Controlando la Sala Segunda del Supremo desde detrás». La izquierda abertzale se acordó ayer del célebre whatsapp del exportavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó, con el que trataba de 'vender', en 2018, las bondades de un acuerdo con el PSOE para renovar el ... Poder Judicial que acabó saltando por los aires. Desde entonces, el pacto ha resultado inviable y el debate sobre la Justicia, azuzado por el nombramiento de la exministra Dolores Delgado como fiscal general, el tirón de orejas de Europa a la reforma planteada por PSOE y Podemos, las presiones para forzar los indultos del 'procés' o los varapalos de Estrasburgo a sentencias dictadas por tribunales españoles, se ha embarrado hasta lo indecible.
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Tanto que esta última decisión que por unanimidad ha adoptado el Supremo para repetir el juicio por 'Bateragune' se ha recibido en la parte afectada como una «intromisión» de una judicatura que actuaría «a impulsos políticos» para sabotear el «clima de diálogo» que la izquierda abertzale estaría procurando en Madrid. Un contexto favorecido gracias a su ascenso al pedestal de la «dirección de Estado», alianza con Pablo Iglesias y ERC mediante. Esa teoría, casi conspirativa, se vería sustentada por otra reciente decisión del Supremo, que revocó a principios de diciembre el tercer grado de los presos del 'procés' y que trataría así de neutralizar la presión del 'bloque republicano' para impedir que Sánchez escore el timón hacia la derecha y pacte con Ciudadanos.
Cargos de la izquierda abertzale esgrimían ayer incluso un término reciente en ciencia política y adoptado por la izquierda latinoamericana y, más tarde, por Podemos, para denunciar el intento de tumbar adversarios políticos con decisiones revestidas de legitimidad togada. 'Lawfare', una contracción de 'law' y 'warfare' que pretende hacer referencia a un golpe blando y que en su día denunciaron, por ejemplo, Lula da Silva o Rafael Correa. Supuestas maniobras del 'Estado profundo' que Podemos también se malicia y que ha creído ver en el 'caso Dina' o en las investigaciones sobre la consultora Neurona.
Palabras mayores que dan la medida de lo que supone la repetición del juicio por 'Bateragune', cuya enorme trascendencia política viene dada por el momento en el que sucede, inédito en la historia reciente. Un momento en el que Otegi había logrado blanquearse políticamente a todos los efectos sin necesidad de desembarazarse del lastre de no haber condenado a ETA y pisaba con garbo moqueta en Madrid tras la aprobación de los Presupuestos. El Tribunal le devuelve de la alta política al banquillo, con una decisión fundamentada en Derecho que, sin embargo, seguirá enlodando el debate sobre la Justicia con consecuencias imprevisibles en plena crisis institucional. La duda es si el aludido aprovechará para hacer victimismo y seguir avanzando así en su carrera hacia el poder en Euskadi o si una eventual condena frenaría su vuelo.
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