Los críticos de Bildu descartan presentarse a las próximas autonómicas y europeas

La creación de EHKS es el último paso de la estrategia diseñada por el Movimiento Socialista, cuya marca más destacada era hasta la fecha GKS, el grupo juvenil que ha conseguido desbancar a Ernai en muchas localidades. Su presentación se realizó en un acto celebrado en Eibar en el que sus portavoces defendieron un ideario basado en denunciar el carácter «burgués» de EH Bildu.

La nueva formación plantea una hoja de ruta con siete cuestiones: denunciar el recrudecimiento de las condiciones de vida y «la miseria» de la clase trabajadora; la disolución de la OTAN; «el autoritarismo del Estado y el fascismo»; la destrucción de los ecosistemas (advirtieron de los efectos que tendrán el TAV o el Guggenheim de Urdaibai); «la represión de las mujeres trabajadoras»; el derecho de autodeterminación «de la clase trabajadora de Euskal Herria»; y la amnistía «de los militantes revolucionarios».

Una estrategia en la que buscan la confrontación directa con la izquierda abertzale y las contradicciones de EH Bildu. EHKS quiere crecer en los sectores que tradicionalmente respaldaban a la izquierda abertzale pero que ahora están descontentos con la línea oficial y la apuesta por las vías institucionales. De hecho, es en los ayuntamientos gobernados por Bildu donde la tensión es mayor y donde los jóvenes comunistas van más al choque.

Organización central

En declaraciones a Euskadi Irratia, Ander Goiaetxe, uno de los jóvenes que tomó la palabra en el acto del sábado en Eibar, insistió este lunes en cargar contra los partidos tradicionales y descartó presentarse a las próximas citas electorales, aunque no descartó hacerlo en un futuro.

La fundación de EHKS busca crear una organización central que controle todos los movimientos y grupos que se han ido poniendo en marcha en los últimos meses en Euskadi. La capacidad de GKS para penetrar en el movimiento juvenil ha intentado reproducirse en otros ámbitos, como el feminismo, donde Itaia trata de hacerse un hueco y desbancar a las organizaciones tradicionales, sobre todo a aquellas que se han movido siempre alrededor de la izquierda abertzale. Lo mismo pasa con el sindicato de vivienda o con los espacios sociales, donde se mantiene la guerra abierta por la colocación de txosnas, una importante fuente de financiación.