«Corren malos tiempos para la política»

En la celebración de su 75 aniversario, la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) reunió ayer en la parroquia bilbaína de Nuestra Señora del Rosario a dos figuras clave en el entramado institucional vasco de las últimas décadas. Ibarretxe y Jáuregui participaron en una mesa redonda sobre dignidad política, que estuvo moderada por el exconsejero y exlíder de Ezker Batua Javier Madrazo. Desde esa tribuna -en el caso del exlehendakari, por videollamada al encontrarse al cuidado de su madre-, los dos hicieron un alegato por la política como «elemento imprescindible para la organización de la convivencia».

Lo que ocurre es que ambos exrepresentantes, que llegaron a compartir responsabilidades en el Gobierno vasco en la etapa de José Antonio Ardanza, advierten una serie de debilidades que la democracia debe afrontar. Jáuregui vislumbra tres peligros en concreto: la «banalización» de los problemas sociales, la «metamorfosis» del sistema político que ha contribuido a la polarización y la «reaparición» de las desigualdades. «Las democracias sufren una falta de confianza y de reconocimiento. Hay que revisar los mecanismos para renovar el contrato social», apuntillaba quien fuera vicelehendakari, eurodiputado y ministro socialista.

Ibarretxe parte de la premisa de que la política no está siendo «reflejo de la sociedad en su conjunto». En su caso, aboga por centrar la agenda en el desarrollo humano sostenible, valor al que viene dedicando sus esfuerzos desde que dejó de ser lehendakari. Es ahí donde observa una oportunidad para enganchar a las nuevas generaciones, de las cuales refuta la tesis de que no están comprometidas. «¿No será quizá que somos los viejos quienes ejercemos de tapón e impedimos las nuevas formas de ver?», se preguntó ante un público con escasa presencia de jóvenes.

El exmandatario del PNV considera que situar en el centro de la política asuntos como el medio ambiente y la igualdad haría que la democracia estuviera en disposición de «implicar más a los jóvenes». Recogió el guante Jáuregui, quien apeló al ejemplo de Sudamérica. «En Chile ya está gobernando esa juventud que hace diez años estaba en la universidad y ahora reclama una política distinta. Quizá mañana se extienda a Colombia, Brasil, Bolivia, Perú... Es una generación que pide vincular sociedad e instituciones», destacó.

En la charla, que clausuró después el exobispo Juan María Uriarte, los dos ponentes coincidieron en que echan de menos la voz de la Iglesia vasca en la sociedad. «No la veo por ningún lado», lamentó Ibarretxe, quien se definió como un «cristiano peculiar», creyente en sus valores pero ciertamente agnóstico. Para Jáuregui, defensor de un «laicismo incluyente» por parte del Estado, el cristianismo no está teniendo hueco en el «edificio deliberativo de la política» cuando la ética que predica «debería iluminar» a muchos representantes públicos. «Tiene una relación inequívoca con la política si se hace una interpretación comprometida del Evangelio. Es necesario que estéis presentes y que se os oiga», zanjó.