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El primer gobierno de PP y Vox ya es una realidad. La toma de posesión de los consejeros será la semana que viene, pero los focos se situan desde hoy sobre las decisiones que se adopten en Castilla y León como nunca antes. En su ... investidura como presidente regional Alfonso Fernández Mañueco instó ayer al partido que lidera Santiago Abascal a colaborar «sin complejos» y a hacer «piña» en beneficio de la ciudadanía, aunque también se esforzó por marcar cierta distancia. En pleno viraje de los populares hacia la moderación, defendió la entente como un «ejercicio de responsabilidad», pero subrayó que el nuevo Ejecutivo no será unívoco. Las posiciones respecto a materias tan sensibles como la igualdad, la educación y el modelo autonómico son diferentes.
Las concesiones, vino a justificar Mañueco, serán visibles de forma inmediata, pero no supondrán una ruptura con las políticas que el PP ha venido desarrollando previamente en la región. El presidente anunció, por ejemplo, que antes del 31 de julio será tramitada la nueva ley de violencia intrafamiliar que exigía Vox como condición 'sine qua non' para coaligarse, aunque sin derogar la ley autonómica contra la violencia de género -«no daremos ni un paso atrás», dijo-. También se aprobará un decreto «de concordia» que «evite la utilización de la historia para dividir a los españoles», en alusión a la memoria histórica.
El presidente de Castilla y León abrió mandato anunciando una «revolución fiscal» que iniciará con el tramo autonómico del IRPF y exigiendo a Sánchez que «cumpla su palabra» y también reduzca la presión fiscal. Aunque ayer importaba más con quién gobernará Mañueco que su programa. Y unió su destino al de Vox prácticamente en solitario. Hubo emisarios del PP, pero de segunda fila. Se conocía desde la semana pasada que Alberto Núñez Feijóo no tenía previsto acudir a la investidura, y ayer lo justificó programando a la misma hora una reunión de su junta directiva. Todo para evitar una fotografía con Santiago Abascal que podría poner en entredicho el discurso de moderación con el que aterriza en Génova. Lo que sí fue inesperado es que tampoco acudiera a Valladolid Isabel Díaz Ayuso, que el domingo en una entrevista concedida a este periódico daba por hecha su presencia. Acató la directriz de la nueva cúpula nacional, que a cambio puso fecha al congreso en el que asumirá el poder en el PP madrileño, su gran anhelo.
Feijóo y Ayuso sí que acudirán a la toma de posesión de Mañueco dentro de unos días. El encuentro con los dirigentes de Vox será ahí inevitable, pero el PP confía en atenuar su impacto, nacional e internacional. Será una foto descafeinada, esperan, porque esa jornada también estarán presentes representantes del Gobierno español y de otras instituciones. Habrá que ver, por ejemplo, si el Ejecutivo vasco envía, como suele ser tradición, a algún emisario.
Los equilibrios del PP dejaron ayer pista libre a Abascal para acaparar el protagonismo. Por encima de Mañueco incluso. El presidente de Vox llamó a extender el acuerdo a la política nacional para que la derecha pueda gobernar. Además de lo histórico del momento, aseguró que el inédito pacto «constituye una gran esperanza para millones de personas que observan este Gobierno como posible alternativa para toda España».
Mañueco fue investido gracias a los 44 procuradores que suman PP y Vox en las Cortes castellanoleonesas. Ni uno más. Se opusieron, como era de esperar, PSOE, Unidas Podemos y Ciudadanos, pero también las plataformas Unión del Pueblo Leonés, Por Ávila y Soria ¡Ya!, que Mañueco ha sondeado desde la jornada posterior a las elecciones para intentarlas poner de su lado. No fue posible así que la dependencia se traduce en que el partido de Abascal contará con cuatro representantes en su primera experiencia en un gobierno autonómico.
Además de la vicepresidencia que ostentará Juan García Gallardo, candidato de Vox el 14-F, la formación gestionará las carteras de Agricultura; Industria y Empleo; y Cultura y Turismo. La última estará en manos del catedrático Gonzalo Santonja, cuyo nombramiento fue tachado por el PSOE como «una desfachatez». En 1979 participó en Oiartzun en un acto de la izquierda abertzale y envió una carta a 'El País' defendiendo a uno de los fundadores de HB, Telesforo Monzón. «Hay que reconocer a las víctimas y perdonar a los verdugos», escribió. «Pagará haber abierto las puertas de las institucionnes a la extrema derecha», le reprochó a Mañueco el portavoz socialista, Luis Tundanca.
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