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Quedaban tres días para la celebración de las elecciones autonómicas de 1984 y Enrique Casas, por entonces parlamentario y senador, encabezaba la lista del PSE-EE por Gipuzkoa. Aquel 23 de febrero se acercó a comer a casa. Disponía de poco tiempo. Tenía una reunión ... en la casa del pueblo y un mitin en Andoain. A las 14.45 horas llamaron al timbre. Al abrir la puerta dos miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas -escisión de ETA- empezaron a dispararle. Retrocedió para ponerse a salvo, pero uno de los terroristas le siguió y le remató en el suelo. Tenía 40 años, estaba casado y era padre de cuatro hijos. El más pequeño, de solo ocho meses.
Casas fue el primer parlamentario vasco muerto a manos de un grupo terrorista. Años después la macabra lista la completarían otros tres nombres, los de Santiago Brouard, Gregorio Ordóñez y Fernando Buesa. El 18 de febrero de 2014, dos años y medio después de que ETA decretara el cese definitivo de su actividad armada, la Mesa del Parlamento vasco acordó homenajear todos los años a los diputados asesinados. Los representantes de la Cámara guardan desde entonces un minuto de silencio en el hemiciclo durante el pleno más cercano a la fecha del aniversario de cada atentado. Se enciende un pebetero a la entrada de la institución legislativa y se coloca una fotografía de la víctima junto a la escultura en memoria de los damnificados por el terrorismo. La obra, bautizada por la artista Cristina Iglesias como 'Brújula de medianoche', se inauguró en 2008. El Parlamento aprobó, asimismo, la colocación de placas en recuerdo de cada uno de los cuatro diputados vascos en el interior de la sede legislativa.
Apenas nueve meses después del atentado contra Enrique Casas, el terrorismo volvía a teñir de negro la Cámara vasca. El segundo parlamentario asesinado fue Santiago Brouard. Era un 20 de noviembre de 1984. Diputado en Euskadi por Herri Batasuna fue tiroteado en su consulta de pediatría de Bilbao por miembros de los GAL. Los dos últimos asesinatos fueron obra de ETA. La banda acabó con la vida de Gregorio Ordóñez y de Fernando Buesa. Uno, del PP; el otro, del PSE. Acaban de cumplirse, respectivamente, el 25 y el 20 aniversario de ambos atentados. Ordóñez fue asesinado el 23 de enero de 1995 mientras tomaba algo con unos compañeros del Ayuntamiento de San Sebastián en el bar La Cepa de la Parte Vieja donostiarra. Una placa conmemorativa le recuerda desde este año en la calle 31 de agosto. Fernando Buesa, exvicelehendakari y por entonces portavoz socialista en la Cámara vasca, se dirigía a pie en compañía de su escolta Jorge Díez a una reunión en la sede de su partido en Vitoria cuando ETA hizo estallar un coche bomba a su paso por la zona de las universidades. Los dos fallecieron aquel 22 de febrero de 2000.
Además de los homenajes a título individual que el Parlamento rinde a sus cargos electos asesinados por grupos terroristas, la Cámara se suma desde 2011 a los actos con motivo del Día de la Memoria por las víctimas. Lo hace con una ofrenda floral en la entrada de la institución. Sin unidad y silenciosa al ser los partidos incapaces de consensuar una declaración conjunta.
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