ellos. Se complica de nuevo la legislatura para el Gobierno de coalición. Veremos cuánto. Es cuestión de prioridades. Para el PSOE, para UP -«el espacio de Yolanda Díaz», como lo definió el lunes Sánchez en su enésima demostración de desprecio a su todavía aliado-, para nacionalistas e independentistas, pero también para el PP.
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Esta semana se ha estrenado en Castilla y León el primer gobierno de coalición PP-Vox. Feijóo evitó hacerse la foto con Abascal con una justificación peregrina: tener la agenda ocupada con una reunión para presentar su propuesta de rebaja fiscal. Una medida que incumplió Rajoy, que él no implantó en Galicia y por la que no apuesta hoy ningún gobierno europeo, ni Biden, ni siquiera el FMI.
Con o sin imagen, las derechas gobiernan ya juntas y pronto veremos con qué resultado. Es sólo el primer movimiento. En junio, y salvo sorpresa mayúscula, Andalucía tendrá otro gobierno PP-Vox. Y cuando lleguen las generales Feijóo deberá elegir, si suma, entre pactar con Abascal o quedarse en la oposición.
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Por si les sirve. En Euskadi también sabemos algo de escuchas. En 1986 las sufrió el exlehendakari Carlos Garaikoetxea en los días previos a la escisión del PNV. El asunto terminó en condena judicial para dos ertzainas y para un funcionario que como 'castigo' fue promocionado laboralmente. ¿Políticamente? Por favor…
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