Cuando Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez dieron lectura a la declaración de Aiete para pedir perdón a las víctimas hubo quien, en el PSOE, la saludó como una «enmienda a la totalidad» del pasado de la izquierda abertzale como «sostenedora» de ETA. Por si el ' ... micro abierto' que se marcó el líder de EH Bildu esa misma tarde en Eibar -los doscientos presos que querían ver en la calle, la patada al hormiguero- no hubiera sido suficiente para desmentir tan aventurada teoría, los últimos acontecimientos dejan claro que no es ya que ese mundo no reniegue de ETA sino que hace exhibición pública de 'la organización' como parte indisoluble de su ADN.
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Octavio Igea Xabier Garmendia
De qué otro modo si no se pueden interpretar las lágrimas por Troitiño -condenado por 22 asesinatos-, las pancartas de apoyo a 'Mikel Antza' -jefe político de la banda durante más de una década, con una causa abierta por ordenar matar a Gregorio Ordóñez- o la inclusión de David Pla -otro exponente de la cúpula terrorista, aunque se le quiera disfrazar de negociador- en la flamante nueva dirección de Sortu.
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Un cambio tan drástico de cordero a lobo (otra vez) planteará sin duda numerosas preguntas a cualquier ciudadano de bien no familiarizado con los tejemanejes de la izquierda abertzale. Por ejemplo, ¿por qué desmarcarse del 'ongi etorri' a 'Mortadelo' mientras se jalea a etarras con trayectorias tan sanguinarias o más? ¿Es que acaso tanto una demostración como la otra de connivencia con ETA no hieren y asquean a las víctimas de la misma manera?
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La respuesta corta es que esto nunca ha tenido que ver realmente con su dolor. La explicación no está en las tiranteces internas en la órbita de Sortu y, si lo está, es solo parcial. Efectivamente, el desafío que el recibimiento a Iñaki Martín Etxeberria supone a la línea oficial, asumida por el EPPK, significa que la izquierda abertzale tiene un problema serio de disidencia contra la estrategia de blanqueo desplegada hasta la fecha. Pero eso es, seguramente, lo menos relevante.
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Lo mollar aquí es que el aplauso de EH Bildu y Sortu a Troitiño, a 'Antza' y a Pla se produce, sencillamente, porque son de los suyos. Porque, aunque haya cobrado relevancia ahora, en la dirección de Sortu estaban y seguirán estando dirigentes de la banda y personas condenadas por pertenecer a ella como Elena Beloki o Haimar Altuna. Las tensiones internas han sido solo el soplo de viento que ha precipitado el cierre de filas en torno a lo que ese mundo siempre ha sido y sigue siendo, un todo. Así que podemos esperar sentados a que Sortu condene a ETA. Porque simplemente ya no disimulan lo que son y esperan que, una vez normalizados para la política, no nos quede a todos más remedio que tragarnos el sapo.
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