El cardenal Zuppi se confiesa sobre su presencia en el acto de desarme de ETA

«Los organizadores no quisieron que se diera a conocer antes. Y a mí también me gusta evitar la fanfarria. Pero como siempre, la información al final llega, aunque en este caso se inventaran algunas cosas. Yo sólo ejercí de testigo. Sé que algunos dijeron que estaba legitimando el acto con mi presencia, pero si uno entrega las armas y hace algo serio, yo le echo una mano», comentó Zuppi en un encuentro telemático con varios medios internacionales organizado recientemente por la asociación Iscom. Ante una pregunta de EL CORREO, el arzobispo de Bolonia, que todavía no era cardenal cuando tuvo lugar la polémica ceremonia, criticó el historial de «sufrimiento y dolor» que dejó la banda terrorista y excusó que, hasta ahora, no hubiera dado explicaciones por su presencia en aquel acto. «Creo que no habrá visto nunca declaraciones mías sobre aquello. Yo sólo quería testimoniar».

Para el eclesiástico, que cuenta con amplia experiencia en la mediación de conflictos, «siempre es mejor que se entreguen las armas». Como miembro de la Comunidad de San Egidio, participó en las negociaciones que propiciaron el proceso de paz en Mozambique a principios de los años 90 del siglo pasado. Antes del acto de Bayona también habría ofrecido su colaboración para tratar de acabar con el terrorismo de ETA colaborando con las iniciativas de Elkarri y Baketik, promovidas por Jonan Fernández, actual secretario general de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno vasco.

Aunque la comunidad de San Egidio justificó que Zuppi acudiera a la ceremonia de desarme celebrada hace tres años por su voluntad de ejercer como «testigo moral» del proceso, su presencia provocó ampollas en la Iglesia vasca. El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, aclaró que lo hizo «por su cuenta y riesgo» y sin contar con «la bendición explícita ni implícita de la Santa Sede». Los prelados de Euskadi y de la diócesis vascofrancesa se sintieron puenteados por Zuppi, que no fue el único eclesiástico en ejercer de fedatario en Bayona. Estuvo acompañado por el pastor metodista irlandés Harold Good, verificador del desarme del IRA.

La Comunidad de San Egidio fue galardonada en diciembre de 2016 por el Gobierno vasco con el premio René Cassin 2016 de Derechos Humanos. El lehendakari, Iñigo Urkullu, visitó el mes siguiente la sede de este movimiento católico, situada en el céntrico barrio romano del Trastévere, donde conoció además las experiencias puestas en marcha por este grupo para facilitar la acogida e integración de los refugiados, en particular los corredores humanitarios para hacer llegar a Europa a refugiados de modo seguro.

No fue el primer premio que le llegaba a la Comunidad de San Egidio desde Euskadi. En 2002 recibió el galardón Sabino Arana, vinculado al PNV, en su categoría 'Espejo del mundo', por su labor de atención a los desfavorecidos y la mediación en los conflictos.