«Creo que mi gran acierto al frente del PSE ha sido lograr el reencuentro con el PNV»

- ¿Cuándo tomó la decisión?

- La venía madurando desde hacía tiempo porque cuando presenté mi candidatura en 2014 lo hice sobre dos cuestiones que por aquel entonces eran las más preocupantes. Situar al partido en el centro del tablero político vasco y sacar nuevos liderazgos, nuevas voces. Y es algo que he venido haciendo a lo largo de estos siete años.

- ¿Y cuándo empezó a madurarla?

- El día siguiente de las elecciones autonómicas (celebradas el 12 de julio de 2020) fui a entrevistarme con Pedro Sánchez. Le trasladé mi decisión y él la aceptó.

- ¿Qué le dijo?

- Se sorprendió un poco. Pero decidimos mantenerlo con una cierta discreción en la medida de lo posible, aunque siempre ha habido especulaciones.

- Pero desde su entorno se trasladó en enero que su intención era repetir en el cargo. ¿Ocurrió algo?

- No, pero a veces, cuando surgen rumores, tienes que hacer esas declaraciones del tipo me voy a volver a presentar para mantener el partido tranquilo. En una organización política si a un año vista anuncias que no te vas a volver a presentar...

- ¿No debilita su figura como vicelehendakari?

- Mi figura política sigue siendo igual de fuerte. En el Gobierno, por parte socialista, no hay nadie con el bagaje que tengo yo.

- ¿No hubiese sido mejor continuar algo más al frente del PSE?

- Cada uno tiene su forma de encarar las circunstancias, y yo creo que mi tarea está cumplida. Lo mismo que es muy importante saber cuándo hay que dar un paso al frente, hay que reconocer el momento político en el que tienes que decidir irte.

- ¿Y qué tiene este momento de especial, de diferente, para que haya tomado esta decisión?

- Son circunstancias diferentes. En 2014 no había demasiados voluntarios para dar un paso al frente y yo creía que tenía un acervo político que podía aportar al partido en un momento muy complicado. Ahora estamos en todos los gobiernos, tenemos a Pedro Sánchez, que tiene un liderazgo potentísimo, y eso es muy bueno para el PSE. Estoy muy orgullosa, tengo la conciencia supertranquila, que yo creo que en política es muy importante. Entre todos los líderes del partido que hemos estado al frente del PSE, solo Txiki Benegas y yo hemos elegido el momento de irnos.

- En su discurso del martes habló de las complicadas circunstancias en las que vivía el socialismo en 2014. ¿Sintió vértigo?

- Mucho, siempre siento que el mundo está sobre mi cabeza.

- ¿Cuál cree que ha sido su mejor momento en estos siete años, de lo que se siente más orgullosa?

- Creo que lo más satisfactorio ha sido el reencuentro con el PNV en tareas de gobierno en términos de país. Esto es como en el mundo taurino, ha habido división de opiniones: ha sido muy importante, muy criticado, aplaudido... Pero cuando se cogen las cosas con perspectiva y se ve la Euskadi del pacto de Lizarra, luego nuestro Gobierno, que fue sometido a un acoso terrible por parte del PNV... Hubo mucha ruptura de puentes y eso no es bueno. Viniendo de un país en el que habíamos estado en trincheras y donde nos habíamos alejado tanto los unos de los otros, me parece una gran aportación que dos fuerzas políticas tan diferentes hayamos sido capaces de serenar el país en un momento en el que nos estamos jugando ir en la buena dirección. Creo que ha sido un gran acierto y estoy muy orgullosa de ello.

- ¿Hubo críticas internas por dar ese paso?

- En la dirección del partido al menos, no. O por lo menos nadie lo dijo en la ejecutiva. Lo que luego diga la gente en los pasillos es otra cosa. Desde luego, los secretarios generales territoriales, que han sido mis compañeros, mi núcleo mas íntimo, me apoyaron. Pero en un partido hay opiniones para todo.

- ¿Pero gozan de buena salud esos pactos?

- Sí, sí, están dando muy buenos resultados.

- Pues visto lo que sucedió la semana pasada en el pleno del Parlamento da la sensación de que deja la dirección del PSE cuando atraviesan su peor momento.

