Dimite Carromero, el fontanero que quería acabar con Ayuso

Su nombre saltó a la esfera pública el 22 de julio de 2012. Carromero es aquel joven de las juventudes del PP que fue detenido y condenado a cuatro años de prisión por un accidente de tráfico ocurrido en Cuba en el que perdieron la vida los disidentes cubanos Oswaldo Payá y Harold Cepero. Carromero, que resultó herido, conducía el turismo. El 29 de diciembre de aquel año, tras unas complejas negociaciones diplomáticas entre España y Cuba (Rajoy ya estaba en el Gobierno), regresa a Madrid para cumplir aquí el resto de su condena.

Por aquel entonces era un activo destacado de las Nuevas Generaciones del Partido Popular, lideradas en aquellas fechas por Pablo Casado. En Madrid, la batuta del partido estaba en manos de una Esperanza Aguirre que siempre le defendió. También Casado.

Que Ángel Carromero, 'casadista' confeso, no es un cualquiera lo evidencian los muchos cargos que ha tenido esta última década dentro del PP madrileño y en el Ayuntamiento de la capital, donde hasta este jueves ejercía de hombre fuerte del alcalde, José Luis Martínez-Almeida. Técnicamente, su puesto oficial era el de director general de Coordinación de la Alcaldía. Era el gran fontanero en la sombra, el hombre señalado por el equipo de Isabel Díaz Ayuso como el instigador del presunto espionaje a la presidenta de la Comunidad en busca de trapos sucios con los que frenar sus aspiraciones dentro del partido.

Ella quiere presidir el PP de Madrid y como se está comprobando, no todo el mundo parece estar de acuerdo con ella. Y es que la guerra interna del Partido Popular se circunscribe, sobre todo, a Madrid y tiene como protagonistas a las viejas nuevas generaciones de hace una década. Gente nacida a finales de los setenta y los ochenta que está disputando una batalla fratricida por el poder.

Además de ser la 'mano derecha' del alcalde, Carromero formaba parte de la actual dirección del PP de Madrid como presidente del comité electoral, además de liderar el partido en el distrito de Chamartín. Si hace ahora una década, la diplomacia le salvó, este jueves no ha salido muy bien parado de la madre de todas las batallas dentro del Partido Popular.