El líder del PP, Pablo Casado, se acerca a felicitar a Pedro Sánchez tras su investidura como presidente del Gobierno en enero del año pasado. reuters

La crisis de la nueva política da oxígeno al bipartidismo

La polarización extrema provocada por la irrupción de los partidos más jóvenes permite a PSOE y PP soñar con recuperar la clásica alternancia

Domingo, 4 de abril 2021, 00:00

El bipartidismo tocó fondo en España en abril de 2018. El barómetro del CIS publicado en mayo de ese año, a apenas tres semanas de que la sentencia de la Gürtel precipitase la moción de censura contra Mariano Rajoy y el ascenso de Pedro Sánchez ... al poder, marcó una tendencia claramente descendente en el apoyo a los dos grandes partidos nacionales. En aquella primavera, la intención de voto a PSOE y PP, en conjunto, se abismó a mínimos históricos, un 46%, sobre todo por la caída libre de los populares, arrastrados por el lastre de la corrupción y de escándalos sonados como el 'caso máster' de Cristina Cifuentes. Con Ciudadanos ya claramente disparado en segunda posición y Albert Rivera pisando los talones a Rajoy, el rehabilitado líder del PSOE vio su oportunidad. Y la aprovechó. Vaya que si lo hizo. Fue el principio del fin del espejismo que cegó a Rivera y le hizo creer que estaba en condiciones de conquistar el liderazgo del bloque de la derecha.

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Hoy, casi tres años y una pandemia después, la llamada 'nueva política' sufre las consecuencias de aquella drástica recomposición del tablero y de sus propios errores, y el bipartidismo clásico toma aire. O al menos, los datos del CIS, el estancamiento de Podemos -con Pablo Iglesias obligado a abandonar el Gobierno para salvar a la sigla en Madrid-, la amenaza de implosión en Cs tras la torpe maniobra murciana y algunas poderosas imágenes que se quedan clavadas en la retina colectiva así parecen sugerirlo.

Por ejemplo, el desembarco en las listas para las elecciones madrileñas del 4-M, concebidas como una operación política de largo alcance, de dos rostros que representaron en su día el discurso de la «regeneración» tras décadas de alternancia PSOE-PP, Irene Lozano y Toni Cantó. Ambos coincidieron en UPyD, el artefacto que impulsó Rosa Díez para poner en jaque el mapa político bipartidista asentado tras la desaparición de UCD, y ambos rivalizan hoy desde las filas de los partidos que pretendían combatir. Lozano, ex secretaria de Estado para el Deporte, en el PSOE, y Cantó, tras dejar la ejecutiva de Cs, en el PP de Ayuso.

El CIS elevó a PSOE y PP en enero pasado por encima de la barrera psicológica del 50%

encuestas

¿Es una anécdota o un síntoma de que el bipartidismo se está rearmando y se prepara para volver por sus fueros? «Claramente, el bipartidismo se está recomponiendo», opina el filósofo Daniel Innerarity, que achaca el fenómeno a la escasa solidez de las siglas que agitaron el panorama a partir de 2015. «Podemos y Ciudadanos surgen como dos grandes sacudidas por el calentamiento global de la crisis. Podemos, por el descontento que provocaron las desigualdades, las políticas de austeridad y los desahucios, y Cs por la inflamación del problema catalán. Pero se demuestra ahora que eran más movimientos sociales que partidos al uso. Un partido se asienta sobre su estructura territorial y sobre liderazgos fuertes y por eso los partidos clásicos, con sus denostados aparatos, se están demostrando tan resistentes. Son maquinarias poderosas a las que hemos infravalorado. Un partido no se hace con un cásting», disecciona.

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«PSOE y PP son maquinarias poderosas a las que hemos infravalorado. Un partido no se hace con un cásting»

Daniel Innerarity | Filósofo

El exdirigente de Cs Toni Roldán, que abandonó el barco naranja desencantado por la renuncia de Rivera a operar como un partido bisagra liberal al estilo europeo, coincide con esa impresión. La nueva política no ha servido, cree, para sanear el viciado ambiente político, sino que ha degenerado en un 'bibloquismo' en el que Podemos y Vox «tiran» de PSOE y PP hacia los extremos y Cs renuncia en su momento a ejercer como «dique de contención» de los populismos para intentar liderar la derecha. «El resultado es que el pluripartidismo, que en teoría venía a regenerar la política y a posibilitar reformas, se ha convertido en una batalla de tacticismo, personalismo y testosterona. Si la gente ve que los nuevos tampoco piensan en el país, se queda con lo de antes, con una alternancia tranquila de partidos moderados y más o menos sensatos», analiza Roldán.

