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alberto surio
Domingo, 2 de junio 2019, 23:55
«Hay que ir paso a paso y trabajar con mucho tacto porque nos vamos a encontrar con muchos enemigos». Un dirigente socialista de Ferraz resume con esta frase la estrategia del PSOE en Navarra, dispuesto a explorar un acuerdo «transversal y progresista» ... con Geroa Bai y Unidas Podemos que permita la puesta en marcha de un Ejecutivo foral en minoría. De hecho, los socialistas confían en privado que la operación pueda prosperar. Si en una primera investidura, los ocho escaños de EH Bildu rechazasen tanto a la candidata socialista como al candidato de Navarra Suma, la comunidad foral podría verse condenada a una repetición de los comicios después del verano.
En todo caso, el futuro Parlamento foral navarro es un complejo rompecabezas. La coalición Navarra Suma -que agrupa a UPN, PP y Ciudadanos- es la primera fuerza y se sitúa en 20 escaños, pero necesita siete para alcanzar la mayoría absoluta y así imponerse al bloque del cambio que en los últimos cuatro años han gobernado con Uxue Barkos al frente. Es decir, la llave la tiene el PSN, con sus once parlamentarios. Los socialistas han dicho que no van a pactar con EH Bildu pero insisten en que tampoco van a apoyar a un Gobierno de Navarra Suma. Oficialmente los socialistas navarros han apostado por buscar una mayoría «progresista y transversal» liderada por ellos. Y creen que los números les permiten llevar a cabo esta apuesta.
No obstante, las críticas a estas negociaciones no se han hecho esperar, y PP y Ciudadanos ya han acusado al PSOE de «echarse en los brazos» de EH Bildu en Navarra. Así lo manifestaron ayer Cuca Gamarra, vicesecretaria de Política Social del partido de Pablo Casado, y el candidato liberal a la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado. En cualquier caso, la estrategia del PSN pasa por calcular bien todos los movimientos y esperar que el paisaje de los pactos se clarifique antes de dar nuevos pasos. Lo que dejan los socialistas claro es que no van a embarcarse en ninguna operación de pacto directo o indirecto con EH Bildu. Otra cosa es que decida abstenerse o que pueda tener la clave de muchas decisiones en la legislatura ante una situación de práctico empate entre dos bloques.
Además, Chivite sí ha avanzado dos premisas. La primera, que en Navarra existe una mayoría social progresista que debe reflejarse en una nueva mayoría política que acceda al Gobierno de la comunidad. La segunda, que tampoco va a negociar la abstención en la investiduracon la formación abertzale. Esta, a su vez, sostiene que lo mínimo sería una reunión de cortesía para explicar las posiciones de unos y otros. Para EH Bildu, la papeleta no es fácil. Por un lado, el discurso de Chivite hacia ellos ha sido muy crítico y sigue anudado, a su juicio, a un 'cordón sanitario' que bloquea cualquier acercamiento político con el socialismo navarro. EH Bildu se resiste, en ese sentido, en facilitar la elección de Chivite sin ninguna contrapartida a cambio. Pero, a la vez,es consciente de que el bloqueo podría conducir a un adelanto electoral y facilitar una victoria más clara de la coalición Navarra Suma.
Además, el otro factor que influye es que a EH Bildu no le interesa en este momento abrir un frente beligerante contra Pedro Sánchez. Hay cuestiones muy sensibles -como la política penitenciaria- que aconsejan una relación discreta entre el previsible futuro Gobierno socialista y la izquierda abertzale. Chivite buscará forzar un preacuerdo con Podemos y con Izquierda-Ezkerra que sirva de base programática de negociación con Geroa Bai. Según ha podido saber este periódico de fuentes próximas a la negociación, la base en la que se inspiraría el acuerdo de coalición sería, una apuesta firme por «la justicia social y contra la desigualdad». Pero los ejes del pacto pondrán en valor la defensa de la «convivencia entre identidades» y el «acuerdo entre diferentes.»
Sin embargo, lo que más preocupa en la ejecutiva federal del PSOE, que apoya la apuesta del PSN, no es tanto la investidura de Chivite, que ven factible a pesar de las dificultades. El PSN está dispuesto a llegar hasta el final, aunque es consciente de que el flanco más débil son los 23 escaños de la mayoría simple, que no garantizan un escenario de estabilidad. Ahora bien, aunque EH Bildu pueda tener la llave en las votaciones de los proyectos del Ejecutivo foral, no hay que perder de vista que la mayoría del Parlamento (31 escaños) es no nacionalista y eso da un vuelco respecto a la anterior legislatura.
Es decir, que EH Bildu tenga la última llave de la iniciativa gubernamental tampoco resulta tan determinante con la actual relación de fuerzas del Parlamento, que va a enfriar las pretensiones soberanistas. De hecho, se da por supuesto que si prospera un Ejecutivo de coalición entre socialistas, nacionalistas y Podemos, asuntos de fuerte calado simbólico y político como la Ley de Símbolos y la revisión del mapa lingüístico de la comunidad foral volverán a estar sobre la mesa. El PSN, de hecho, mantuvo una fuerte oposición tanto a la revisión de Ley de Símbolos llevada a cabo por el Gobierno de Uxue Barkos -que al final ha dado cobertura legal a la exhibición de la ikurriña en algunos ayuntamientos de mayoría nacionalista- como a la reforma de la Ley del Euskera.
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