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Marisol Garmendia (Zaldibia, 1963) se convirtió en marzo en la primera mujer en ocupar la Delegación del Gobierno en elPaís Vasco.Veterana dirigente socialista con una amplia trayectoria política, centrada sobre todo en Gipuzkoa, afronta el reto de defender la gestión del Ejecutivo de Pedro ... Sánchez en Euskadi. Apuesta por la colaboración entre instituciones, recalca que a los ciudadanos les importa poco la guerra competencial porque solo quieren que les resuelvan sus problemas, lamenta los «prejuicios políticos de los nacionalistas» y se muestra optimista sobre el futuro Gobierno vasco.
– ¿El PSE no corre peligro de perder peso político después de que Eneko Andueza haya rechazado entrar en el Ejecutivo?
– La decisión que ha tomado nuestro secretario general le correspondía a él. Y me imagino que no lo habrá tenido fácil porque todo tiene sus pros y sus contras.
– ¿Le puede funcionar esa especie de bicefalia al PSE si al final tiene vicelehendakari y no es el secretario general?
– Es lo que ha habido en la última legislatura conIdoia Mendia y el propio Andueza. Puede haber disfunciones, pero se corrigen.
– PNV y PSE-EE ya han presentado las bases de ese nuevo gobierno. Y una de ellas es el autogobierno. ¿Cree que realmente se podrá ahora aprobar un nuevo Estatuto?
– Es verdad que se abre una oportunidad para abordar esta cuestión que tiene, además, los límites muy bien marcados. Se habla del mayor consenso posible y de un acuerdo pactado que esté dentro de las competencias y de la legalidad vigente. Y eso es muy importante. Ese es el terreno de juego en el que se tiene que mover este nuevo pacto estatutario.
– Pero esos principios son muy similares a los que ya se barajaban en 2020 y entonces todo quedó aparcado. ¿Qué ha cambiado ahora para que con los mismos actores y opiniones similares el resultado sea diferente?
– Creo que hay algunas cuestiones que pueden ser diferentes. Y una es el principio de realidad. El PNV está teniendo unos resultados electorales que ellos mismos han reconocido que no son buenos. Los números están ahí y la pérdida de votos también. Es evidente. Y les tiene que mover a una reflexión.
– ¿Pero cree que esa «reflexión» les empujará a aparcar conceptos como el derecho a decidir que ustedes rechazan y ellos defienden?
– Para eso se abre ahora un proceso de entendimiento, de negociación, y veremos cuál es el encaje, pero yo creo que la realidad se impone a las realidades paralelas que algunos construyen. Nos vamos a mover en el ámbito de la legalidad vigente. Y creo que elección tras elección está quedando claro que tenemos que hablar de las cosas del comer, que la prioridad, tal y como aparece también recogida en este acuerdo entre el PNV y el PSE, es la mejora de los servicios públicos y del bienestar de la ciudadanía.
«La realidad es muy terca»
– Supongamos que hay acuerdo entre ustedes. ¿De verdad que hay margen para que se sumen otros grupos?
– Flaco favor nos haríamos si ese acuerdo no es el más amplio posible porque no podemos ir a fórmulas de un nuevo Estatuto que tengan un consenso menor que el que tenemos ahora. Creo que no será fácil, pero insisto, al final la realidad es muy terca y se tiene que imponer el pragmatismo y el entendimiento. No olvidemos que la sociedad vasca, igual que la sociedad española, es muy plural. Aunque ahora parece muy difícil, es fundamental que podamos entendernos entre diferentes; es básico para conseguir una convivencia en paz, democrática y sustentada en valores.
– Esas mismas bases pactadas con el PNV también apuestan por cerrar las transferencias pendientes del actual Estatuto. Andoni Ortuzar ha llegado a decir que tienen que venir «a toda pastilla».
– El Gobierno de España está demostrando con hechos, con transferencias, su apuesta y su compromiso.Con los gobiernos de Pedro Sánchez se han hecho catorce transferencias y en marzo llegaron tres, y no pequeñas. Ese compromiso se está cumpliendo.
– Pero a un ritmo que los nacionalistas califican como lento.
– Hay grupos de negociación técnicos que siguen avanzando en ese camino, pero también hay que hacerlo con la debida seguridad jurídica. No hay otro camino. Si no, vienen los recursos, los tribunales y todavía se retrasa mucho más. No es cuestión de ralentizar por ralentizar, sino de transferir las materias en las debidas condiciones para su aplicación inmediata.
