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«El 9 de abril de 1969 ETA me arrebató a la persona que más quería». Dori Monasterio se emociona. Lo hace al recordar a su padre, Fermín. «Nos quitaron a nuestro aita, nuestra infancia y nuestra adolescencia. Nos obligaron a vivir sin ... él». Con sus palabras, Dori fue la encargada de abrir el homenaje que el Gobierno vasco, a través del instituto Gogora, dedicó por primera vez a una víctima de ETA a título individual. Familiares, amigos y políticos recordaron al taxista Fermín Monasterio, asesinado por la banda terrorista hace cincuenta años. El acto, que se celebró en el parque de Doña Casilda de Bilbao, junto al monolito erigido en memoria de los damnificados, estuvo presidido por el lehendakari, Iñigo Urkullu.
Cuatro balas acabaron con la vida de Fermín Monasterio. «Una persona alegre, divertida, trabajadora y honesta. Una persona llena de ilusiones, pero sobre todo, llena de vida», describió la pequeña de sus tres hijas. Por entonces tenía solo cuatro años.
Fermín Monasterio llevaba cinco años como taxista en Bilbao. El destino quiso que aquel 9 de abril de 1969 hiciera la ronda por el Casco Viejo. Un terrorista herido de dos balazos tras una operación policial contra un piso franco, Miguel Echevarría, se subió a su coche. Monasterio se negó a continuar el viaje hasta que aclarara lo sucedido. Echevarría, alias 'Makagüen', le descerrajó cuatro balazos para después dejarle abandonado en Arrigorriaga. Treinta años después, fue detenido en México y condenado a ocho años por su implicación en la fabricación de explosivos. Los hechos anteriores al 77 habían sido amnistiados.
«Hoy seguimos sintiendo un gran vacío», reconoció este martes Dori. «Pero sé -prosiguió-, que mi aita estaría orgulloso de sus hijas y de su mujer. De mi madre, a la que arrebataron sus sueños, y que nos ha educado sin odio y en el respeto, tal y como él hubiera querido», agradeció.
Rosario, viuda de Fermín Monasterio, y sus hijas estuvieron arropadas por decenas de personas, entre ellas diferentes víctimas, que desafiaron a la lluvia y se acercaron al parque de Doña Casilda. Acudieron la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui; el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto; el delegado del Gobierno en Euskadi, Jesús Loza, así como representantes de todos los partidos.
Tras hacer entrega de un recordatorio -un marco acristalado con la fotografía de Fermín Monasterio- a su viuda, fue el lehendakari quien tomó la palabra. No es la primera vez que el Ejecutivo autónomo organiza un acto en memoria de las víctimas. Pero sí que lo hace por una sola. Es la primera vez que el Gobierno vasco organiza un homenaje individual. «Con cada víctima, recordamos a todas», dijo el lehendakari. Este martes, y «singularmente», el Ejecutivo recordó a Fermín Monasterio. «Una buena persona, trabajador, esposo y padre». «Fue el primer civil asesinado por ETA y le seguirían una interminable lista de víctimas inocentes», arrancó. Iñigo Urkullu quiso hacer llegar a la familia de Monasterio «la empatía» que les faltó hace cincuenta años: «Sentimos vuestro dolor, sentimos el desamparo al que os visteis sometidas». El jefe del Ejecutivo autónomo, que estuvo acompañado por buena parte de su equipo de consejeros, se comprometió no solo a mantener la memoria de «vuestro marido y padre», dedicó a la familia del taxista asesinado por la banda, en «el lugar que merece en la historia de nuestro país», sino también a trabajar para que las nuevas generaciones «conozcan el error y el horror que nunca debió ocurrir». «Como lehendakari y en representación de la sociedad, manifiesto solemnemente que el asesinato de Fermín fue una injusticia». El acto finalizó con una ofrenda floral por todas las víctimas del terrorismo.
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