- Bueno, quizá fue más la forma que el fondo. ¡Si todos sabemos cuáles son nuestras posiciones! En realidad, la propuesta que anunció el lehendakari tampoco es nueva, es la que el PNV tiene recogida en la comisión de expertos. Sabemos cuáles son nuestras diferencias. Mi relación con Ortuzar es buena. Con Andoni he alcanzado ese nivel de entendernos, de saber los márgenes de cada uno. Hasta dónde puede llegar él y hasta dónde puedo llegar yo. Tenemos esa buena química que nos sirve para decirnos lo que pensamos. Andoni sigue creyendo que la Disposición Adicional da para todo y yo sigo diciendo que no da para todo. Y en ese intermedio es donde navegamos. Nos respetamos bastante y eso es muy importante.

- Parece que la navegación se va a prolongar porque no tiene pinta de que vayan a llegar a buen puerto. La ponencia de Autogobierno arrancó en 2014, poco antes de su nombramiento, y pocos avances se han visto.

- ¡Sí hombre, sí hemos avanzado! La ponencia de Autogobierno es un clásico del Parlamento.

- Pero en lo sustancial no hay nada sólido.

- Los dos socios de Gobierno cumplimos lo que habíamos dicho. Pactamos cómo tenía que ser el procedimiento, se hizo la comisión de expertos... Luego a partir de ahí ya es buscar el acuerdo.

- Ya, pero eso es justo lo que parece imposible.

- Bueno, yo no voy a aprobar nada que sea ilegal porque no sería ni útil ni viable y ellos están en la posición que siempre han defendido. Hemos llegado a un punto de no avance, al menos de momento.

- ¿Y hay opción de que algo cambie?

- Es que la pelota está en el tejado del PNV. Cuando empezó el itinerario real de la ponencia en 2016 lo primero que puse de manifiesto es que si una mayoría del Parlamento quiere acometer una reforma del Estatuto yo estaría ahí como la que más, pero para que tenga éxito algo que aporte cosas nuevas tendría que haber una reforma constitucional previa. Y nosotros nunca vamos a validar un texto en el que aparezca el derecho a decidir.

- Pues eso Bildu y hasta algunos dirigentes del PNV lo califican como un «veto».

- No es un veto. Tenemos diez escaños. Ellos (PNV y EH Bildu) tienen una mayoría suficiente en el Parlamento para sacar adelante un proyecto de ley de Estatuto de Autonomía nuevo para llevarlo al Congreso. Aquí nadie veta nada.

- ¿Es una forma de invitar al PNV a que se vaya con Bildu? ¿Ve factible ese acercamiento?

- No parece que ahora estén muy cerca, pero también es verdad que hace diez años decidieron abandonar la vía estatutaria.

- Si lo bueno ha sido esa recomposición de relaciones con el PNV, ¿qué ha sido lo malo?

- Siempre hay sinsabores. Ha sido complicado enfrentarse a dos procesos electorales en unas circunstancias tremendas, la primera con un lío interno en el partido y la otra en mitad de la pandemia.

- ¿No se queda con la sensación de que le falta algo por hacer?

- De lo más importante, no. Estamos en un punto de inflexión de la historia. La pandemia nos va a obligar a resetearnos. Creo que la ciudadanía nos va a hacer ver las cosas de diferente manera. Tiene que haber un nuevo proyecto, una nueva mirada... Para que un partido sobreviva 135 años como el nuestro debe saber escuchar a la ciudadanía. Creo que he conseguido que la gente nos vea como un voto útil, saber que cuando votas a los socialistas sabes lo que van a hacer con tu voto. Hemos conseguido identificar bien los problemas porque estábamos un poco diluidos. La crisis de 2009 descorazonó a mucha gente, la enfadó... Había que mantener nuestra esencia porque algunos querían que nos convirtiésemos en Podemos.

- ¿Temió alguna vez que se produjese el 'sorpasso'?

- Hubo momentos en Euskadi en que nos lo dio. Pero la gente nos apoyó hasta en las peores circunstancias. Y también el tiempo ha demostrado que los militantes socialistas no se equivocaron al elegir a Pedro Sánchez como secretario general.

- A pesar de las dudas que ustedes tuvieron en algún momento sobre su liderazgo...

- Sí... Bueno, es la vida de partido.