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DAVID GUADILLA
Jueves, 21 de diciembre 2017, 02:02
El PP catalán lucha contra el desánimo. Y no lo tiene fácil. Aspiraba a convertirse en el referente del constitucionalismo en Cataluña y está a punto de pasarle por encima una marea naranja. Eso dicen las encuestas y admiten la mayoría de los simpatizantes del ... partido con una mezcla de resignación y melancolía. «Habrá un trasvase claro de votos a Ciudadanos. Lo están haciendo mejor», confiesa Gregorio Orduna en el mercadillo de Vila-seca, un municipio fronterizo con Salou. De hecho, ambas localidades comparten algo muy importante: Port Aventura. Una maquinaria turística y de hacer dinero que ha revitalizado la economía de la zona. En plena vorágine comercial, entre un mar de puestos de ropa, comida y una churrería, los populares han instalado una carpa de campaña con toda la mercadotecnia que tienen a su disposición: desde caramelos a polvorones. Pero si hay un artículo que gana por goleada es otro más simbólico: las banderas de España. Se reparten con bastante éxito.
Ser militante del PP en Cataluña y trabajar a pie de calle no es sencillo. Un sector de la población les ve casi como agentes patógenos extraños y encima la gloria se la lleva la formación de Inés Arrimadas. Pero siempre hay simpatizantes que mantienen el ánimo. Como José María Leal, que regala banderas, folletos y lo que haga falta. Su discurso es llano. «No se vive muy bien con todo este follón». A sus 63 años es de los convencidos de que se necesita dar «un paso adelante» para frenar el avance del separatismo.
Entre el gentío que pulula por el mercadillo aparece Josefina, 88 años. José María le saluda. Le pregunta qué tal van las cosas. Y la mujer le comenta cómo su hermana ha dejado de comprar lotería de Navidad porque el dinero que se invierte en décimos «va para España», le confiesa que teme por el futuro de su pensión, pide al PP que «luche» por evitar la ruptura y que los nacionalistas «no saben lo que están haciendo». Acaba llorando mientras José María le dice que confíe en él y que esté tranquila. «Se te encoge el alma al oír estas cosas».
La experiencia familiar que narra Josefina, la ruptura de relaciones a todos los niveles, ha sido experimentada por otros afiliados del PP catalán. «Yo he perdido amigos», afirma José Martínez Raya, orgulloso de su papel en las juventudes del partido. Representa el discurso sin complejos. «¡Hay una sensación de calma desde que el Gobierno de Mariano Rajoy aplicó el 155!», suspira. Harto de la «matraca» nacionalista y de que Carles Puigdemont y Artur Mas se «hayan envuelto en la estelada para tapar sus propios problemas», es de los que piensa que su partido tendrá mejor resultado de lo que dicen las encuestas. «Siempre nos tratan muy mal y luego sacamos más votos».
33.709 es el número que el PP catalán tiene registrados entre afiliados y simpatizantes.
11 es el número de escaños que obtuvo el PP en las elecciones autonómicas de 2015. La mayoría de las encuestas apuntan a que perderá posiciones.
Optimismo «Los sondeos siempre nos tratan muy mal y luego sacamos más votos»
La encuesta del CIS sobre las elecciones del 21-D de hace varias semanas, por ejemplo, les dejaba en el último lugar, con 7 escaños, cuatro menos de los obtenidos en 2015. Ese mismo sondeo situaba a Ciudadanos con 32. El resto de prospecciones sociológicas están siendo muy similares. O peores. A su lado, Christian Sánchez y Carla Amuedo, dos veinteañeros que se prestan a repartir propaganda y banderas por todo el mercadillo también vaticinan un horizonte más soleado. «Es verdad que hay gente desencantada, que ve al PP como algo antiguo y que piensa que, al final, como el PP y Ciudadanos son lo mismo... Pero no lo son».
«Es que ‘los naranjas’ aparecen como algo nuevo y a nosotros nos lastran sobre todo los temas de corrupción», lamenta Carlos Caballero, otro joven militante que aun así no da su brazo a torcer, que también recalca que la tensión que se ha vivido durante los últimos meses en Cataluña «ha llegado al límite personal» y que tiene muy claro cuándo se produjo un punto de inflexión que hizo que una parte de la población reaccionará ante el ‘procés’ y rompiera su silencio. «La mayoría del pueblo catalán se sentía bastante solo, pero la situación cambió a raíz del mensaje del Rey».
Orduna lo sitúa en otro momento. En las masivas manifestaciones que se convocaron por parte de los contrarios a la independencia tras el referéndum del 1 de octubre. La más multitudinaria fue la que recorrió las calles de Barcelona convocada por Sociedad Civil Catalana y a la que asistieron líderes del PP, PSC y Ciudadanos, así como artistas e intelectuales. Pero hubo otras marchas por diferentes municipios de Cataluña.
El discurso de este autónomo es crítico con determinadas estrategias de su partido. «Ciudadanos ha sido más claro que nosotros con algunos temas». Por ejemplo, con la inmersión lingüística. «Es que aquí hay mucho adoctrinamiento en las escuelas. Yo llevo a mis hijos a un colegio concertado y tienes que oír unas cosas…». Pero se mantiene fiel al PP. «Es que yo ya los apoyaba cuando ETA estaba aquí matando gente y ‘los naranjas’ no existían». En cierto modo, Orduna cree que la formación de Albert Rivera puede ser un revulsivo para el PP. «Mi ideología liberal me dice que la competencia es buena».
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