El abandono del centro

Efectivamente, creen los expertos consultados, el multipartidismo, lejos de oxigenar la convulsa política española, ha supuesto el «abandono» en la práctica del espacio del «gran centro político y la moderación». «Es más difícil gobernar», resume Innerarity, lo que explicaría que PSOE y PP puedan soñar con reverdecer laureles y volver a una cómoda alternancia casi turnista, al estilo de Cánovas y Sagasta. Hay una concatenación de circunstancias en los últimos meses que apuntalan esa idea, o al menos, un naciente cambio de tendencia.

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«El pluripartidismo venía a regenerar la política y se ha convertido en una batalla de personalismo, tacticismo y testosterona»

Toni Roldán | Exdirigente de Cs

La más significativa, los datos de las encuestas. El barómetro del CIS de enero pasado impulsaba a PSOE y PP, juntos, por encima de la barrera psicológica del 50%, (en concreto al 51,2%) en intención de voto, una cifra de la que se quedaron lejos en las dos últimas elecciones generales: en las de abril de 2019 sumaron el 45,36% y en las de noviembre de ese mismo año, por el descalabro de Cs, subieron al 48,8%. Además, tras años de desencuentros, ambos lograron en febrero un acuerdo para renovar el Consejo de RTVE y a punto estuvieron de lograrlo también con el Poder Judicial. El PP necesitaba reivindicarse como partido de Estado y vender como un triunfo que dejaba fuera a Podemos. Sánchez no podía permitirse, en cambio, estirar más la goma con sus socios de coalición.

«Vox impide vaticinar del todo una vuelta al bipartidismo. Y además Ayuso se puede terminar comiendo a Casado»

Pedro José Chacón | Prof. Hª Pensamiento Pol. UPV

Pero el mensaje ha calado y, de hecho, los partidos 'pequeños' están utilizando en la campaña de las 'minigenerales' madrileñas el miedo a que regrese el bipartidismo como argumento central. Lo ha hecho Vox, lo ha hecho Podemos y esta misma semana el exvicepresidente naranja Ignacio Aguado advertía: «Solo quieren aniquilar el centro. Dejar a sus votantes huérfanos de opciones para volver al bipartidismo». Hasta el PNV, inigualable olfateador de tendencias, se ha apuntado a la tesis dominante. No en vano, el nacionalismo institucional clásico -en su día CiU, ahora Sabin Etxea- ha ejercido históricamente en España el papel bisagra que los liberales ejercen en otras democracias europeas. Cuanto más se simplifique el mapa, más influencia para los nacionalistas. Y Andoni Ortuzar ya ha animado el giro al centro del PP con el argumento de que los «valores» de la vieja política son más respetables, en ocasiones, que los de los recién llegados.

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El problema de ese cuento, no se sabe aún si de la lechera, es que Vox es un fenómeno impredecible que podría no haber tocado techo. Y eso se interpone en los planes del PP para reunificar el centroderecha. «En mi opinión, es Vox lo que impide hablar de una vuelta al bipartidismo. Su presencia es muy sólida y no sabemos cómo va a evolucionar. El PP presenta síntomas de flojera salvo en Madrid. El problema es que Ayuso se puede terminar comiendo a Pablo Casado», advierte el profesor de Historia del Pensamiento Político de la UPV Pedro José Chacón.

«Podemos y Cs inventaron una categoría, la nueva política, pero no hicieron nada distinto»

Verónica Fumanal | Pta. Asoc. Comunicación Política

Verónica Fumanal, politóloga y presidenta de la Asociación de Comunicación Política, admite que la nueva política «ha envejecido mal». «Inventaron una categoría social nueva, pero luego resultó que solo eran partidos nuevos, no hacían las cosas de forma distinta», abunda. No obstante, en su opinión, la geopolítica mundial apunta ahora no al regreso del sistema clásico de alternancia sino al auge de los «movimientos populistas de recuperación de competencias» al estilo de Trump y el Brexit, basados en reivindicaciones identitarias. Y pone dos ejemplos: el espaldarazo que para Boris Johnson ha supuesto retener la producción británica de vacunas y «el experimento de Ayuso de nacionalismo madrileño» que ha logrado dispararla en los sondeos.

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Los clásicos piden paso, en definitiva, pero el futuro está plagado de incertidumbres.

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