– Hereda un conflicto institucional y entre partidos: el recurso contra la Ley de Vivienda. ¿Hay margen para el acuerdo?
– Creo que sí. La ciudadanía vasca no entiende de competencias, esto me corresponde a mí, esto te corresponde a ti, sino que quiere soluciones. Y en lo relacionado con el problema de la vivienda, todavía con más fuerza.
– Las relaciones de Denis Itxaso, su antecesor en el cargo, con el Gobierno vasco y el PNV fueron complicadas. Hubo momentos en que saltaron chispas. Usted lleva apenas tres meses y ya ha tenido un par de encontronazos: uno por un atasco en la frontera con Francia y otro por la falta de médicos y las plazas MIR.
– Bueno, vamos a esperar al nuevo Gobierno vasco. No concibo mi trabajo como representante del Gobierno de España en Euskadi sin una colaboración leal y de confianza con el vasco. Confío en que la relación pueda ser buena y podamos seguir avanzando en la necesaria colaboración entre ambas instituciones.
– Pero los roces ya han existido.
– Sí, porque a mí me gusta hablar claro y ajustarme a la realidad de los hechos. En la frontera hubo un monumental atasco y la competencia de Tráfico es del Gobierno vasco. Y en lo que respecta a la consejera de Salud es un poco lo mismo. Hay materias que están transferidas, que son competencia de las comunidades autónomas y que, cuando las cosas vienen mal dadas, pues se echa siempre la responsabilidad al Gobierno central. Creo que cada uno debe asumir sus propias responsabilidades.
Nada que temer
– ¿Cree que el PNV ve en la Delegación de Gobierno una especie de contrapoder?
– Creo que todavía hay muchos prejuicios políticos en los nacionalistas vascos. El Gobierno vasco no tiene que temer nada del de España porque cada uno tiene sus competencias y atribuciones. Tenemos que compartir un mismo objetivo, y ese no es otro que servir a y atender a sus necesidades de las personas. La ciudadanía casi ya no distingue ni colores políticos ni los colores de los uniformes. Le da igual que unos sean verdes, que otros sean rojos y que otros sean azules.Lo que quiere es que les resolvamos los problemas, les demos seguridad, les atendamos bien cuando van al ambulatorio... Otra cosa es la realidad paralela en la que algunos se mueven.
– ¿A qué se refiere?
– A los nacionalistas, ya desde su propio lenguaje, les chirría utilizar solo ya el concepto de España, hablan de Estado español. La modernidad nos está demostrando, y nuestros hijos y nuestras hijas también, que no hay barreras en este mundo global. No es incompatible ser vasco con ser español, con ser europeo. Se pueden ser de muchas cosas a la vez. Es pobre ser solo una.
– Lleva tres meses en el cargo y ha afrontado dos procesos electorales. ¿Teme que a corto plazo deba afrontar otro si Pedro Sánchez tiene que adelantar las elecciones?
– Creo que se va a encarrilar todo el proceso. Es verdad que depende mucho de lo que pase en Cataluña, pero pienso que esta situación que estamos viviendo en España, de tanta crispación y de una derecha y ultraderecha desaforada y ya desesperada por conseguir un poder que no logró en las urnas tiene que terminar porque la ciudadanía está ya muy harta.
– Pero en las últimas elecciones fueron esas opciones las que subieron, no el PSOE.
– Bueno, depende de cómo lo mire, pero no hay otra alternativa. O un Gobierno de progreso para España o uno de retroceso. El Partido Popular está desde el segundo cero intentando deslegitimar a un Gobierno legítimo, que ha alcanzado las mayorías suficientes para gobernar.
– ¿Que EH Bildu insista permanentemente en que el Ejecutivo de Pedro Sánchez es una «ventana de oportunidades» no les da que pensar?
– Que EH Bildu esté en las instituciones ya es un paso adelante. En la normalización política de este país. Es lo que les estábamos pidiendo durante muchísimos años. Y que esté en el Congreso de los Diputados defendiendo políticas sociales que benefician a millones de trabajadores está bien. Pero todavía les falta hacer deberes. Uno muy importante: reconocer que ETA no tuvo que existir, que lo que pasó en este país estuvo mal. Que matar estuvo mal.
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